Porque el tiempo si esta cerca - Anuncios de la tribulación

10. Anuncios de la tribulación (Ap. 14:1-20)

Apo_14:1-20 presenta el grupo de hombres más victoriosos que el mundo conocerá jamás. Ellos saldrán del peor holocausto en la historia, la tribulación, cansados de la batalla, pero triunfantes. Los 144.000 sobrevivirán tanto a la ira de Satanás como a los juicios de Dios sobre el mundo pecador. Nada podrá dañarlos, porque Dios los sellará (Apo_7:3-4).

Estos 144.000 no serán los únicos redimidos durante la tribulación. Una gran multitud de otros, tanto judíos (Zac_12:10-14; Zac_13:1; Zac_13:9; Rom_11:26-27) como gentiles (Apo_6:9-11; Apo_7:9; Apo_7:13-14; Mat_25:31-46), serán salvos. Muchos de ellos morirán como mártires durante la bestial persecución desatada por el anticristo. Los que sobrevivan los horrores de la tribulación entrarán en el reino milenario. Pero los 144.000 evangelistas judíos son excepcionales, porque todos ellos sobrevivirán. Cuando Cristo vuelva y se pare sobre el monte de Sion, ellos estarán junto a Él en triunfo.

LOS 144.000

Su poder

Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. (Apo_14:1)

La frase “Después miré, y he aquí”, o su equivalente, aparece a menudo en Apocalipsis para presentar acontecimientos conmovedores y pasmosos (v. Apo_14:1-20; Apo_4:1; Apo_6:2; Apo_6:5; Apo_6:8; Apo_7:9; Apo_15:5; Apo_19:11). Lo que atrajo la atención de Juan fue el impresionante espectáculo del “Cordero… en pie sobre el monte de Sion”. La aparición del Cordero sobre el monte de Sion es un momento extraordinario en la historia de la redención, profetizado en el Sal_2:6-9.

El texto también describe a los 144.000 como que “tenían el nombre de él [del Cordero] y el de su Padre escrito en la frente”. Los incrédulos recibirán la marca de la bestia (Apo_13:16-17). Los 144.000 tendrán la marca de Dios puesta en la frente (Apo_7:3) para su protección. Satanás tratará desesperadamente de matar a esos audaces predicadores del evangelio, pero Dios no permitirá que sufran daño alguno. Ellos entrarán en el reino milenario como hombres vivos. Lo más probable es que los 144.000 continúen su obra evangelística durante todo ese período de mil años. Mientras que solo las personas redimidas entrarán en el reino, no todos los niños que les nazcan (Isa_65:23) serán creyentes. En realidad, habrá suficientes personas no regeneradas al final del milenio para que Satanás dirija una rebelión mundial contra el gobierno de Cristo (Apo_20:7-10). Por consiguiente, la Biblia se refiere a la salvación durante el milenio (Isa_60:3; Zac_8:23), una salvación que, sin dudas, los 144.000 proclamarán.

Su alabanza

Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. (Apo_14:2-3)

Estando junto al Cordero en el monte de Sion, los 144.000 se unirán en el canto celestial de redención. Con todos los problemas que han enfrentado, se pudiera esperar que estuvieran demasiado tristes para cantar. Sin embargo, alabarán con gozo al Señor por su protección y triunfo.

Esta no es la primera vez que Juan oyó una voz del cielo (Apo_4:1; Apo_10:4; Apo_10:8; Apo_11:12; Apo_12:10), ni la última (v. Apo_13:1-18; Apo_18:4; Apo_19:1). La voz que oyó era muy alta y continua, “como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno” (Eze_43:2; Apo_1:15; Apo_19:6).

La poderosa voz no era simple ruido. Tenía categoría musical, “como de arpistas que tocaban sus arpas”. La alusión a arpistas y a arpas sugiere que la voz expresaba gozo. (2Sa_6:5; 1Cr_13:8; 1Cr_15:16; 1Cr_15:28; 2Cr_5:12-13; Neh_12:27; Sal_33:2; Sal_71:22; Sal_144:9; Sal_150:3). El cielo resonará con una poderosa alabanza cuando Jesús vuelva victorioso.

