3. Los juicios de los sellos de la Tribulación (Ap. 6:1-17)
En Apo_5:1-7, Cristo recibió un libro sellado con siete sellos. El libro contenía el título de
propiedad de la tierra. A diferencia de los documentos legales normales, este
no contenía una descripción de lo que Cristo heredaba, sino detalles de cómo
reclamaría lo que legítimamente le pertenecía. Comenzando en el capítulo 6, se abre
el libro y se rompen sus sellos. El abrir el libro marca el comienzo del
juicio.
Cada uno de los sellos del libro
representa un juicio divino específico que se derramará de forma secuencial
sobre la tierra. Los sellos abarcan toda la tribulación (Apo_3:10), que termina con la venida de
Cristo. Al parecer es correcto afirmar que los primeros cuatro sellos tienen
lugar durante la primera parte de la tribulación,
el quinto dura desde la primera hasta la segunda parte, la “gran tribulación”
en Apo_7:14, y el sexto y el séptimo ocurren durante esa “gran tribulación”. Al parecer el séptimo
sello tiene los juicios de las siete trompetas (Apo_8:1
a Apo_11:19) y la séptima trompeta (Apo_11:15) contiene los juicios de las
siete copas (Apo_16:1-21). Los siete sellos contienen
todos los juicios hasta el final, cuando Cristo vuelva.
El abrir los siete sellos se compara con la cronología de la tribulación de nuestro Señor, que se encuentra en su propio
mensaje en Mat_24:1-51. (Véase
la tabla “Los siete juicios venideros de los sellos”).
Así como aumentan en frecuencia
e intensidad los dolores de parto de una madre cuando se acerca el momento de
dar a luz, los juicios se intensificarán durante la tribulación, hasta la
llegada de Cristo en gloria. Los primeros cuatro sellos abarcan el período que
Jesús describió como “principio de dolores” (Mat_24:8). Estos cuatro juicios son muy
terribles, pero son solamente la preparación
del derramamiento de la ira final de Dios en los tres últimos sellos.
LOS SIETE JUICIOS
VENIDEROS DE LOS SELLOS
EL PRIMER SELLO:
FALSA PAZ
Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro
seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un
caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y
salió venciendo, y para vencer. (Apo_6:1-2)
Los capítulos Apo_4:1-11; Apo_5:1-14 describen la alabanza que se
ofrece en el cielo al Padre y a Jesús. A medida que se abren los
sellos en el capítulo Apo_6:1-17, la alabanza cesa como un presentimiento
del juicio venidero. La escena ahora se traslada del cielo a la tierra, el
centro de los sucesos a través de la venida de Cristo en el
capítulo Apo_19:1-21, y su reino terrenal en el capítulo Apo_20:1-15.
Habiendo recibido de su padre el título
de propiedad de la tierra (Apo_5:7), el Cordero abrió el primero de los sellos. Cuando se abre ese sello en la visión, no
se lee lo que está escrito en el libro, sino que sucede algo. De inmediato Juan
oyó a uno de los cuatro seres vivientes decir con una poderosa voz de trueno:
“Ven y mira”. En respuesta a la convocatoria angelical, un caballo blanco llegó
cargando a su jinete.
Los primeros cuatro sellos se
relacionan con caballos y jinetes, los cuatro jinetes del Apocalipsis. En las
Escrituras se asocia a los caballos con triunfo, majestad, poder y conquista (Apo_19:11; Apo_19:14; Job_39:19-25; Pro_21:31).
Algunos, viendo un paralelo con Apo_19:11, identifican al que montaba el
caballo blanco como Cristo. Pero como Cristo abre el libro sellado, no puede
ser el jinete. Además de eso, este jinete usa una
corona ganada como premio. En Apo_19:12 Cristo usa muchas coronas
reales. A diferencia de este jinete, que tenía
un arco, Cristo lleva una espada (Apo_19:15). Por último, Cristo viene al final de la tribulación, no al principio.
