4. Los santos de la Tribulación (Ap. 7:1-17)
El capítulo 7 forma como un paréntesis entre los sellos
sexto (Apo_6:12-17) y séptimo
(Apo_8:1) para responder la pregunta: “El
gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Apo_6:17). Presenta a dos grupos que
sobrevivirán a la furia del juicio divino. Los primeros
(descritos en los versículos Apo_7:1-8) son los evangelistas judíos que serán preservados en la tierra. Ellos sobrevivirán a la ira
divina desatada por los juicios de los sellos, las trompetas y las copas. Dios
también los protegerá de los esfuerzos del anticristo por matarlos y borrar de
la faz de la tierra a todos los creyentes. Habiendo sobrevivido a las guerras,
el hambre, y los desastres naturales sin precedente, entrarán vivos en el reino
milenario. El segundo grupo que escapará de la furia divina (Apo_7:9-17) serán
los que sufrirán el martirio.
LOS 144.000 JUDÍOS
La ira refrenada
Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la
tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase
viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. (Apo_7:1)
El empleo aquí de “Después de esto” significa
que la visión del sexto sello ha terminado y que Juan está por recibir una
nueva visión. Pudiera indicar también que esta nueva visión representa sucesos
que vienen cronológicamente después del sexto sello. La escena ahora se
traslada del juicio de los impíos a la protección especial para los piadosos.
Al mostrarse la visión, Juan vio
primero cuatro ángeles. A estos cuatro se les da poder sobre los elementos de
la naturaleza (Apo_14:18; Apo_16:5). Se les ve “en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro
vientos de la tierra”. Los ingenuos escépticos piensan que la referencia
poética de Juan a los cuatro ángulos de la tierra refleja la creencia primitiva
de que la tierra era plana y cuadrada. Pero la frase en realidad se refiere a
toda la tierra, al designar los cuatro puntos principales en la brújula (norte,
sur, este y oeste).
Desde sus posiciones clave en la
tierra, estos poderosos ángeles se aseguraron de que no soplase viento alguno
sobre la tierra, el mar, ni ningún árbol. Los cuatro vientos se asocian a
menudo en las Escrituras con el juicio de Dios (Jer_49:36; Dan_7:2; Ose_13:15).
La palabra “detenían” viene de una palabra
que sugiere que los vientos están luchando por librarse de su restricción. La
detención de los vientos por los ángeles simboliza también la retención de las
plagas asociadas con los inminentes juicios de las trompetas (Apo_8:5 ss). De modo que la siguiente
fase de la ira de Dios está detenida por el momento.
Los santos sellados
Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del
Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado
el poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la
tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a
los siervos de nuestro Dios. (Apo_7:2-3)
La razón de la detención temporal del juicio de Dios se
hace evidente cuando Juan ve a otro ángel, además de los cuatro que detenían
los vientos. Algunos han identificado a este ángel como Jesucristo, pero no es
probable porque “otro” significa otro de la misma clase que los primeros cuatro
ángeles.
Juan vio que el ángel “subía de
donde sale el sol”. Esta es una forma poética de decir del este, el punto de la
brújula por donde sale el sol. Desde la perspectiva de Juan en la isla de Patmos,
el este quedaría hacia la tierra de Israel, la tierra de donde vino la promesa
de salvación de Dios por medio de Jesús.
El ángel tenía consigo “el sello
del Dios vivo”. Este sello (del griego sphragis) se refiere a menudo a un anillo de sello.
Los reyes y otros funcionarios usaban tales anillos para poner su sello en cera
sobre los documentos y otros artículos, confirmando su
autenticidad y garantizando su seguridad (Gén_41:42; Est_3:10; Est_8:2; Est_8:8; Dan_6:17; Mat_27:66).
En contraste con los sellos de los gobernadores de la tierra, el sello
que llevaba el ángel era el del “Dios vivo”. A menudo la Biblia
identifica a Dios como el Dios vivo para distinguirlo de los ídolos muertos que
adoraban los impíos. La falsa deidad más destacada del período de la
tribulación, el anticristo, sellará a sus seguidores (Apo_13:16-17; Apo_14:9-11; Apo_16:2; Apo_19:20; Apo_20:4), y el Dios vivo y verdadero sellará
a los suyos. Apo_14:1 identifica la marca que deja el sello de
Dios como los nombres de Cristo y el Padre.