El cántico nuevo es el canto de redención. Los ángeles se unirán a los santos del Antiguo Testamento, a la iglesia arrebatada y a los mártires redimidos de la tribulación, en alabanza a Dios por la salvación. Todo el cielo rebosará de alabanza por el cumplimiento de la obra redentora de Dios que culmina en la venida de Cristo.

Juan observa que “nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra”. No se dice por qué el cántico se limita a los 144.000. Sin embargo, está claro que el enfoque radica en alabar a Jesús por su obra redentora.

Su pureza

Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. (Apo_14:4 a)

La adoración del anticristo durante la tribulación será indescriptiblemente vil y perversa. En medio de la oscuridad, los 144.000 resplandecerán como faros de pureza. A pesar del desenfrenado pecado sexual que los rodea, ellos no se contaminaron con mujeres, sino que se mantuvieron puros. El que el pecado específico que ellos evitarían implica mujeres, indica que aquí se trata de pureza sexual, no aislamiento del corrupto sistema del mundo. Lo que quiere decir es que se mantendrán alejados del pecado de su cultura.

Su lealtad

Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. (Apo_14:4 b) A los 144.000 se les describe además como los que “siguen al Cordero por dondequiera que va”. El seguidor es alguien que sigue o apoya a alguien en las buenas y en las malas. Los victoriosos 144.000 serán leales al Cordero, cueste lo que cueste.

Estos son los seguidores leales y fieles que busca Jesucristo. En Mat_16:24 Él dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”.

Su propósito

Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; (Apo_14:4 c)

Juan explica que los 144.000 han sido “redimidos de entre los hombres”. Aunque todos los creyentes han sido comprados por Dios, los 144.000 fueron comprados con un propósito especial. En el Antiguo Testamento las primicias se ofrecían a Dios para el uso en su servicio (Deu_18:3-5). Los 144.000, como la ofrenda de los primeros frutos, se apartarían para el servicio divino. El propósito de sus vidas sería servir al Señor al predicar el evangelio al mundo perdido.

Su precisión

y en sus bocas no fue hallada mentira, (Apo_14:5 a)

Los 144.000 no propagarán las mentiras de Satanás, sino que dirán la verdad de Dios. En todas las generaciones, los cristianos victoriosos se caracterizan por “[seguir] la verdad en amor” (Efe_4:15). Conociendo la vital importancia de “[usar] bien la palabra de verdad”, “[procurarán] con diligencia [presentarse] a Dios [aprobados], como [obreros] que no [tienen] de qué avergonzarse” (2Ti_2:15).

Su perfección

son sin mancha delante del trono de Dios. (Apo_14:5 b).

Debido a que confiarán en el poder de Dios y llevarán vidas caracterizadas por la pureza, los 144.000 serán sin mancha. Esto, por supuesto, no significa que serán sin pecado, sino que estarán más allá de cualquier reprensión, viviendo de manera santa ante todos los que los ven.

LOS TRES ÁNGELES (Apo_14:6-11)

Los tres ángeles no aparecen en orden de sucesión ni cronológico. En vez de esto, ellos hablan sobre acontecimientos que se expanden por todo el período de la tribulación. Sus mensajes anuncian el juicio de la séptima trompeta (Apo_11:15; Apo_15:1-8; Apo_16:1-21), que incluye los últimos juicios al final de la tribulación. Los mensajes que ellos traen están destinados a producir un temor que conduzca a la fe salvadora. Dios, en su gracia, ofrecerá a los pecadores otra oportunidad de arrepentirse antes que se desaten los aterradores juicios de las copas (Apo_16:1 ss.). El primer ángel predica el evangelio, el segundo pronuncia juicio y el tercero promete condenación.