Otros identifican al jinete como
el anticristo. Pero como los otros tres jinetes representan a fuerzas
impersonales (guerra, hambre y muerte), es mejor ver al primero también como
una fuerza. Esta fuerza se puede definir como una paz mundial, que el segundo
jinete hace desaparecer durante el segundo sello (Apo_6:4).
Así que antes de que los terrores de la tribulación
se liberen y conduzcan a la batalla de Armagedón, habrá un período de paz. Pero
será una paz engañosa, ya que el mundo se sentirá embargado por una falsa
sensación de seguridad seguida de la guerra, del hambre y de la muerte. El
desesperado deseo del mundo por la paz internacional servirá de cebo para la
trampa satánica. Este anhelo de seguridad y confianza le servirá al anticristo,
el gobernador de Satanás, que convencerá al mundo de que él puede
proporcionarla.
Que el jinete tenía un arco pero
no flechas, y que se le honraba con una corona que le fue dada libremente,
revela que el vencer incluirá victorias no sangrientas. Su corona es una corona
de ganador. No es un rey verdadero, pero tiene una corona del mundo por sus
triunfantes logros al frente de la paz mundial. Él no vencerá con fuerzas
militares, sino con engaño (2Ts_2:9-11). Su conquista será una paz que se gane con acuerdos, no por medio de conflictos (Dan_9:24-27). Incluso cuando se acerca la
condenación final del mundo, el anticristo prometerá una
era dorada de paz y prosperidad. En gratitud, el mundo lo honrará y lo elevará
a la posición de líder supremo. Pero tanto sus promesas como la paz tendrán
poca duración.
EL SEGUNDO SELLO:
GUERRA
Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira.
Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar
de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran
espada.
(Apo_6:3-4)
El ambiente de paz y armonía del mundo terminará
bruscamente cuando aparezca en escena el segundo jinete. Cuando el Cordero
abrió el segundo sello, Juan oyó al segundo ser viviente que llamaba al segundo
jinete que decía: “Ven y mira”. De inmediato “salió otro caballo, bermejo”.
Bermejo, el color del fuego y de la sangre, representa la guerra. El juicio de
Dios desciende, y la falsa paz bajo la dirección del anticristo se disuelve en
guerra.
Con relación al jinete, las
primeras observaciones de Juan son que “le fue dado poder de quitar de la
tierra la paz”. Todo lo que sucede estará bajo el control de Dios. Él permite
la falsa paz, y Él la concluye y trae guerra en la tierra. En oposición a la
enseñanza de algunos, los juicios de la tribulación no reflejan la ira de los
hombres ni la ira de Satanás. Expresan la ira de Dios derramada sobre este
mundo. Describiendo ese tiempo, Jesús dijo: “Oiréis de guerras y rumores de
guerras… se levantará nación contra nación, y reino contra reino” (Mat_24:6-7). Los hombres se matarán unos a otros de forma tal que no tenga precedentes. Aunque las
Escrituras no ofrecen los detalles, los avances en la construcción de
armamentos sugieren una destrucción terrible.
Juan también observó que “se le
dio una gran espada” al jinete. Aquí la palabra griega traducida “espada” se
refiere a la corta y punzante espada que llevaba el soldado romano a la
batalla. Era también el arma que usaban los asesinos. La visión muestra una
gran espada para describir la magnitud de la guerra. La falsa paz del
anticristo se disolverá en guerra y revuelta.
El anticristo tendrá una
participación fundamental en las guerras que seguirán. Cuando estallen las
guerras en todo el mundo no tendrá otra opción que recurrir a la guerra, con
tal de preservar su poder. El anticristo será tan hábil en la guerra como lo
fue fomentando la falsa paz (cp. Dan_8:24). Entre sus víctimas habrá muchos del pueblo de Dios (cp. Apo_6:9; Mat_24:9).
El establecimiento de la abominación
desoladora por parte del anticristo (Dan_11:31; Dan_12:11; Mat_24:15) traerá como resultado un gran conflicto (véase Dan_11:36-45).
