Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo acerca de todos vosotros, de que en todo el mundo se habla de vuestra fe.
Porque testigo me es Dios, al cual sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones, rogando que de alguna manera ahora al fin, por la voluntad de Dios, haya de tener próspero viaje para ir a vosotros.
Porque deseo veros, para impartiros algún don espiritual, para que seáis afirmados, esto es, para que sea yo confortado juntamente con vosotros por la fe mutua, mía y vuestra.
Mas no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado) para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los otros gentiles.
A griegos y a bárbaros; a sabios y a no sabios soy deudor, así que, en cuanto a mí, presto estoy a predicar el evangelio también a vosotros que estáis en Roma.