El primer ángel: Predicación del evangelio

Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. (Apo_14:6-7)

No se indica el ángel específico que Juan vio. Aunque los ángeles aparecen en cada capítulo desde el 4 hasta el 12, la referencia más cercana es a Miguel y sus ángeles (Apo_12:7). Los versículos también pudieran mirar atrás al séptimo ángel (Apo_11:15). En todo caso, se ha seleccionado otro de los incontables miles de ángeles (Apo_5:11) para un propósito muy especial. De manera espectacular el ángel aparece volando “por en medio del cielo”. “En medio del cielo” se refiere al punto del cielo donde el sol alcanza su punto más alto al mediodía (Apo_8:13; Apo_19:17). Desde ese punto, el ángel sería más visible a los que están en la tierra. Allí estaría también más allá del alcance del anticristo. Este ángel predicador estará inaccesible y su ministerio estará libre de estorbos.

Mientras vuela por el cielo, el ángel tendrá un “evangelio eterno para predicarlo”. Esta es la única vez que aparece el sustantivo “evangelio” en los escritos de Juan, aunque el verbo relacionado, traducido “predicar”, también aparece en Apo_10:7. Como una joya de muchas aristas, la Biblia describe el evangelio en varios términos, cada uno enfocado desde puntos de vista diferentes, que incluyen el evangelio del reino, el evangelio de Dios, el evangelio de la gracia de Dios, el evangelio de la gloria de Cristo, y el evangelio de salvación (Mat_4:23; Mar_1:14; Hch_20:24; 2Co_4:4; Efe_1:13). Aquí se le describe como “eterno” porque proporciona los medios para alcanzar la vida eterna.

El mensaje del ángel está dirigido “a los moradores de la tierra”, una frase empleada siempre en Apocalipsis para referirse a los incrédulos. La frase global “toda nación, tribu, lengua y pueblo” destaca la naturaleza mundialmente abarcadora de la proclamación del ángel. Él ángel clamará a gran voz a todas las personas no regeneradas en cualquier lugar. Su gran voz asegura que será escuchado y destaca la urgencia de su mensaje. El mensaje del ángel a los pecadores es “temed a Dios, y dadle gloria”. Él llamará a todos los pueblos del mundo a que cambien su alianza a la del Cordero.

Se les pedirá a los incrédulos que teman y glorifiquen a Dios de inmediato “porque la hora de su juicio ha llegado”. Esta es la primera vez en Apocalipsis que se usa esta palabra griega específica traducida “juicio”. Aparece nuevamente en Apo_16:7; Apo_18:10; Apo_19:2. Hasta este punto en Apocalipsis, la palabra “ira” se ha empleado para describir el juicio de Dios. Los justos juicios de Dios son el derramamiento de su ira contra el mundo obstinado en no arrepentirse.

Podría parecer que la advertencia del ángel es innecesaria. Después de todo, en ese momento las personas habrán experimentado los devastadores juicios de los sellos y las trompetas. La tierra estará destruida por las guerras mundiales, el hambre y los terremotos; finalmente reconocerán que esos desastres son los juicios de Dios (cp.Apo_6:15-17), pero de manera desafiante no querrán arrepentirse (Apo_9:20-21). Sin embargo, en su gracia y misericordia, Dios llamará una vez más a los pecadores al arrepentimiento a través de la predicación de este ángel. El ángel presenta una razón final para que los pecadores se vuelvan del anticristo a Dios, proclamando que el pueblo debe adorar “a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. El universo creado presenta pruebas de la existencia de Dios y también la razón para adorarlo (Sal_19:1-4).

El segundo ángel: Anunciación de juicio

Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. (Apo_14:8)

A diferencia del primero, el segundo ángel no predica las buenas nuevas del evangelio, sino que pronuncia las malas noticias de juicio. Lamentablemente, esto implica que el mensaje del primer ángel fue ampliamente rechazado. El mensaje del segundo ángel, igualmente breve y directo es: “Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad”. La repetición destaca lo seguro que es el juicio sobre Babilonia. La caída futura de Babilonia es tan cierta que se puede hablar de ella como si ya hubiera sucedido. Babilonia, en este pasaje, se refiere no precisamente a la ciudad, sino a todo el imperio político, económico y religioso que el anticristo establecerá a nivel mundial.