Como cabeza de la Confederación del Occidente, el anticristo
se describirá como un campeón de la paz. Incluso parecerá que logra traer la
paz al problemático Oriente Medio. Hará un tratado con Israel, tomando la
posición de su protector y defensor. Pero muy pronto su deseo de dominación
provocará rebelión. Los intentos del anticristo de aplastar a sus enemigos
durarán hasta el final de la tribulación. Por último, cuando vuelva el Señor
Jesucristo, lanzará al anticristo en el lago de fuego para siempre (Apo_20:10).
EL TERCER SELLO:
HAMBRE
Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y
miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la
mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos
libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no
dañes el aceite ni el vino. (Apo_6:5-6)
Cuando el Cordero abrió el tercer sello, la potente
voz del tercer ser viviente anunció la llegada del tercer caballo y jinete. El
empleo de Juan de la frase “he aquí” revela cuán sobresaltado estaba ante la
apariencia del jinete. El color negro se asocia con el hambre (Lam_5:10). El hambre es una
consecuencia lógica de la guerra mundial al destruirse los
suministros de alimentos. Jesús también predijo este hambre futura (Mat_24:7). En el pasado Dios ha usado
el hambre como medio de juicio, pero esta será
la hambruna más devastadora de toda la historia humana.
La balanza que el jinete tenía
en la mano representa el racionamiento que vendrá como resultado del hambre.
Después de la aparición del caballo negro y su jinete, Juan oyó “una voz” de en
medio de los cuatro seres vivientes. Como los cuatro seres vivientes estaban
alrededor del trono (Apo_4:6), es probable que fuera la voz de Dios, el
que estaba sentado en el trono (Apo_4:2-3). Dios también habla respecto al quinto sello (Apo_6:11). Aquí
habla como un recordatorio de que el hambre es un juicio directo de parte de
Él.
Se puede ver la gravedad de la
hambruna en el ejemplo dado. Dos libras de trigo es apenas suficiente para
sostener a una persona por un día, mientras que un denario representa el
salario de un día del obrero promedio. El salario del obrero promedio apenas
será suficiente para proveer comida para sí mismo cada día y no para alimentar
a su familia. Los que tienen familias podrán comprar seis libras de cebada por
un denario. Esto proporcionaría comida para sus familias, pero la cebada tiene
muy poco valor nutritivo y se suele usar para alimentar el ganado. Dios le
advirtió a la gente que no derrochara el aceite ni el vino. Los alimentos de
primera necesidad se convertirían en lujos inapreciables. El aceite de oliva y
el vino, que se usaban para la preparación de los alimentos, así como la
purificación del agua, tendrían que protegerse cuidadosamente.
EL CUARTO SELLO:
MUERTE
Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y
mira. Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre
Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de
la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras
de la tierra. (Apo_6:7-8)
El Cordero abrió el sello y el cuarto ser
viviente llamó al cuarto caballo y a su jinete. Juan describió el último
caballo como un caballo amarillo. “Amarillo” se refiere a un color verde
amarillo pálido. El color del caballo vívidamente describe la palidez verde
amarillenta de la muerte, característica de la descomposición de un cadáver. El
jinete que lo montaba tenía por nombre Muerte. La muerte en gran escala es la
consecuencia inevitable de la guerra generalizada y del hambre. En esta escena
aterradora, Juan vio que el Hades seguía a la Muerte.
Entonces se cuantifica la
magnitud de la muerte y la destrucción, resultado de la guerra y el hambre. Le
fue dada potestad a la Muerte y al Hades para que destruyeran la cuarta parte
de la población del mundo. Teniendo en cuenta la población actual del mundo,
eso representaría la asombrosa cifra de 1.500 millones de muertes. La Muerte
usará cuatro instrumentos en su sombría tarea. Los primeros tres elementos, la
espada, el hambre y la mortandad, aparecen vinculados muchas veces en las
Escrituras (1Cr_21:12; 2Cr_20:9; Jer_14:12), y los cuatro elementos
aparecen en Eze_14:12-21.
Ya se han analizado la espada (guerra) y el hambre respecto al segundo
y el tercer sellos. El cuarto sello empeora estas condiciones. La palabra “mortandad” aquí se refiere fundamentalmente a enfermedades como causa
de muerte (Apo_2:23; Apo_18:8) pero es lo bastante amplio
como para abarcar los desastres naturales, como los terremotos predichos por
Jesús (Mat_24:7), las inundaciones y las
erupciones volcánicas. Incluso pudiera referirse a los efectos de
las armas biológicas y químicas.
