El aspartamo, uno de los edulcorantes artificiales más populares del mundo, empleado en numerosos productos, como la Coca-Cola y las gomas de mascar, ha sido relacionado con posibles problemas de memoria y aprendizaje, según un nuevo estudio realizado por la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Florida.
En el estudio, publicado en la revista Scientific Reports, los investigadores descubrieron que los ratones machos que consumieron aspartamo, incluso a niveles considerados seguros por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés), tuvieron crías que "demostraron déficits de aprendizaje espacial y de memoria".
La investigación es una continuación de un trabajo publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias en diciembre del 2022, que relacionaba el consumo de este edulcorante con la ansiedad en ratones.
"Se trata de una función cognitiva distinta del comportamiento ansioso, por lo que los efectos del aspartamo están mucho más extendidos de lo que sugería el estudio anterior", indicó Pradeep Bhide, coautor del estudio y director del Centro de Reparación Cerebral de la Facultad.
"Hay cierto solapamiento en términos de aprendizaje, memoria y ansiedad, en el sentido de que a menudo hay un componente emocional en nuestro aprendizaje", afirmó Bhide. "Cuando hay un impacto emocional, se recuerda mejor. Pero se trata de una función y una red cerebral muy distintas", destacó
La segunda cosa que notaron los investigadores fue que, a diferencia de la investigación anterior, esto solo afectaba a una generación. No se observó en los nietos, solo en los hijos, lo que supone otra línea de apoyo a que este tipo de transmisiones se producen debido a "cambios epigenéticos en el esperma".
En junio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó una declaración en la que clasificaba el aspartamo como "posiblemente cancerígeno para los seres humanos". Al mismo tiempo, su consumo se sigue considerando seguro dentro de los niveles recomendados actualmente.
La conclusión se basó en los resultados de las investigaciones de dos grupos de expertos vinculados a la OMS: la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) estudió las pruebas sobre la existencia de peligro para la salud por parte de la sustancia, mientras que el Comité Conjunto de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA, por sus siglas en inglés) de la OMS y la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) evaluó el grado de riesgo real.