A la última Babilonia, personificada como una ramera (Apo_17:1-5), se le describe como que “ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación”. El mundo estará ebrio y seducido por la falsa religión babilónica dirigida por el anticristo. La palabra griega traducida “furor” describe deseos fuertes y consumidores. Como resultado de su pasión, los pecadores se verán atrapados en una gran rebelión. Habiéndose consumido el vino de la seductora ramera, las naciones del mundo seguirán su curso alejándose de Dios.

El tercer ángel: Promesa de condenación

Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. (Apo_14:9-11)

Los tres ángeles aparecen en una secuencia lógica, tal vez cronológica,. El tercer ángel anunciará su advertencia a gran voz, de modo que todos escucharán y entenderán su mensaje. Dios, al ser perfecto, santo y justo, juzga a las personas porque rechazan lo que saben que es verdadero. Por eso no habrá excusa para cada uno de los sentenciados al infierno (Rom_1:20; Rom_2:1).

La advertencia terrible del tercer ángel está dirigida a alguno que “adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano”. El ángel advierte que una terrible suerte espera a los que persistan en adorar al anticristo. Una vez más Dios, en su gracia, invita a los pecadores al arrepentimiento en la hora final.

El que tomó el vino de la ramera Babilonia también beberá del vino de la ira de Dios, “que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira”. Beber del vino de la ira de Dios es sufrir su ira (Job_21:20; Sal_75:8; Isa_51:17; Isa_51:22; Jer_25:15). Toda la furia de la ira de Dios, refrenada por mucho tiempo, se derramará. Juan describe esta aterradora realidad haciendo notar que el vino de la ira de Dios será “vaciado puro en el cáliz de su ira”. “Vaciado puro” se refiere a una práctica antigua de diluir el vino en agua. El vino que llena el cáliz de la ira de Dios es un vino fuerte, sin diluir. La ira de Dios será una venganza sin diluir, sin la mezcla de asomo alguno de compasión.

La aterradora suerte que aguarda a la persona que beba el vino de la ira de Dios es ser “atormentada con fuego y azufre”. El verbo traducido “atormentada” se refiere a sufrir de manera incesante un insoportable dolor. La forma nominal de ese verbo se emplea en Luc_16:23 para describir la agonía del rico en el Hades. A menudo se asocian el fuego y azufre en las Escrituras con el juicio divino (Gén_19:24-25; Luc_17:29). Al infierno, el lugar de destino final de los no regenerados, se le describe como el “lago de fuego que arde con azufre” (Apo_19:20; Apo_20:10; Apo_21:8).

El tercer ángel termina su mensaje declarando que “el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche”. Su descripción del infierno como el lugar donde el humo del tormento de los malvados sube por los siglos de los siglos (20:10) concuerda con el resto de la Biblia (Isa_66:24; Dan_12:2; Mat_3:12; Luc_3:17; 2Ts_1:9).

Así que los tres ángeles entregan el último llamado de Dios al arrepentimiento antes que lleguen los juicios finales y vuelva el Señor Jesucristo. Pero las advertencias de la gracia de Dios serán desatendidas por la mayoría del mundo pecador. Quizá no haya ilustración tan clara en las Escrituras de la triste realidad de que “los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Jua_3:19).

LOS SANTOS DE DIOS (Apo_14:12-13)

La declaración más asombrosa de bienaventuranza en toda la Biblia se encuentra en el versículo 13. Asombrosamente, esta segunda de siete bienaventuranzas en Apocalipsis (Apo_1:3; Apo_16:15; Apo_19:9; Apo_20:6; Apo_22:7; Apo_22:14) pronuncia bendición sobre los muertos. Tal pensamiento es incomprensible para la mayoría de las personas, que consideran la muerte como algo que ha de evitarse.

¿Por qué son bienaventurados esos muertos? La respuesta presentada en la bienaventuranza es doble: Los muertos de los que se habla aquí son bienaventurados por cómo vivieron y por cómo murieron.

Cómo vivieron

Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. (Apo_14:12)

La frase “la paciencia de los santos” presenta una de las doctrinas más importantes en las Escrituras. Todos aquellos a quienes Dios ha escogido, llamado y justificado nunca perderán su fe, sino que perseverarán hasta la muerte. Esa realidad da seguridad a todo verdadero creyente en Cristo. Revela que las muertes de los creyentes son benditas porque la muerte los conduce a las glorias del cielo.