A primera vista, la inclusión de
“fieras” con espada, hambre y mortandad parece enigmática, ya que la mayoría de
las criaturas peligrosas para el hombre están extinguidas o aisladas en
regiones despobladas. Pero una posible explicación es que la más mortífera de
todas las criaturas, la rata, prospera en todas las zonas pobladas. Las ratas
han sido responsables de incontables millones de muertes, a lo largo de la
historia, al transmitir enfermedades. El caso más devastador de una enfermedad
transmitida por las ratas fue una epidemia de peste bubónica del siglo catorce
que aniquiló a un cuarto o un tercio de la población de Europa. En un mundo
desolado por la guerra, el hambre y las enfermedades, las ratas crecerían de
manera sorprendente.
EL QUINTO SELLO:
JUICIO DIVINO
Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido
muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. Y
clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no
juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? Y se les dieron
vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo,
hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también
habían de ser muertos como ellos. (Apo_6:9-11)
El quinto sello marca el punto medio de la tribulación estableciendo un puente entre el comienzo de la ira de Dios en la
primera parte de la tribulación y su furia plena en la segunda parte. Como los
jinetes de los primeros cuatro sellos, este también describe una fuerza. Esa
fuerza es las oraciones de los santos de Dios. Se hacen evidentes tres
aspectos.
Las personas (Apo_6:9)
Primero, Juan vio bajo el altar las almas de los que habían sido muertos. Estos son mártires, asesinados durante el tiempo de
los juicios. Además del juicio divino, habrá una persecución generalizada a los
creyentes, dirigida por Satanás, sus demonios y el postrer anticristo.
La persecución de los creyentes,
que comenzó al principio de la primera parte de la tribulación, se
intensificará después de que el anticristo se proclame Dios. En aquel tiempo se
le permitirá “hacer guerra contra los santos, vencerlos” (Apo_13:7). Con el mundo entero adorando
al anticristo como Dios, se considerará
blasfemos a los creyentes por oponerse a él. Esto traerá sobre ellos la
persecución del falso sistema religioso del anticristo. Apo_9:21 habla de la proliferación de los asesinatos en ese tiempo; muchas de las víctimas, sin dudas,
serán creyentes, las víctimas de la violencia de la multitud.
Juan describió a los mártires
que vio bajo el altar como almas porque su resurrección corporal aún no había
tenido lugar (Apo_20:4). Ellos son las primicias de los que serán salvos durante la tribulación. Algunos serán judíos, vislumbrando la
salvación de Israel en su totalidad al final de la tribulación (Zac_12:10; Zac_14:1; Rom_11:26-29).
El texto no define de qué altar se trata, ni tampoco la
escena en el cielo es paralela a la del templo terrenal o tabernáculo. Lo más
probable es que el altar que vio Juan sea comparable al altar del incienso en
el Antiguo Testamento (Éxo_40:5), por la asociación del incienso con la oración (cp. Apo_5:8; Apo_8:3-4; Sal_141:2; Luc_1:10).
Juan presenta dos razones por las que los mártires
serán muertos: “por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que
tenían”. Ellos interpretarán correctamente lo que ven ocurriendo en el mundo a
su alrededor, y llamarán a las personas al arrepentimiento y a creer en el
evangelio. El anticristo y sus seguidores no tolerarán su valiente predicación
y los matarán; “por el testimonio” que tenían se refiere a su lealtad a
Jesucristo (Apo_1:2; Apo_1:9; Apo_12:17; Apo_19:10; Apo_20:4), mostrada al predicar la
Palabra de Dios a pesar de que enfrentaban hostilidad y amenazas de muerte. En
un mundo privado de la influencia de contención
del Espíritu Santo, los hombres despiadados asesinarán a los que fiel y
valientemente proclaman el mensaje de juicio y salvación.
