Grupo de personas reclama ser "reconocidas como perros"

Un grupo de personas que se autoperciben perros se reunió en Berlín, Alemania. Un fenómeno se replica en varias partes del mundo y cada vez suma más adeptos que quieren ser reconocidos como gatos, caballos, pájaros, o seres mitológicos.
Cada vez más personas en el mundo se sienten identificadas con animales. Este fenómeno, denominado transespecie -donde además de perros, gatos, caballos o pájaros, las personas pueden autopercibirse como seres mitológicos- se replica en diferentes partes del mundo con más frecuencia. Ahora fue el turno de Alemania, donde un numeroso grupo se reunió para pedir ser reconocidos como perros. 
El evento sucedió esta semana en la estación de metro Potsdamer Platz, en Berlín, donde cientos de personas se concentraron para reclamar sus derechos como personas transespecie.

El video se viralizó y los comentarios no tardaron en llegar con voces a favor y en contra del reclamo. En este sentido, las redes sociales se convirtieron en un campo de batalla donde la mayoría de los usuarios cuestionaron la razón detrás de esta identificación como animales y algunos hasta los instaron a dedicarse a actividades más productivas. 
Uno de los comentarios en la red X (exTwitter) fue: "¿Por qué no se autoperciben como trabajadores y hacen algo productivo por el mundo? Esas locuras son muy convenientes, los perros no trabajan".
Un ejemplo de transepecie es el caso de Tom Peters, un británico de 32 años que manifestó públicamente que quería ser un cachorro de dálmata. El hombre vive como un perro, tiene su canil, correa y un traje especialmente creado para soportar el arrastre por el suelo. 
Además, ladra cuando se enoja y come de su plato en el piso. Peters manifestó que se autopercibe perro y pidió al gobierno británico que lo considere como un animal.
Este fenómeno de transespecie no es exclusivo de Alemania o Inglaterra. En España, por ejemplo, un joven llamado Manel de Aguas declaró públicamente que no se siente completamente humano y se implantó "aletas" en su cabeza. 
El joven catalán, de 26 años, afirmó que el implante le permite "la exploración de la atmósfera a través del sonido y un conocimiento del entorno a través de este nuevo órgano cibernético”.
Para someterse al implante de sus "nuevas orejas", Manel tuvo que viajar hasta Japón. "Los profesionales con los que estuve en contacto en Barcelona se negaban a tomar el riesgo de cómo podía afectar a mi cuerpo y a su reputación", contó. Pero a pesar de las advertencias, siguió adelante con el proceso.
Si bien se manifestó satisfecho con los resultados de su decisión, Manel sostuvo que tuvo que atravesar problemas de discriminación, sobre todo en el ámbito laboral. "A la hora de buscar trabajo, la gente no te acepta", aseguró.