La perseverancia de la fe salvadora nunca se ha visto más clara y poderosamente que en este pasaje. Ningún grupo de creyentes experimentará ataques más fuertes a su fe que los santos de la tribulación. Este gran grupo de creyentes incluirá gentiles (Apo_7:9) y judíos (Apo_12:17). Serán salvos gracias a los ministerios de los dos testigos (Apo_11:3-13) y de los 144.000 (Apo_7:1-8; Apo_14:1-5). Los creyentes de la tribulación sufrirán la más intensa persecución en la historia humana. Pero Dios establecerá un límite en la tribulación para que los elegidos no sufran más de lo que pueden soportar (1Co_10:13). No hay evidencia más fuerte sobre la perseverancia de la fe salvadora que la realidad de que los creyentes sometidos a la mayor prueba en toda la historia, mantendrán su fe salvadora hasta el fin.

La paciencia de los santos de la tribulación será evidente porque “guardan los mandamientos de Dios”. También mostrarán paciencia mediante “la fe de Jesús”. Ni siquiera la amenaza de muerte (Apo_13:15) hará que abandonen su fe en Cristo. Al igual que los héroes de la fe mencionados en Heb_11:1-40, mantendrán su testimonio hasta el fin, aun cuando ese fin incluya el martirio.

Cómo murieron

Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen. (Apo_14:13)

Después de haber vivido con paciencia, los santos de la tribulación morirán con promesa. Esta es la sexta vez en Apocalipsis que Juan oyó una voz desde el cielo (Apo_10:4; Apo_10:8; Apo_11:12; Apo_12:10; Apo_14:2). Él escuchará esta voz tres veces más (Apo_18:4; Apo_19:5; Apo_21:3). La voz le ordenó a Juan que escribiera. Doce veces en Apocalipsis se le dice a Juan que escriba. El apóstol tenía la orden divina de registrar sus visiones.

La voz celestial ordenó a Juan que escribiera: “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor”. Estos mártires son bienaventurados no solo porque vivieron en plena obediencia, confianza, y propósito, sino también porque mueren en el Señor. Aunque no existiera el cielo, esa sería aún la mejor manera de vivir. Pero para el pueblo de Dios, el cielo es lo que sigue a esta vida; por lo que la muerte de los santos de la tribulación será también eternamente bendita. La voz le informó a Juan que no solo serán bienaventurados quienes ya habían muerto, sino también los que mueran de aquí en adelante. Los creyentes martirizados desde ese momento hasta el final de la tribulación no tendrán nada que temer. También su muerte será bienaventurada.

Se cita directamente al Espíritu Santo en Apocalipsis solamente aquí y en Apo_22:17. Su enfático “Sí” muestra que Él está de acuerdo con la voz celestial que afirmó que los muertos son bienaventurados. Como su Consolador, el Espíritu Santo anhela ver tal sufrimiento llegar a su fin. Él añade dos razones más para la bienaventuranza de los mártires de la tribulación.

En primer lugar, el Espíritu los declara bienaventurados porque “descansarán de sus trabajos”. La palabra griega traducida “trabajos” describe una faena difícil y agotadora. Sin duda los santos de la tribulación sufrirán toda la gama de estos significados de la palabra. Se llenarán de tristeza al ver a los que aman sufrir el tormento y la muerte. Sus vidas serán una dura, difícil y peligrosa lucha por la supervivencia. Al no tener la marca de la bestia, se les excluirá de la sociedad, no podrán comprar ni vender, y vivirán como fugitivos que huyen. La muerte llegará como un bienvenido alivio.

El Espíritu Santo también dice que los mártires de la tribulación serán bienaventurados porque “sus obras con ellos siguen”. La palabra griega traducida “obras” se refiere a su servicio al Señor. Cuando esos creyentes vayan al cielo, los registros de su diligente labor siguen junto con ellos. La Biblia enseña que Dios recompensará a los creyentes en el cielo por su servicio terrenal a Él (Heb_6:10).