Con urgencia, el quinto ángel clamó a gran voz a los
otros cuatro ángeles: “No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles,
hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios”. El
daño que vendrá a la tierra, al mar y a los árboles ocurrirá cuando los cuatro
ángeles de pronto liberen el juicio que tienen detenido. Pero ese juicio tenía que
esperar hasta que los ángeles hubieran sellado en sus frentes a los siervos de
nuestro Dios. El que se refiera a ellos como siervos indica que ya están
redimidos. Al llegar a este punto deben recibir protección para que puedan
seguir testificando de Cristo. Después de terminar de sellarlos pueden comenzar
los juicios. Apo_14:1-5 describe su carácter moralmente puro y su devoción a Cristo. También se les describe
como quienes “fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y
para el Cordero” (Apo_14:4). También
serán los más eficientes misioneros que el mundo haya visto jamás, y serán
instrumentos en la conversión de sus compatriotas y de las naciones.
Los israelitas identificados
Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de
todas las tribus de los hijos de Israel. De la tribu de Judá, doce mil
sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil
sellados. De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce
mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados. De la tribu de Simeón,
doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de
Isacar, doce mil sellados. De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la
tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados. (Apo_7:4-8)
Los 144.000 no son todos los creyentes judíos
en ese tiempo, sino un grupo excepcional seleccionado para proclamar el
evangelio en ese día (Apo_12:17; Apo_14:1-5). A pesar de la declaración clara y sin ambigüedades del texto de que los ciento cuarenta y
cuatro mil que han de ser sellados vendrán de todas las tribus de los hijos de
Israel, muchos persisten en identificarlos como la Iglesia. Pero la
identificación de Israel con la Iglesia en esos pasajes es tenue y discutible.
El hecho es que “no hay en el Nuevo Testamento ni en los escritos antiguos de
la Iglesia hasta 160 d.C. algún ejemplo bien definido de que a la Iglesia se le
llame ‘Israel’… Eso descalifica cualquier intento de identificar a Israel como
la iglesia en Apo_7:4”.1 El término
Israel debe interpretarse de acuerdo
con su uso normal en la Biblia, como una alusión
a los descendientes físicos de Abraham, Isaac y Jacob.
Que hubiera 12.000 sellados de
cada tribu de los hijos de Israel habla del propósito electivo de Dios. La
simple elección humana no hubiera logrado tan uniforme división. Aunque los
registros de las tribus se perdieron cuando los romanos saquearon Jerusalén en
70 d.C., Dios sabe quiénes pertenecen a cada tribu.2
Los nombres específicos de las tribus en esta
lista hacen que surjan tres preguntas interesantes. ¿Por qué aparece Judá
primero en la lista, cuando Rubén es el primogénito? ¿Por qué se omite la tribu
de Dan?, y ¿por que se omite Efraín en favor de su padre, José? Rubén perdió el
derecho de la primogenitura como castigo por su mala conducta sexual con la
concubina de su padre (1Cr_5:1). La omisión de la tribu de Dan en favor de la tribu sacerdotal de Leví se debe a
la tendencia de la tribu a la idolatría (Deu_29:18-21). Aunque Dan disfrutará de las bendiciones del milenio (Eze_48:1-2;
Eze_48:32), la tribu no será seleccionada para esta tarea ni recibirá protección durante la
tribulación. De forma similar, se omite el nombre de Efraín en favor de su
padre José, porque Efraín se apartó de la casa gobernante de Judá (Isa_7:17). Como Dan, Efraín se consumió en idolatría (Ose_4:17). Su hermano Manasés se incluye porque fue el hijo fiel de José.
Este importante pasaje respalda
la verdad bíblica de que Dios no ha terminado con la nación de Israel (véase Rom_9:9-11). Aunque Israel falló en su misión de ser una nación ejemplo en el Antiguo Testamento, esa
no será la situación en el futuro. Del pueblo judío saldrá la más grande fuerza
misionera que jamás haya conocido el mundo.
LOS CREYENTES DE
LA TRIBULACIÓN
Descripción
Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía
contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas… vestidos de ropas
blancas, y con palmas en las manos; (Apo_7:9 a, c)
Apo_7:9-17 describe esa gran multitud de
personas de todas las naciones del mundo que serán
salvas durante la tribulación. Eso puede incluir a los de Israel que se salven
durante la predicación de los 144.000. No hay nada en la terminología del
pasaje que indique que se debe excluir a los judíos. Más bien, la frase “toda
nación” podría incluirlos.
