La segunda venida del Señor

Ya vimos en Heb 9:28 que “y aparecerá por segunda vez para salvar a los que le esperan”, en una venida secreta, sólo para los suyos. Siete años más tarde se manifestará en gloria para intervenir en juicio contra el pecado, al final del período de la gran tribulación.
Por lo tanto, la segunda venida tiene dos aspectos: el tema de hoy, cuando viene en secreto a buscar a los suyos, la Iglesia, y los lleva al cielo. luego, aparece en gloria, y la Palabra dice que “todo ojo lo verá”. 
Estos dos aspectos de su futura venida se describen respectivamente como “la estrella de la mañana” Apocalipsis 22:16, y como “el sol de justicia” Mal 4:1-3. Vea el gráfico para ver estas dos ilustradas.

La promesa a llevar a los suyos
Jua 14:1-6 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Son palabras hermosas, consoladoras para los discípulos, que terminan con la promesa “vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
En Tit 2:13 esta promesa es llamada “la esperanza bienaventurada” del creyente, y constituye la absoluta seguridad del cristiano hoy día. Los días se tornan más oscuros, y el mundo va a paso apresurado a la destrucción; la maldad arrecia, pero el salvado por la fe en Cristo sabe a donde va, y “brilla ante él la gloria” como dice el himno. 
¿Tienes esta esperanza? O, ¿no tiene ninguna seguridad?
Los eventos por delante
1Ts 4:13-18 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 
Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 
Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.
El fondo de esta escritura era el temor de los creyentes en Tesalónica acerca de algunos de su número que habían fallecido a raíz de la persecución. A éstos se refiere el apóstol Pablo como “los que duermen”. Esto describe a los creyentes que mueren, referente a sus cuerpos como durmiendo. Otro ejemplo de esto ya lo vimos en Esteban, quien “durmió” (Hch 7:60  Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.).
Hay consolación para los creyentes y una advertencia solemne para los inconversos: muriendo sin conocer a Cristo como Salvador personal, “no tienen esperanza”. ¡Qué terrible tiene que ser partir a la eternidad sin esperanza!
El apóstol explica que si creemos que Cristo murió y resucitó, que también los creyentes van a resucitar. Sus almas ya están con Cristo en la gloria, y cuando Cristo venga a buscarlos, Él traerá consigo las almas de los creyentes que “durmieron en Él”. Más abajo explica que en ese entonces, se producirá la resurrección, y sus almas se volverán a reunir con sus cuerpos resucitados.
Él habla “en palabra del Señor”, revestida de toda autoridad y certeza posible. El apóstol describe los detalles en orden: “nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor” son los creyentes no fallecidos, vivos aun aquí en el mundo en el momento de su retorno.
“no precederemos a los que durmieron”, es decir, nosotros los creyentes de hoy día no llegaremos al cielo antes de los fallecidos, ni ellos serán dejados atrás, (que era la preocupación de los tesalonicenses).
“El Señor mismo ... con voz de mando ... trompeta ... descenderá del cielo”. Él demuestra su autoridad incuestionable e irresistible de pasar los cielos, llegar a la tierra y arrebatar de aquí a los creyentes vivos y los cuerpos dormidos. Satanás es llamado “el príncipe de la potestad del aire”, pero tendrá que ceder ante la autoridad de Cristo. 
“Los muertos en Cristo resucitarán primero” y vemos en esto la primera fase de la resurrección de vida, tal como se señala en el gráfico.
“nosotros los que vivimos ... arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire” ¡Qué tremendo evento nos espera! ¿Cómo será llegar a aquel encuentro con nuestro amado Señor, que nos amó tanto que dio su vida por nosotros?
La secuencia termina con “ así estaremos siempre con el Señor” y nos introduce a la estadía permanente, eterna en su presencia. ¿Se puede imaginar un contraste más grande con lo que será el fin de los inconversos, como se describe en 2Ts_2:9 : “los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”?
La opción
Vas a experimentar una u otra de estas situaciones, dependiendo de lo que haces ahora con el Señor Jesús.
Pablo termina el pasaje con palabras de aliento para los tesalonicenses, y realmente para todos nosotros que compartimos la misma fe cristiana. “Y así estaremos siempre con el Señor”.
Pablo menciona cómo los mismos tesalonicenses se habían preparado para estar listos para la venida de Cristo. Veamos 1 Tesalonicenses 1:9-10. ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
El Señor nos llama a sí, y a dejar atrás todo aquello que es solamente religión humana. Hemos de reconocer nuestro pecado, y entender que es sólo Cristo que murió por nosotros, para expiar de una vez nuestra culpa. El texto nos indica que así uno estará preparado para su venida, y se iría con Él.
Cuando el Señor prometió a sus discípulos volver a buscarles, había uno que no entendía. Era Tomás, como vimos en más detalle antes. Cito a continuación la conversación de Jua_14:4-6: Sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
¿Entiendes cómo llegar al cielo? El camino es el mismo Señor Jesús. No hay otro, y nadie llega sino por Él. ¿Qué esperas? El entrar por la puerta, y por ende el camino angosto, no es más ni menos que creer en Cristo como tu Salvador, cuya muerte en la cruz fue para expiar el pecado tuyo. Quién lo recibe de corazón como Señor y Salvador entra y se encamina al cielo, y está preparado para cuando Él venga a buscar a los suyos.