8. La guerra (Ap. 12;1-17)
Las grandes batallas de la larga guerra de Satanás contra Dios están por librarse todavía. Tendrán lugar en el futuro,
durante la última mitad del período de tribulación de siete años, el tiempo que
Jesús llamó la gran tribulación (Mat_24:21). En aquel tiempo Satanás, ayudado por la ausencia de la Iglesia arrebatada y la presencia de
crecientes hordas de demonios (Apo_9:1-11), lanzará sus más desesperados ataques contra los propósitos de Dios y de su
pueblo. A pesar de la furia salvaje de esos ataques, no tendrán éxito. El Señor
Jesucristo aplastará fácilmente a Satanás y sus fuerzas (Apo_19:11-21) y lo enviará
al abismo mientras dure el reino milenario (Apo_20:1-2). Después de dirigir una rebelión final al término del milenio, Satanás será
enviado al castigo eterno en el lago de fuego (Apo_20:3; Apo_20:7-10).
Al describir la última guerra, el inspirado
apóstol Juan presenta primero a los principales personajes que participan en
ella: la mujer (Israel), el dragón (Satanás) y el hijo varón (Jesucristo).
LOS PERSONAJES DE
LA GUERRA (Apo_12:1-6)
La mujer
Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna
debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando
encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. (Apo_12:1-2)
Lo primero que Juan vio en esta visión
fue una “gran señal”, la primera de las siete señales en la última mitad de
Apocalipsis (Apo_12:3; Apo_13:13-14; Apo_15:1; Apo_16:14; Apo_19:20). La palabra griega por “gran” aparece varias veces en esta visión (vv Apo_12:3; Apo_12:9; Apo_12:12; Apo_12:14). Todo lo que Juan vio parecía ser enorme, en tamaño o en significado. Esta “señal” describe un
símbolo que señala una realidad. En este caso, la descripción explícitamente
muestra que la mujer que vio Juan no era una mujer real. Además, la alusión al
“resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y
tienen el testimonio de Jesucristo” (v. Apo_12:17), muestra que esta mujer es
una madre simbólica.
La mujer es la segunda de cuatro
mujeres simbólicas identificadas en Apocalipsis. La primera, aunque una mujer
real, tenía el nombre simbólico Jezabel (Apo_2:20) y representa el paganismo. La
tercera, descrita como una ramera, aparece en Apo_17:1-7. Ella representa la iglesia apóstata. La cuarta mujer (Apo_19:7-8) es la esposa del Cordero y
representa a la verdadera Iglesia. Algunos afirman que la mujer en esta visión representa a la Iglesia también, pero como el contexto pone en
claro, ella representa a Israel. El Antiguo Testamento también representa a
Israel como una mujer (Jer_3:1; Jer_3:20; Eze_16:32-35; Ose_2:2), a quien Dios finalmente
restaurará para sí (Isa_50:1). Una alusión al arca del pacto (Apo_11:19) añade
apoyo adicional para identificar a la mujer como Israel.
Juan vio que la mujer estaba
“vestida del sol, y tenía la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una
corona de doce estrellas”. Esa fascinante descripción refleja el sueño de José
(Gén_37:9-11). El que la mujer estuviera vestida del
sol refleja la gloria sin par de la redimida Israel y su condición exaltada como nación escogida de Dios. También la vincula con Jacob
(el sol en el sueño de José), un heredero en el pacto abrahámico. La alusión a
la luna debajo de sus pies pudiera ser una descripción adicional de la
condición exaltada de Israel. También pudiera incluir el concepto de la
relación de pacto de Dios con Israel, ya que la luna era parte del ciclo de los
tiempos reglamentarios de Israel para la adoración (Núm_29:5-6; Neh_10:33; Sal_81:3; Isa_1:13-14; Col_2:16). La corona de doce estrellas
en la cabeza de la mujer se refiere a las doce tribus de Israel.
Después de describir la forma en que estaba vestida la
mujer, Juan observó que estaba encinta. Esa también es una conocida metáfora
que describe a Israel (Isa_26:17-18; Isa_66:7-9; Jer_4:31). Estando encinta, la mujer clamaba con
dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. Al igual que una mujer cuando
está de parto siente dolor, así la nación de Israel
tenía dolor, esperando por la llegada del Mesías. La causa de parte del dolor
es la persecución por parte de Satanás, quien intenta destruir a la madre.
