En primer lugar, doy gracias a mi Dios
por cada uno de ustedes, en nombre de Jesucristo. En todas partes se habla bien
de ustedes y se sabe que confían en Dios y le obedecen. Yo sirvo a Dios
anunciando las buenas noticias acerca de su Hijo, y lo hago de todo corazón.
Dios es testigo de que siempre oro por ustedes, y de que siempre le pido que,
si él así lo quiere, me permita ir por fin a visitarlos. Tengo muchos deseos de
ir a verlos y darles ayuda espiritual.
Así su confianza en Dios será permanente, y podremos ayudarnos unos a otros gracias a la fuerza de esa confianza que tenemos en Dios. Hermanos en Cristo, quiero que sepan que muchas veces he tratado de ir a Roma para verlos, pero nunca ha faltado algo que me lo impida. Me gustaría ir allá para anunciar esta buena noticia, como ya lo he hecho en otros lugares, para que muchos crean en Jesús.
Tengo que
anunciar esta buena noticia a todo el mundo, no importa que sepan mucho o no
sepan nada, ni que sean humildes o importantes. Por eso tengo tantos deseos de
ir a Roma.