Las peticiones (Apo_6:10)
El quinto sello no es el martirio, como algunos sugieren, ya que el
martirio no podría ser el juicio de Dios. Los sellos describen la
ira y el juicio de Dios sobre los malos, no sobre sus hijos. La fuerza
implicada en el quinto sello son las oraciones de los mártires de Dios en la
tribulación, para proclamar venganza sobre sus asesinos.
La oración tendrá una función
fundamental en los juicios de Dios en la tierra. Esa oración de los mártires se
parece a los salmos imprecatorios. Una oración de perdón es apropiada en un
tiempo de gracia, pero cuando llega el juicio, son adecuadas las oraciones
pidiendo juicio divino. Tales oraciones no surgen de un deseo de venganza, sino
que son una protesta contra todo lo que es pecaminoso y que deshonra a Dios.
La mano del juicio de Dios se
moverá en respuesta a los mártires, porque sus oraciones serán urgentes y
consecuentes con el propósito de Dios. La palabra traducida “clamaban” subraya
la necesidad urgente, y denota emociones fuertes. Los veinticuatro ancianos y
los ángeles alababan a Dios “a gran voz” (Apo_5:12), y los mártires de la tribulación le pedirán también a gran voz. En armonía con
su llamado de venganza y justicia, se dirigen a Él como el “Señor, santo y
verdadero”. La palabra traducida “Señor” se refiere al poder y a la autoridad
de Dios el Padre.
La pregunta de los mártires
“¿Hasta cuándo… no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la
tierra?” no refleja una venganza personal. Le están preguntando porque tienen
el santo deseo de ver a Satanás y al anticristo destruidos. “Hasta cuándo” es
un clamor muy conocido del sufriente Israel que refleja la perpleja pregunta de
los justos sobre cuándo finalizarán sus dolores (Sal_13:1; Sal_35:17). La frase “los que moran en la tierra” es una frase técnica que se refiere en
todo Apocalipsis a los impíos. Como fue el caso con el difunto Abel, la misma
tierra clama por su sangre.
La promesa (Apo_6:11)
Dos elementos forman la respuesta de Dios a estos santos mártires: un regalo simbólico y una palabra hablada; se les dieron
vestiduras blancas. Esas largas y brillantes vestiduras blancas eran una
recompensa de gracia (Apo_7:9; Apo_7:14), simbolizando el regalo de
Dios de justicia eterna. Simbolizan toda la gloria que los santos redimidos
disfrutarán en el cielo. No eran en realidad vestiduras, ya
que esta visión es anterior a la resurrección de los cuerpos de los redimidos,
que ocurre para los santos de la tribulación en la venida de Cristo (Apo_20:4-5).
Junto con este regalo vino una palabra hablada de Dios, para que “descansasen todavía un poco de tiempo”. Esto no es una censura por su
impaciencia, sino una invitación a dejar de clamar por venganza y disfrutar del
descanso celestial hasta que llegue la ira de Dios. La frase “todavía un poco
de tiempo” indica que no se demorará ese tiempo. Es mejor ver este sello como
describiendo un período en medio de los siete años de tribulación. Hay una
similitud verbal con la frase en Apo_10:6, “el
tiempo no será más”. Es evidente que ocurrirá cierto tiempo entre Apo_6:11 y 10:6. Para el día del juicio y de la venganza de Dios faltan unos tres años y medio, y
no vendría hasta que se completara el número de consiervos de los mártires.
La expresión “consiervos y hermanos”
son dos clases de personas. El primer grupo estaba vivo y deseando morir como
mártires, aunque no podía ser. El segundo grupo eran los que sufrirían la
muerte.
EL SEXTO SELLO:
DESTRUCCIÓN FÍSICA
Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el
sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y
las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus
higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un
pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y
los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos,
y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de
los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y
escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira
del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse
en pie?
(
Apo_6:12-17)
Tres elementos describen el miedo sobrecogedor asociado con el sexto
sello: la razón del temor, la extensión del temor y la reacción
del temor.