El dragón
También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata,
que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su
cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre
la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a
fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. (Apo_12:3-4)
Con la segunda señal, surge un nuevo personaje.
El versículo 9 identifica con toda claridad al gran dragón escarlata como
Satanás (cp. Apo_20:2). Satanás
no es un verdadero dragón, sino un ángel caído. El lenguaje simbólico empleado
para describirlo presenta la realidad de su persona y de su carácter. Solo en
Apocalipsis se menciona a Satanás como un dragón. Escarlata, el color de la
destrucción por llamas y de la sangre, subraya aun más la naturaleza cruel y
mortal de Satanás. Escarlata es un color apropiado para el dragón, ya que ataca
tanto a la mujer como a su hijo.
Al dragón se le describe también
como que “tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas”.
Se le representa como un monstruo de siete cabezas que gobierna sobre el mundo.
Las cabezas representan siete imperios mundiales consecutivos que se han
desarrollado bajo el dominio de Satanás: Egipto, Asiria, Babilonia, Medopersia,
Grecia, Roma y el futuro imperio del anticristo (Apo_17:9-10). El último
reino, gobernado por el anticristo, será una confederación de diez naciones.
Los diez cuernos representan a los reyes que gobernarán bajo el anticristo (Apo_17:12). El cambio de las diademas de
las cabezas del dragón a los cuernos de la bestia (Apo_13:1) muestra la diferencia de
poder de los siete imperios mundiales consecutivos y los diez reyes bajo el
anticristo.
La influencia malvada y penetrante de Satanás
no se limita al reino humano, sino que se extiende primero en el reino
angelical. En el lenguaje pintoresco de la visión de Juan, la cola del dragón
“arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la
tierra”. Las alusiones a los ángeles del dragón en los versículos Apo_12:7; Apo_12:9 indican que las estrellas del
cielo eran ángeles.
Cuando Satanás cayó (Isa_14:12-15; Eze_28:12-17), arrastró
la tercera parte de las huestes celestiales con él. Junto con su derrotado
líder, esos ángeles malvados fueron echados del cielo sobre la tierra. No se da
el número de ángeles que se unieron a Satanás en su rebelión, pero es muy
grande. Apo_5:11 dice que el número
de los ángeles alrededor del trono de Dios era de “millones de millones”. Como
cayó un tercio de los ángeles, y Apo_9:16 revela que doscientos millones
de demonios fueron librados de la cautividad cerca del río Éufrates, debe haber al menos cuatrocientos millones de ángeles
santos.
Mientras se mostraba el próximo
suceso en su dramática visión, Juan observó que “el dragón se paró frente a la
mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como
naciese”. A lo largo de la historia, Satanás ha dirigido todos sus esfuerzos
hacia la persecución del pueblo de Dios. Habiendo fallado en su intento de
destruir al pueblo de Dios y al linaje mesiánico, Satanás intentó desesperadamente
asesinar al Mesías mismo antes de que pudiera realizar su obra salvadora. Pero
Satanás no podía derrotar al Hijo de Dios.
El hijo varón
Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las
naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. Y la mujer huyó
al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten
por mil doscientos sesenta días. (Apo_12:5-6)
A pesar de los implacables esfuerzos de Satanás
para evitarlo, la mujer (Israel) dio a luz un hijo. La encarnación del hijo
varón, el Señor Jesucristo, “que era del linaje de David según la carne” (Rom_1:3;), fue el cumplimiento de la
profecía (p. ej. Gén_3:15; Isa_7:14; Isa_9:6; Miq_5:2).
Israel dio a luz el Mesías. Satanás no pudo impedir que
Cristo lograra la redención y de esa forma ser exaltado a la diestra del Padre
como un perfecto Salvador.
Aunque es un adversario
derrotado, Satanás no se rendirá. Incapaz de impedir a Cristo, Satanás seguirá
atacando a su pueblo. Durante la tribulación, Satanás aumentará sus esfuerzos
por destruir al pueblo judío, para que la nación no pueda salvarse como la
Biblia promete (Zac_12:10 a Zac_13:1; Rom_11:25-27). Para que no haya nadie que entre en el
reino milenario, tratará de matar a los judíos
creyentes. En una breve visión de lo que se describirá más detalladamente en
los versículos Apo_12:13-17, Juan observó
que “la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que
allí la sustenten por mil doscientos sesenta días”. Dios frustrará los planes
de Satanás de destruir a Israel durante la tribulación, ocultando a su pueblo,
tal y como predijo el Señor Jesucristo (Mat_24:15-21).