LA SIEGA:

LA COSECHA DE GRANO (Apo_14:14-16)

Joel, Isaías y el Señor Jesucristo hablaron de una futura cosecha de ira divina cuando el Mesías ejecute el juicio final (Joe_3:12-13; Joe_3:21; Isa_63:1-6; Mat_13:30; Mat_13:39-42). Ese último derramamiento de la furia condenatoria del Cordero es el tema del texto restante en Apo_14:1-20.

Este pasaje describe la cosecha final de ira divina en dos temas de la agricultura: la cosecha de grano (vv. Apo_14:14-16) y la cosecha de la uva (vv. Apo_14:17-20). La cosecha de grano simboliza los siete juicios de las copas. La cosecha de la uva simboliza el juicio de Armagedón. Ambas cosechas implican una hoz y la siega.

1. El segador

Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda. (Apo_14:14)

La conocida frase “Miré, y he aquí” presenta a menudo un nuevo e importante tema en Apocalipsis (cp. Apo_4:1; Apo_6:2; Apo_6:5; Apo_6:8; Apo_7:9; Apo_14:1). Lo que atrajo la atención de Juan fue una “nube blanca”, una imagen que se toma de Dan_7:13-14. Juan vio “uno sentado semejante al Hijo del Hombre”. Es el Señor Jesucristo, que viene a establecer su reino en cumplimiento de la profecía de Daniel. La brillante nube blanca simboliza su gloria y majestad (Apo_1:7; Hch_1:9). El segador está sentado mientras espera el momento apropiado para ponerse de pie y comenzar la siega. A esa siega (los siete juicios de las copas) la seguirá la venida de Cristo para establecer su reino.

La descripción de Cristo como “semejante al Hijo del Hombre” también viene de la profecía de Daniel (Dan_7:13). Fue el título predilecto de Cristo durante su ministerio terrenal, cuando “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, [y fue] hecho semejante a los hombres… y [estuvo] en la condición de hombre” (Flp_2:7-8). Esta es la última vez que las Escrituras se refieren a Él con ese título, y presenta un marcado contraste con la primera vez que el Nuevo Testamento lo llama Hijo del Hombre. En aquella oportunidad Él no tenía ni siquiera un lugar donde recostar su cabeza (Mat_8:20). Ahora está a punto de tomar posesión de toda la tierra.

Se describe al segador como que tenía “en la cabeza una corona de oro”. Esa “corona” no es del tipo que usa un rey (en griego, diadema), sino el tipo de corona (en griego, stephanos) usado por los vencedores en la guerra o en los eventos deportivos. Describe al Hijo del Hombre como el triunfante conquistador victorioso sobre todos sus enemigos (Mat_24:30).

El segador tenía también “en la mano una hoz aguda”. La hoz era una hoja de acero larga, curvada y afilada, atada a un mango largo de madera. Se usaban las hoces para cosechar el grano. Sostenidas con ambas manos, se pasaban rápidamente de un lado a otro, y sus afiladas hojas cortaban los tallos a nivel de tierra. La descripción es del Señor Jesucristo segando a sus enemigos como un segador cortando el grano.

2. La madurez

Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura. (Apo_14:15)

Otro ángel, el cuarto mencionado en este capítulo (vv. Apo_14:6; Apo_14:8-9), aparece en la escena. Los tres primeros ángeles proclamaron que venía el juicio. El cuarto trae la orden de ejecutarlo. Este ángel salió del templo celestial delante del trono de Dios. Con gran voz comunicando la autoridad que Dios le confirió, el ángel clama: “Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura”. Él entrega el mensaje de Dios el Padre al Hijo del Hombre, que ya es el tiempo para que comience el juicio. La ira de Dios ha alcanzado su límite, y su ira se derrama. La frase verbal traducida “está madura” significa “seca” o “marchita”. El grano descrito aquí ha pasado el punto de ser útil y solo sirve para recogerlo y “[quemarlo] en el fuego” (Mat_13:40).