Como ocurre en todo Apocalipsis,
la frase “Después de esto” presenta una nueva visión, distinta de la que
aparece en Apo_7:1-8. La exclamación “he aquí” revela que esta visión fue conmovedora y alarmante para
Juan. El anciano apóstol, el último sobreviviente de los doce, debe de haberse
sentido aislado y solo en su destierro en la isla de Patmos. Él había visto a
gentiles venir a Cristo a través de su propio ministerio en Asia Menor y a
través de los ministerios de Pablo, Timoteo, Tito y otros. Se habían fundado
iglesias de gentiles, si bien eran en su mayor parte pequeñas, y estaban
asediadas y perseguidas. Esta visión seguramente renovó su gozo y esperanza, al
darse cuenta de que la Iglesia sobreviviría y que al final personas de todas
las naciones, y en gran número, llegarían a la salvación.
Que el grupo que se presenta en este pasaje es diferente de los 144.000
(Apo_7:1-8) es evidente por varias consideraciones.
En primer lugar, la frase “Después de esto” presenta una
nueva visión. En segundo lugar, se describe a este grupo como “una gran
multitud, la cual nadie podía contar”. No se menciona un número específico. En
tercer lugar, los 144.000 vinieron de las doce tribus de Israel (Apo_7:4-8), mientras que este grupo vino
de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas. Por último,
los 144.000 están más allá del alcance de los perseguidores, porque han
recibido el sello que los protege de la persecución en la tierra (Apo_7:3). Pero este segundo grupo está fuera del alcance de cualquier perseguidor, porque ya está en el
cielo. El versículo Apo_7:14 los describe e identifica: “Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus
ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”.
Los redimidos estaban “vestidos
de ropas blancas”. “Ropas” viene de una palabra griega que describe un manto
grande, a todo lo largo, y son las mismas que usan los mártires en Apo_6:9-11. El hecho sugiere que el grupo
que se describe aquí es parte de aquel grupo anterior
de creyentes que sufrieron la muerte. Con el avance de la tribulación, el
número de mártires se incrementará, como también el número de creyentes que
mueran natural o violentamente, acumulando al final a la vasta e incontable
multitud en este pasaje. Las ropas blancas son más simbólicas que literales, ya
que los santos no tienen hasta el momento su cuerpo resucitado (Apo_6:9; Apo_20:4). Esas ropas blancas, que
simbolizan también santidad, están reservadas para Cristo (Mat_17:2; Mar_9:3), sus ángeles (Mat_28:3; Mar_16:5), y la Iglesia glorificada (Apo_19:8; Apo_19:14).
Los santos también tenían “palmas en las manos”.
En las Escrituras se asocian las palmas con celebración, liberación y gozo.
Eran importantes sobre todo durante la fiesta de los tabernáculos (Lev_23:40), y se empleaban en la
construcción de casas en las que el pueblo vivía mientras
duraba la fiesta (Neh_8:15-17). Durante la entrada triunfal
de Jesús, la gozosa multitud batía palmas mientras le
daba la bienvenida a Jerusalén, gritando: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en
el nombre del Señor, el Rey de Israel!” (Jua_12:13). Las palmas en las manos de
estos santos redimidos son un símbolo muy adecuado de
celebración por la salvación en Cristo.
Ubicación
estaban delante del trono y en la presencia
del Cordero, (Apo_7:9 b)
Juan vio esta vasta e incontable multitud de santos victoriosos y
gozosos que estaban delante del trono de Dios en el cielo. También estaban en la presencia del Cordero, a quien Juan vio en pie cerca
del trono en su anterior visión (Apo_5:6). Muchos habían sufrido la muerte a manos del anticristo (cp. Apo_20:4) por no querer dejarse marcar
por él o por negarse a adorarlo. Ya no se les ve más
bajo el altar suplicando venganza divina (Apo_6:9-11), la cual ya ha comenzado,
sino que están triunfalmente delante del trono de Dios.
Ocupación
y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el
trono, y al Cordero. (Apo_7:10)
Los mártires redimidos constantemente claman a gran voz
en adoración gozosa y ardiente. El Señor desea alabanza a gran voz (Sal_66:1; Sal_100:1). Sus oraciones de intercesión han cesado y están glorificando y alabando a Dios. La salvación es
el tema de su adoración, como lo es en todo Apocalipsis. En Apo_12:10 Juan oyó “una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación,
el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha
sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante
de nuestro Dios día y noche”. La ocupación de los que están en el cielo es la
alabanza continua y eterna al Dios Todopoderoso y al Cordero. Identifican a
Dios como “nuestro Dios”, reclamando a Dios como suyo.