LA GUERRA EN EL
CIELO (Apo_12:7-12)
Después de presentar a los que combaten en Apo_12:1-6, Juan describe la primera fase
del ataque final de Satanás contra Dios antes de la
venida de Cristo.
La batalla
Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban
contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni
se halló ya lugar para ellos en el cielo. (Apo_12:7-8)
Ha habido guerra en el cielo desde la caída
de Satanás (Isa_14:12-14; Eze_28:11-18). Satanás
y sus ángeles malvados se han opuesto activamente a los ángeles santos y al
pueblo de Dios desde la caída de Satanás (Dan_10:12-13; 1Pe_5:8). Los creyentes deben estar
alerta frente sus artimañas (2Co_2:11), no darle oportunidad (Efe_4:27), y resistirle (Stg_4:7).
La guerra entre los seres sobrenaturales en la esfera celeste alcanzará su punto culminante durante la tribulación. Ese futuro conflicto
hallará a Miguel y sus ángeles luchando contra el dragón. La construcción
gramatical de esa frase en el texto griego indica que Satanás comenzará esa
batalla. Pudiera traducirse “Miguel y sus ángeles tuvieron que luchar contra el
dragón”. La Biblia no revela cómo pelean los ángeles, tampoco nuestro limitado
conocimiento del reino celestial nos permite especular.
La pregunta clave para la interpretación
no es cómo se librará la batalla, sino qué la provocará. Aunque es imposible
saberlo con certeza, esa batalla final se desencadenará con el arrebatamiento
de la Iglesia (véase 1Ts_4:16-17). Es posible que, cuando los
creyentes arrebatados pasen por su reino, el príncipe
de la potestad del aire y sus huestes demoniacas tratarán de estorbarles el
paso. Eso pudiera desencadenar la batalla con Miguel y sus santos ángeles.
Miguel y Satanás se han conocido
desde que fueron creados, y la batalla durante la tribulación no será la
primera vez que se enfrenten entre sí. En Dan_10:13, “Miguel,
uno de los principales príncipes, vino para ayudar” a un santo angel contra un
demonio poderoso. Dan_12:1 también
se refiere a la defensa de Miguel del pueblo de Dios: “En aquel tiempo [la
tribulación] se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los
hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo
gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los
que se hallen escritos en el libro”. El Nuevo Testamento también revela que
Miguel es el defensor del pueblo de Dios (Jud_1:9) y un arcángel.
La alusión al dragón y sus
ángeles destaca la verdad de que las huestes de demonios están bajo el mando de
Satanás (Mat_25:41). La repetición
del verbo “luchaban… luchaban” subraya lo violenta e intensa que será la
batalla. Será una batalla general. Satanás luchará desesperadamente para
impedir que Cristo establezca su reino milenario.
Toda la furia de Satanás
estallará sobre la humanidad al ser echado a la tierra (Apo_12:12). No se revela en qué punto exacto de la tribulación serán expulsados del cielo Satanás y
los demonios, tampoco la duración de su batalla con Miguel y los santos
ángeles. Todo lo que se puede decir con seguridad es que Satanás y los demonios
serán echados del cielo, posiblemente en el arrebatamiento, pero no posterior
al punto medio de la tribulación. El versículo Apo_12:12 dice que Satanás y sus fuerzas solo tienen “poco tiempo” después que dejen el cielo,
apoyando la idea de que solo tendrán los últimos tres años y medio de la
tribulación para actuar, y no los siete años completos. No llegarán a la tierra
después de eso, ya que es evidente que están presentes durante los terribles
acontecimientos de los últimos tres años y medio, la gran tribulación (Apo_9:1 ss.). Durante ese último período, todo el poder de Satanás se dirigirá a todo el que
pertenezca a Dios, en especial a Israel.
La victoria
Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y
Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus
ángeles fueron arrojados con él. (Apo_12:9)
Como resultado de su derrota, fue lanzado fuera el gran dragón del cielo y arrojado a la tierra. Esto describe la segunda y
permanente expulsión de Satanás del cielo. Al dragón se le llama gran debido a
su tremendo poder para causar daño y ocasionar desastres. Anteriormente se le
describió con siete cabezas, siete coronas y diez cuernos. Esa descripción
presenta a Satanás como el gobernador del mundo.