3. La siega

Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada. (Apo_14:16)

He aquí una de las más trágicas y solemnes declaraciones en toda la Biblia. Sin adornos, anuncia la ejecución del juicio divino. Los alarmantes detalles de ese juicio se revelan en Apo_16:1-21. Estos siete violentos juicios de las copas marcan la primera fase de la última siega de la tierra.

LA SIEGA:

LA COSECHA DE LA UVA (Apo_14:17-20)

A la visión de la cosecha del grano le sigue la de la cosecha de la uva, que habla del juicio que tiene lugar en la batalla de Armagedón. Este juicio es más espectacular por la imagen del lagar.

1. El segador

Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. (Apo_14:17)

En esta visión el segador no es el Hijo del Hombre, sino un ángel, el quinto mencionado en el capítulo 14. Al igual que el cuarto ángel (v. Apo_14:15), salió del templo en el cielo y tenía “también una hoz aguda”. No es sorprendente que se describa en esta visión a un ángel como el segador. El Hijo del Hombre estará asistido por santos ángeles en su juicio final (Mat_13:39; Mat_13:49; 2Ts_1:7).

2. La madurez

Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras. (Apo_14:18)

Mientras Juan observaba, apareció otro ángel, el sexto en la visión. El título de “[el] que tenía poder sobre el fuego” está estrechamente relacionado con el hecho de que “salió del altar”. A diferencia del ángel en el versículo Apo_14:17, este ángel no sale del trono de Dios, sino del altar asociado con las oraciones de los santos. Su aparición significa que había llegado el momento de responder a esas oraciones.

Al salir del altar, “llamó a gran voz [con urgencia] al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras”. En respuesta a las oraciones de los santos, llega el tiempo para la cosecha de juicio. La palabra “maduras” no es el mismo término griego empleado en el versículo Apo_14:15. Esa palabra se refiere a algo totalmente maduro, y en su momento culminante. Representa a las personas malvadas de la tierra como estallando ante el juicio de la maldad y listos para la cosecha de justicia.

4. La siega

Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios. (Apo_14:19-20)

Lo que ocurrirá cuando el ángel arroja su hoz en la tierra será catastrófico. Todos los enemigos de Dios que sobrevivieron a los siete juicios de las copas se vendimiarán como racimos de la viña de la tierra y se echarán en el gran lagar de la ira de Dios. Un lagar estaba formado de dos recipientes de piedra conectados por un canal. Las uvas se pisoteaban en el recipiente superior, y se recogía el jugo en el inferior. La salpicadura de jugo al pisotearse las uvas describe gráficamente la salpicadura de la sangre de los que serán destruidos (cp. Isa_63:3; Lam_1:15; Joe_3:13).

La asombrosa y aterradora carnicería de la batalla de Armagedón se extenderá tanto que del lagar saldrá sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios. Será “pisado el lagar fuera de la ciudad”, mientras el Señor protege a Jerusalén de la carnicería de la batalla de Armagedón (cp. Apo_11:2; Dan_11:45; Zac_14:1-4). Habrá millones de personas que participarán en la batalla de Armagedón, ya que todas las naciones se reunirán para pelear contra Cristo.

Sin embargo, es difícil imaginarse que podrán producir un flujo de sangre “hasta los frenos de los caballos [unos 120 cm de profundidad] por mil seiscientos estadios”. Una mejor interpretación, tanto si hay verdaderos caballos como no, considera eso una hipérbole que sugiere la matanza en la que la sangre salpicará hacia el aire profusamente a lo largo de toda la batalla. Cuando la matanza llegue a su punto culminante, la sangre podría correr en abundancia.

El Armagedón, como indica este pasaje, será realmente una carnicería y no una batalla. Cuando venga el Señor Jesucristo, el anticristo, el falso profeta y todas sus fuerzas humanas y demoniacas serán destruidos de inmediato. Quienes se niegan a arrepentirse, aun después de repetidas advertencias, aprenderán de primera mano la verdad solemne de que “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Heb_10:31). Harían bien con prestar atención a la exhortación del Sal_2:1-12 : “Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían” (v. Apo_14:12).