La razón del temor (Apo_6:12-14)
A diferencia de los cinco primeros sellos, en cada uno de los cuales
participaban seres humanos de una manera u otra, en el sexto sello Dios actúa solo. Cuando este sello se abra, ha pasado el punto medio de la
tribulación y el mundo estará en la “gran tribulación” (Mat_24:21). Para entonces el postrer
anticristo ha profanado el templo de Jerusalén
(la “abominación desoladora”), el mundo lo adora, y ha estallado una gran
persecución de judíos y cristianos. Increíblemente, en medio de toda la
confusión y el caos de los juicios divinos sobre el mundo, la mayoría de las
personas tendrán sus ocupaciones usuales (Mat_24:37-39). Pero el sexto sello será tan devastador y aterrador que solo podrán atribuirlo a Dios.
En primer lugar, habrá un gran
terremoto. Ha habido muchos terremotos que registra la historia, y habrá más
durante la primera parte de la tribulación (Mat_24:7). Pero el acontecimiento que
Juan vio en ese sello será mucho más poderoso y
devastador que cualquier terremoto anterior. De hecho, este estremecerá más que
simplemente la tierra (Apo_6:13-14). Aquí
la palabra griega traducida “terremoto” literalmente significa “una sacudida”.
En Mat_8:24 describe una gran tempestad en el Mar de
Galilea. Muchas veces Dios ha hecho que su presencia se sienta en la historia
humana al estremecer la tierra (Éxo_19:18; Sal_68:8; 1Re_19:11-12; Mat_27:51; Mat_27:54). Sin embargo, este
acontecimiento hace mucho más que estremecer la tierra.
Estremecerá tanto a los cielos como a la tierra.
Siguiendo los talones al
terremoto, llega un segundo desastre, “el sol se puso negro como tela de
cilicio”. Cilicio era la ropa áspera que usaban los que hacían lamentaciones;
por lo general estaba hecha de pelo de cabras negras. Después del violento
terremoto que devasta la tierra, el sol se pondrá tan negro como el manto del
que hace lamentación.
El profeta Joel habló de esos
mismos fenómenos respecto al día del Señor: “El sol se convertirá en tinieblas,
y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová” (Joe_2:31). En otros pasajes se asocia a
las tinieblas con juicios (Éxo_10:21-22; Mat_27:45).
El tercer desastre está estrechamente relacionado con
el oscurecimiento del sol, cuando “la luna se volvió toda como sangre”. Habrá
grandes nubes de ceniza y humo arrojadas por la actividad volcánica asociada
con el gran terremoto mundial. Esa ceniza y ese humo eclipsarán a la luna,
dándole un color rojo en su intento de perforar el cielo oscurecido por el
humo.
Isaías también describió este
extraño y aterrador fenómeno, escribiendo en Isa_13:10 : “El
sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor”. Joel añade: “el
sol y la luna se oscurecerán” (Joe_2:10). Estos fenómenos afectarán todos los aspectos de la vida al desestabilizarse el
ciclo normal de día y noche. El eclipse total de sol y luna añadirán más
motivos al mundo para estar lleno de pavor.
Luego, del cielo en tinieblas
saldrá el cuarto desastre. Juan dice que las estrellas del cielo cayeron sobre
la tierra. La palabra traducida “estrellas” pudiera referirse a verdaderas
estrellas, pero también puede describir cualquier cuerpo celeste aparte del sol
y de la luna. En este contexto no se refiere a estrellas reales, ya que son
demasiado grandes para caer sobre la tierra, y la incinerarían mucho antes de
golpearla. Además, las estrellas aún estarán en su lugar más tarde, cuando se
toque la cuarta trompeta (Apo_8:12). Lo más probable es que esto sea una alusión a una lluvia de asteroides o
meteoritos que caen sobre la tierra.
El quinto desastre en este sello
afecta a la atmósfera de la tierra, porque el cielo parece desvanecerse como un
pergamino que se enrolla. Esta es la percepción humana de la magnitud de este
juicio, pero no es la disolución final del cielo, lo que viene después (Apo_21:1; 2Pe_3:10). Juan compara el cielo con un
pergamino desenrollado que se divide por la mitad y cada parte se enrolla hacia
su lado (cp. Isa_34:4).