La cuádruple descripción del
dragón no deja dudas con relación a su identidad. En primer lugar, se le llama
“la serpiente antigua” (cp. Apo_20:2), identificándolo con la serpiente en el huerto del Edén (Gén_3:1 ss.), subrayando su falsedad y
traición.
Al dragón se le llama también
“diablo”. “Diablo” significa “calumniador”, o “falso acusador”, un título muy
apropiado para Satanás. Satanás es un maligno perseguidor del pueblo de Dios,
tratando constantemente de incriminarlo ante la santa justicia de Dios.
Luego el texto identifica
plenamente al dragón como Satanás. “Satan” es una palabra hebrea que significa
“adversario”, y es un nombre muy apropiado para el enemigo de Dios y su pueblo.
Trágicamente, el más glorioso ser creado, el “Lucero, hijo de la mañana” (Isa_14:12), es ahora y para siempre
calificado como “el adversario”. Atacó a Dios en su rebelión
original cuando quiso ser “semejante al Altísimo” (Isa_14:14), y condujo engañosamente a Eva al pecado al llevarla a desconfiar del carácter y de la
palabra de Dios (Gén_3:2-5).
Por último, se describe al dragón como el que “engaña
al mundo entero”. El empleo del tiempo presente indica que esta es la constante
y habitual actividad de Satanás. Satanás atrae con engaño a las personas y las
conduce a su destrucción haciéndoles que escuchen “a espíritus engañadores y a
doctrinas de demonios” (1Ti_4:1). Seduce a las personas para
que crean en él y no en Dios (Gén_3:4).
La celebración
Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el
poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido
lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de
nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del
Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas
hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay
de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a
vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo. (Apo_12:10-12)
La derrota de Satanás y sus huestes de demonios,
junto con la purificación de su presencia en el cielo, desencadenarán una
explosión de alabanza. Tal repentina explosión aparece con frecuencia en
Apocalipsis (Apo_4:8-11;
Apo_5:9-14;
Apo_7:9-12;
Apo_11:15-18;
Apo_15:3-4;
Apo_19:18). No se declara la identidad
de los que Juan escuchó clamando con una gran voz en
el cielo. Esa voz colectiva no puede ser de ángeles, ya que los ángeles no
pudieran referirse a los seres humanos como sus hermanos (Apo_19:10; Apo_22:8-9). Lo más probable es que esos adoradores sean los santos glorificados en el
cielo.
Los santos comenzaron a
regocijarse de que “ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro
Dios, y la autoridad de su Cristo”. Debe entenderse la “salvación” en su más
amplio sentido. No solo abarca la redención de individuos, sino también la
liberación de toda la creación de la maldición del pecado. El “poder” se
refiere a la omnipotencia de Dios.
Se regocijaron además de que “la
autoridad de… Cristo ha venido”. El gobierno de Cristo es por la autoridad de
Dios (Sal_2:8; Mat_28:18; Jua_17:2). Tan seguro es el
establecimiento del reino y del gobierno de Cristo que, aunque todavía futuro, se mencionan en el tiempo pasado. Los adoradores celestiales
se regocijan porque ya ha tenido lugar el primer paso, la derrota de Satanás y
su expulsión final del cielo.
Los adoradores celestiales
también ofrecen alabanza por los acontecimientos en la tierra, donde sus hermanos
han vencido a Satanás. Expulsados del cielo, Satanás y sus infernales huestes
descargarán su furia sobre el pueblo de Dios en la tierra (Apo_12:6; Apo_12:13-17). Sin embargo, allí también sufrirán la derrota. Hablando otra vez de un acontecimiento
futuro, en tiempo pasado debido a su certeza, el inspirado apóstol Juan ve la
victoria ya ganada.
Es solo mediante el poder de
Dios que cualquier creyente de cualquier edad puede derrotar a Satanás. Por
consiguiente, los creyentes de la tribulación han vencido a Satanás ante todo
“por medio de la sangre del Cordero”. Como los hermanos que sufrieron el
martirio y ya están en el cielo, ellos “han lavado sus ropas, y las han
emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apo_7:14). Ninguna acusación contra los santos que sufren en la gran tribulación quedará en pie,
porque la sangre del Cordero se derramó por sus pecados.
Una segunda forma en que los
santos de la tribulación vencieron los ataques de Satanás fue a través de “la
palabra del testimonio de ellos”. A pesar de toda la persecución que ellos
sufrirán, seguirán siendo fieles testigos de Jesucristo. Su testimonio nunca
flaqueará.