Compañía
Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de
los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros
delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria
y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza,
sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. (Apo_7:11-12)
Los creyentes incontables delante del trono de Dios no estaban solos en
su adoración a gran voz. Se les unió un número incontable de
ángeles (mencionados primero en su anterior visión en Apo_5:11). Los ángeles que circundan el glorioso y sublime trono de Dios (Apo_4:1-6;
Apo_5:1;
Apo_5:6) también rodearon a los otros dos grupos implicados en la adoración a Dios,
los ancianos y… los cuatro seres vivientes. En Apo_5:8-10, los veinticuatro ancianos
cantaban la canción de la redención, aunque aquí se les ve alabando
al Dios de la redención. Los cuatro seres vivientes son querubines, un orden
exaltado de ángeles, y con frecuencia aparecen juntos con estos ancianos (Apo_5:6; Apo_5:8; Apo_5:11; Apo_5:14; Apo_14:3; Apo_19:4).
Sobrecogido por la gloria de Dios que rodeaba su trono, todos los
presentes se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios.
Luego, reconociendo la soberanía y santidad de Dios, los
adoradores profieren una bendición que tiene por comienzo y fin la afirmación
“Amén”, que significa “que así sea”. Su oración es que “la bendición y la
gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la
fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos” (Apo_4:11; Apo_5:12).
La frase “por los siglos de los siglos” indica, como lo
hizo en la doxología de Apo_5:13 ss, que esta alabanza no es
temporal o momentánea, sino que continuará eternamente. Lo que se
describe aquí es adoración que nunca cesará por toda la eternidad sin fin.
Procedencia
Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas
blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y
él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado
sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. (Apo_7:13-14)
Juan se convirtió entonces en un participante
activo en la visión cuando uno de los veinticuatro ancianos le hacía preguntas.
El anciano no estaba preguntando porque no supiera la respuesta, sino para
subrayar lo que quería decir. La pregunta del anciano especifica y subraya la
verdad de que habrá personas que se salvarán durante la tribulación.
Algunos plantean que los
mártires redimidos en la tribulación, y otros que se ven en el cielo, serán
personas que nunca vivieron en la época de la Iglesia. Sin embargo, esto no
puede ser cierto puesto que la tribulación dura siete años (Dan_9:27) y la gran tribulación la mitad de esto (Apo_11:2-3;
Apo_12:6;
Apo_13:5). Todos ellos tendrían que tener menos de siete años de edad. Otros sostienen que esas son
personas que nunca escucharon el evangelio mientras estuvieron vivos y
recibieron la oportunidad de arrepentirse después de la muerte. Esta
interpretación es también imposible, “de la manera que está establecido para
los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Heb_9:27). Las personas tienen la
oportunidad solo mientras están vivas. Estas son personas
cuyas vidas se extendieron más allá del arrebatamiento en la tribulación.
La respuesta de Juan al anciano
es enfática: “Señor, tú lo sabes”. Incluye al mismo tiempo una confesión de
ignorancia y una solicitud de más revelación. El que Juan llame al anciano
“Señor” no le atribuye deidad. Él estaba empleando el equivalente en griego de
“señor” como título de gran respeto (Apo_19:10; Apo_22:8-9). La respuesta del celestial
anciano confirmó la identidad de esos creyentes como “los que han
salido de la gran tribulación”. Ellos vivieron en ella, fueron redimidos
durante ese tiempo, y ahora han salido de ella mediante la muerte. La frase
griega traducida “los que han salido” representa un proceso prolongado. Ese
grupo seguirá creciendo a medida que las personas sigan muriendo durante la
tribulación. Por lo tanto, no se trata aquí del arrebatamiento de la Iglesia,
ya que este es un suceso instantáneo (1Co_15:51-52). La descripción
de esos creyentes los distingue claramente de cualquier otro grupo de personas
redimidas en la historia.
El anciano, además, describió
cómo los creyentes de la tribulación ganaron el privilegio de estar en la
presencia de Dios y de sus ángeles. Esto es porque están vestidos de ropas
blancas las cuales han lavado, las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
Aquí sus vestiduras blancas indican santidad y pureza. “Las ropas sucias” en
las Escrituras simbolizan la afrenta del pecado (Isa_64:6; Zac_3:3), y la salvación se presenta muchas veces como lavar (Sal_51:7; Isa_1:18; Tit_3:5; Apo_22:14). Que nada puede limpiarse al
lavarlo en sangre, parece algo raro a considerar, pero no para los que conocen
muy bien el Antiguo Testamento. Tal lavado era imprescindible para la
purificación espiritual (Heb_10:4). La muerte expiatoria de
Cristo borró las culpas de los pecados de los creyentes de la
tribulación, y por la fe y el arrepentimiento recibieron justificación y
reconciliación con Dios (Rom_5:10; 2Co_5:18-21).