Juan describe un sexto fenómeno natural muy devastador,
destacando que todo monte y toda isla se removió de su lugar. Toda la inestable
corteza de la tierra comienza a moverse y a cambiar.
Los devastadores desastres
naturales que acompañan al sexto sello serán los sucesos más aterradores que
afectarán jamás a la tierra. Su efecto acumulativo será mucho más destructivo
que cualquiera de los guiones de juicio final sobre asteroides que chocan
contra la tierra.
La extensión del temor (Apo_6:15 a)
El temor debilitante causado por los desastres asociados con el sexto
sello, afectará a todos los incrédulos. Esas siete categorías
abarcan todas las clases de la sociedad; “los reyes de la tierra” se refiere a
los jefes de estado en todo el mundo; “los grandes” son los funcionarios de
alto rango en el gobierno; “los capitanes” son los líderes militares, mientras
que “los ricos” son los que controlan el comercio y los negocios, y “los
poderosos” pudieran muy bien ser los que tienen influencias. Juntos, forman los
elementos elite de la sociedad humana. Irónicamente, estas son las mismas
personas que hicieron caso omiso de las advertencias del inminente juicio de
Dios y persiguieron a los creyentes. “Todo siervo y todo libre”, abarca las
demás personas.
La reacción de temor (Apo_6:15-17)
La reacción del mundo incrédulo ante los terrores desatados
por el sexto sello no será arrepentimiento, sino pánico. Finalmente reconocerán
que los desastres que han experimentado son el juicio de Dios. Sin embargo, aún
seguirán al anticristo. Como resultado, Dios los abandonará (véase 2Ts_2:11-12). Los que muchas veces
endurecen su corazón, tendrán un corazón endurecido por Dios.
Los pecadores, golpeados por el
pánico, reaccionarán de forma irracional, intentando neciamente esconderse “en
las cuevas y entre las peñas de los montes” (cp. Is.
2:17-21), los mismos lugares que están recibiendo las sacudidas. Sin
dudas están buscando refugio de la lluvia de meteoritos y asteroides que
bombardean la tierra. Pero a la luz del terremoto generalizado y sus continuas
réplicas, las extensas erupciones volcánicas y otras alteraciones de la corteza
terrestre, esos lugares no ofrecerán seguridad para esconderse. Los aterradores
sucesos provocan una reunión mundial de oración, pero las oraciones son a la
Madre Naturaleza, no a Dios. Dirán a los montes y a las peñas: “Caed sobre
nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y
de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá
sostenerse en pie?”.1 Las personas estarán
tan aterrorizadas que preferirán morir que enfrentar la ira de un Dios santo.
La expresión “aquel que está
sentado en el trono” se refiere a Dios (Apo_4:2-3; Apo_4:9-10). Para entonces, llegarán a tener una comprensión clara de que Dios ha estado detrás de todos
los juicios. Más específicamente, “temen la ira del Cordero”. El Cordero,
Jesucristo (Apo_5:6-8), es el agente directo del
juicio. La ira de Jesucristo encarnado se vio solo dos veces antes (Jua_2:13-17; Mat_21:12-13). En el futuro, Él
juzgará como león (Apo_5:5).
“El gran día de su ira” es otra
frase para el día del Señor. Esos horrores del “día de Jehová” preceden a la
venida del Señor, e incluso anuncian que lo peor está todavía por llegar en el
séptimo sello, que incluye los juicios de las trompetas (Apo_8:1
a Apo_9:21) y las copas (Apo_16:1-21).
La escena termina con la interrogación
retórica “¿y quién podrá sostenerse?” La respuesta es “nadie”.
Esta imagen, con lo horrenda y
atemorizadora que es, no es completamente desesperanzadora. La Iglesia será
librada de ese tiempo (Apo_3:10). Grandes multitudes de
personas se salvarán en medio de los terrores del juicio divino,
tanto gentiles (Apo_7:9) como judíos
(Rom_11:26). Pero para el resto se aplicarán las palabras del escritor de Hebreos:
“¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Heb_10:31).