Los santos sufrientes de la
tribulación también pudieron defenderse de Satanás porque menospreciaron sus
vidas hasta la muerte. Su fidelidad se extendió hasta la muerte; pagaron de
buena gana el supremo precio por su lealtad a Cristo. Una señal segura de los
verdaderos creyentes es que perseveran en la fe, incluso hasta la muerte (cp. 1Jn_2:19).
El pasaje termina con una última nota de alabanza: Por lo
cual, debido a la derrota de Satanás y el triunfo de los santos, el coro
celestial invita a alegrarse a los cielos, y a todos los que moran en ellos.
Esa nota de gozo está seguida de la solemne advertencia “¡Ay de los moradores
de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira,
sabiendo que tiene poco tiempo”. La palabra griega por “ira” se refiere a un
violento ataque de rabia. La furia de Satanás es aun más violenta porque sabe
que tiene poco tiempo: los tres años y medio del reinado del anticristo (Apo_13:5), a quien Satanás pone en el poder inmediatamente después de ser echado del cielo. Es
poco tiempo, porque Jesucristo vendrá para establecer su reino milenario
terrenal.
LA GUERRA EN LA
TIERRA (Apo_12:13-17)
Este pasaje describe tres ataques que realizarán
las fuerzas de Satanás contra Israel durante la tribulación.
El primer ataque
Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió
a la mujer que había dado a luz al hijo varón. Y se le dieron a la mujer las
dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al
desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad
de un tiempo. (Apo_12:13-14)
Después de su derrota frente a Miguel y los santos ángeles, el dragón (Satanás) “había sido arrojado a la tierra”. Enfurecido por su expulsión del cielo, el dragón furiosamente “persiguió a la mujer (Israel; Apo_12:1), que había dado a luz al hijo varón” (Cristo; Apo_12:5). El verbo griego traducido “persiguió” significa “andar tras de”, o “cazar”. Se emplea en el Nuevo Testamento para referirse a perseguir con hostil determinación (Mat_23:34; Hch_26:11). Aquí describe el hostil acoso y persecución de Satanás a los judíos en su huida al desierto (Apo_12:6; cp.Apo_13:4-7).
La situación de Israel cuando se desate la tormenta de la
persecución del anticristo sobre ellos, durante la tribulación, será aterradora
y trágica. Los judíos estarán desesperadamente necesitados de cualquier ayuda
que puedan recibir y, en la providencia de Dios, habrá algunos que los ayudarán
(Mat_25:31-40).
En el tiempo de peligro y huida de los judíos,
recibirán ayuda de personas gentiles. Esos gentiles mostrarán su fe en Cristo
por su disposición a ayudar a los judíos perseguidos a riesgo de su propia
vida.
No solo Dios usará
providencialmente a los creyentes gentiles para ayudar al pueblo judío, sino
que también intervendrá directamente en su favor. Juan vio en su visión “las
dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al
desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de
un tiempo”. Esto es lenguaje figurado que simbólicamente describe la huida de
Israel de Satanás. La impresionante metáfora de las dos alas de la gran águila
se toma de Éxo_19:4 : “Vosotros
visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os
he traído a mí”. Dios llevará a Israel a un lugar seguro, al igual que libró a
la nación de Egipto.
Las “alas” simbolizan fortaleza
(Isa_40:31) y velocidad (2Sa_22:11; Sal_18:10; Sal_104:3), sin embargo, por lo general
se refieren a protección (Deu_32:9-11; Sal_17:8; Sal_57:1). Aquí
“águila” puede también referirse al buitre (Mat_24:28; Luc_17:37). Esas grandes aves con
enormes alas sirven como un símbolo apropiado de la
protección de Dios para Israel.
La ubicación del lugar donde
huirán los judíos no se revela. Algunos han sugerido Petra, una ciudad antigua
esculpida en los rocosos acantilados de Edom entre el Mar Muerto y el Golfo de
Aqaba. Con acceso solo a través de un estrecho desfiladero, Petra era fácil de
defender en los tiempos antiguos. El término “desierto” no muestra la ubicación
exacta del lugar de refugio para Israel, ya que ese término es general. La
advertencia de Jesús de huir a las montañas (Mat_24:15-16) sugiere que el lugar de
refugio no estará en la planicie costera al oeste de Jerusalén, o
el relativamente llano Neguev (región desértica) al sur. Lo más probable es que
estará en una región montañosa al este de Jerusalén. Dan_11:41 presenta más evidencia: “[El anticristo] entrará a la tierra gloriosa, y muchas
provincias caerán; mas éstas escaparán de su mano: Edom y Moab, y la mayoría de
los hijos de Amón”. Quizá Dios guarde a Edom, Moab y Amón, países antiguos al
este de Israel, para dar refugio a su pueblo.