Función
Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y
noche en su templo; (Apo_7:15 a)
La razón por la que a esos creyentes de la tribulación
se les permitiera estar delante del trono de Dios es porque fueron purificados
y limpios de sus pecados por el sacrificio del Cordero de Dios en su favor. Así
que estaban aptos para la presencia de Dios, a fin de que pudieran servirle día
y noche. La palabra “sirven” viene de una palabra que se emplea a menudo para describir
el servicio sacerdotal (Luc_2:37; Heb_8:5; Heb_13:10); “día
y noche” es una expresión idiomática que indica su continua ocupación. No hay
noche y día en el cielo eterno de Dios (Apo_22:3-5). La ubicación de ese servicio es en su templo. Hay realmente un templo en el
cielo, y habrá uno en la tierra durante el reino milenario de Cristo (
Eze_40:1 to Eze_48:35). Sin embargo, en la condición eterna no habrá más necesidad de templo “porque el Señor Dios
Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero” (Apo_21:22). El templo celestial es en
realidad el dominio santo donde la presencia de Dios mora fuera del universo caído, pero que será innecesario en los nuevos cielos y la nueva tierra,
donde el pecado se ha eliminado para siempre. Nunca más habrá un edificio para
templo, porque Dios ocupará todo lugar, y todos los creyentes, en todas partes,
en su condición eterna, seguirán adorándolo y sirviéndole por siempre.
Protección
y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo
sobre ellos. (Apo_7:15 b)
En una imagen maravillosa y reconfortante, Dios, descrito como el que
está sentado sobre el trono (cp. Apo_4:1-3;
Apo_5:1;
Apo_5:13;
Apo_7:10), promete extender el tabernáculo, o tienda (cp. Apo_21:3), su shekiná sobre estos perseguidos creyentes. “Tabernáculo”
es una palabra que a Juan le gusta usar (cp. Apo_13:6; Apo_15:5; Apo_21:3; el verbo afín traducido como “habitar” aparece en Jua_1:14) y que refleja la presencia
protectora del Señor. Se corresponde con las promesas en el Antiguo
Testamento de la presencia protectora de Dios (cp. Lev_26:11-12; Eze_37:27; Zac_2:10-11;
Zac_8:3;
Zac_8:8). Estos creyentes habrán experimentado indecibles sufrimientos e indescriptibles horrores
mientras se derramaban los juicios de Dios sobre el mundo. Habrán sufrido
terrible persecución a manos del anticristo y de sus seguidores. Pero cuando
entren a la presencia de Dios, entrarán a un santuario celestial, el lugar más
seguro. Allí recibirán protección de los terrores del mundo caído que han de
venir a medida que Dios sigue desatando sus juicios devastadores y
destructivos.
Provisión
Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;
porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a
fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. (Apo_7:16-17)
Esta consoladora promesa de más provisión se extrae de las
palabras de Isa_49:10, que son casi idénticas.
Mientras experimentaban los horrores de la tribulación, estas víctimas habían
soportado hambre y sed, y un calor abrasador al caer el sol sobre ellos, un
fenómeno que ocurrirá en la tribulación (Apo_16:9). Pero ahora disfrutarán de eterna complacencia, porque el Cordero que está en medio del
trono (Apo_5:6) los pastoreará, y los guiará a fuentes de
aguas de vida. La figura de Dios como el pastor de su pueblo es una de las más
amadas y comunes en el Antiguo Testamento, y Jesús se presenta como el pastor
de su pueblo. Resulta interesante observar que los otros tres usos de
“pastorear” en Apocalipsis (Apo_2:27; Apo_12:5; Apo_19:15) revelan a Cristo aplastando a
los pecadores con una vara de hierro (Sal_2:9). El Gran Pastor guiará a su rebaño a fuentes de aguas de vida y enjugará toda lágrima de los
ojos de ellos. En el cielo no habrá dolor ni tristeza.
En esta época en la que el cristianismo está bajo asedio por todas partes, es reconfortante recibir la seguridad del triunfo final de la gracia salvadora de Dios. Dios redimirá a su pueblo. Este pensamiento debe traer gran consuelo a todos los creyentes, y motivarnos a alabar a Dios por la grandeza de su plan.