El ladrón arrepentido

Luc 23:20  Y les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús. 
Luc 23:21  Pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! 
Luc 23:22  Y él les dijo la tercera vez: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho Éste? No he hallado culpa de muerte en Él; le castigaré, pues, y le soltaré. 
Luc 23:23  Pero ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes prevalecieron. 
Luc 23:24  Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían; 
Luc 23:25  y les soltó a aquél que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, al cual habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos. 
Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! Él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré. Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron. 
Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían; y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
Jesús el acusado
Le acusaron de traición, de rehusar pagar los tributos a Cesar, y que se haya proclamado Rey. Eran todas acusaciones políticas diseñadas para interesar a Pilato, pero él no las creyó, protestando la inocencia de Cristo (tres veces, en vv. Luc_23:4, Luc_23:14 y Luc_23:22), dijo “Ningún delito hallo en Él”.
Sin embargo, Pilato, a pesar de estar convencido de su inocencia, cedió a la insistencia de ellos, tal vez temiendo su propio futuro político. Él ordena la crucifixión de Jesús.
Una opción
Luc 23:32  Y llevaban también con Él a otros dos, que eran malhechores, a ser muertos. 
Luc 23:33  Y cuando llegaron al lugar que es llamado El Calvario, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha, y otro a la izquierda. 
Luc 23:34  Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestiduras, echaron suertes. 
Luc 23:35  Y el pueblo estaba mirando; y los príncipes con ellos se burlaban de Él, diciendo: A otros salvó: sálvese a sí mismo, si Él es el Cristo, el escogido de Dios. 
Luc 23:36  Y los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, 
Luc 23:37  y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 
Luc 23:38  Y había también sobre Él un título escrito con letras griegas, y latinas, y hebreas: ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS. 
Luc 23:39  Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 
Luc 23:40  Y respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿No temes tú a Dios, aun estando en la misma condenación? 
Luc 23:41  Y nosotros, a la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas Éste ningún mal hizo. 
Luc 23:42  Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 
Luc 23:43  Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo: Hoy estarás conmigo en el paraíso. 
Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. 
Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios. Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre, y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Al leer, “con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos”, pienso en Isa_53:12: “fue contado con los pecadores”. Para cualquier observador casual, pareciera que había tres malhechores.
Jesús estaba en medio y los malhechores a cada lado, como si fuera Él el peor de los tres. Vemos la frialdad de los soldados, echando suertes por su ropa, y además agregando sus voces a los que se burlaban de Él.
En general vemos el escarnio, la burla de los espectadores, el pueblo, los gobernantes y los soldados. Todos estaban unidos en contra del Señor Jesús, y el tema de sus burlas era de que Él decía ser Rey (vv. Luc_23:35, Luc_23:37-38).
En contraste, apreciamos la actitud noble y digna del Señor Jesús, tipificada en sus palabras, “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”.
El malhechor “le injuriaba, diciendo, Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Realmente cae en blasfemia, ya que blasfemar es hablar mal de, o reprochar a Dios. De los pasajes paralelos en Mat_27:44 y Mar_5:32 aprendemos que al comienzo ambos malhechores hablaban mal de Jesús.
Este ladrón demandaba que el Señor Jesús lo atendiera, que lo librara, para volver a la vida de antes; no vemos nada de arrepentimiento; mas bien una actitud altanera, rebelde e irrespetuosa.
Un gran cambio
Se destaca de manera sorpresiva cómo el arrepentimiento del segundo malhechor reprende al primero: “¿aun no temes tú a Dios, estando en la misma condenación?” Esto lo podríamos parafrasear como: “¿no piensas que es tiempo de pensar en el encuentro con Dios, en lugar de seguir abusando de otra víctima?”
¿QUÉ PRODUJO EL CAMBIO EN ÉL?
(a) Habría visto y escuchado a Jesús antes, y sabría que decía ser el Cristo.
(b) Sin duda, había observado y escuchado al Señor Jesús, si no durante las acusaciones ante Pilato, por lo menos en la flagelación y caminata llevando sus cruces al Calvario. Lo había visto en las circunstancias más exigentes posibles, sin que se quebrantara, o comenzara a proferir imprecaciones contra quienes los atormentaban. Por lo contrario lo veía consolando a quienes lo llamaban, no forcejeando con sus verdugos, ni maldiciendo a quienes le maltrataron y crucificaron.
(c) Había escuchado sus palabras: “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
(d) Era testigo de su silencio cuando todos lo injuriaron.
(e) Estaba convencido de que no había en Jesús absolutamente nada fingido y que tenía que ser quien decía ser “El Cristo, El Hijo de Dios”.
(f) Confesaba que ellos merecían estar allí, crucificados, pero Él, no. Surgiría en él la pregunta; “¿Por qué está el Cristo aquí?” Como israelita, el pasaje de Isaías 53 le sería conocido. Tal vez él viera a Cristo como el cumplimiento de este pasaje profético.
Isa_53:5-12
Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.
Efectivamente, Jesús “fue contado con los pecadores”. Siendo Hijo de Dios, ¿por qué permitía Dios que sufriera así tan injustamente? Bien probable que el ladrón arrepentido tenía esta pregunta en mente. Invito a que tú preguntes lo mismo. ¿Por qué tuvo que morir Jesús, el único que nunca pecó?
La respuesta está en que “él herido fue por nuestras rebeliones … Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”.
Dos destinos
Volviendo ahora a la historia en Luc_23:42 el ladrón arrepentido manifiesta su fe y convicción en cuanto a quién era el Señor Jesús, como también en que el Señor tenia futuro. ¡Qué palabras para decir a un hombre moribundo! “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”.
El Señor, que no respondía a sus acusadores, ni a jueces, aquí no tarda en responder al ladrón arrepentido. Fue una respuesta que daría gozo, en medio de su sufrimiento, al ladrón arrepentido. El también tendría futuro, en la presencia misma del Señor.
NO LEEMOS QUE EL OTRO SE ARREPINTIERA AUN ESTANDO TAN CERCA DEL SEÑOR. ¡FUE DEL LADO DEL SEÑOR, AL INFIERNO!
Los dos ladrones representan a toda la humanidad. Todos hemos pecado, y merecemos castigo. Uno reconoció esta verdad, se arrepintió y clamó al único que le podía dar perdón de pecados y salvación. Murió con le promesa del Señor de estar con Él. El otro siguió en su rebelión y enemistad contra Dios, y hoy está en el infierno, porque rehusó creer. 
¿Cuál de los dos te representa? La cruz de Cristo dividió a estos dos, y sigue dividiendo el mundo de hoy. ¿Por cuál lado estás tú? Si murieres en este momento, ¿a dónde iría a parar tu alma?