En refugio, la nación de Israel
será alimentada sobrenaturalmente por Dios. Aislados del sistema del mundo, e
imposibilitados de toda forma de comprar y vender (Apo_13:17), los judíos necesitarán ayuda del exterior para sobrevivir. En un tiempo de
juicios milagrosos y devastadores, Dios suplirá milagrosamente alimento para su
pueblo, como lo hizo al suplir a sus antepasados de maná y codornices en el
desierto (Éxo_16:12 ss.).
El tiempo que Israel estará oculto bajo la provisión de
Dios se define como “un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo”. Esa frase,
tomada de Dan_7:25 y Dan_12:7, se refiere a la segunda parte
de la tribulación. Este período señalará la carrera abierta y
malvada del anticristo. Durante ese tiempo Dios protegerá a Israel de delante
de la serpiente. Aunque Satanás pudiera saber dónde están escondidos los
judíos, no podrá derrotarlos gracias a la protección divina. Frustrado por esa
derrota de su primer ataque sobre el pueblo judío, el diablo lanzará un segundo
ataque.
El segundo ataque
Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río,
para que fuese arrastrada por el río. Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la
tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca. (Apo_12:15-16)
Fracasado en su intento inicial de masacrar al pueblo judío, Satanás recurrirá a tácticas de largo alcance. Como la serpiente no
es una serpiente real, sino una representación simbólica de Satanás, es
probable que el agua que arrojó de su boca como un río sea simbólica también.
En el Antiguo Testamento, las inundaciones simbolizaban problemas en general (2Sa_22:17; Job_27:20) y a un ejército invasor que destruye (Jer_46:8; Jer_47:2; Dan_11:26). Las fuerzas de ataque de
Satanás se moverán rápidamente hacia el lugar de
escondite de los judíos como una gran inundación.
Pero de una manera espectacular,
la tierra ayudará a la mujer; “ella abrió su boca y tragó el río que el dragón
había echado de su boca”. La metáfora recuerda la descripción de Moisés en Éxo_15:12 : “Extendiste
tu diestra; la tierra los tragó”. Pudiera ser que uno de los frecuentes
terremotos durante la tribulación (Apo_6:12; Apo_8:5; Apo_11:13; Apo_11:19; Apo_16:18; Mat_24:7) haga que la tierra se divida
y trague a las fuerzas de Satanás. Cualquier cosa que
represente este lenguaje simbólico, marca la destrucción del ejército atacante
y el fin del segundo ataque de Satanás.
El tercer ataque
Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a
hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los
mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. (Apo_12:17)
Frustrado, el dragón (Satanás) dirigirá su furia
hacia nuevos objetivos. Algunos han identificado “el resto de la descendencia
de ella” con quienes Satanás hará guerra como los 144.000 (Apo_7:2-8;
Apo_14:1-5); otros ven en ellos a los
creyentes gentiles de la tribulación (cp. Apo_7:9-14), que son hijos de Abraham por
la fe (Gál_3:7). Parece mejor considerarla como una frase
global que se refiere a todos los que invocan el nombre de Jesucristo.
Se describen con más amplitud como “los que
guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. Aquí,
la palabra traducida “mandamientos” es una palabra muy empleada en los escritos
de Juan para referirse a los mandamientos del Nuevo Testamento (Apo_14:12; Jua_14:15; Jua_14:21; Jua_15:10; Jua_15:12; 1Jn_2:3-4;
1Jn_3:22-24;
1Jn_5:2-3). “El
testimonio de Jesucristo” no es testimonio acerca de Él, sino las verdades que
enseñó, que están reveladas en el Nuevo Testamento. Esos creyentes perseguidos
presentarán evidencia adicional de que su salvación es verdadera por su
obediencia a las Escrituras.
Como sus primeros dos ataques dirigidos contra Israel, el tercer ataque de Satanás contra el pueblo de Dios fracasará. Todos los esfuerzos de Satanás para evitar que se establezca el reino de Cristo están condenados al fracaso. El Señor Jesucristo triunfará.