La amenaza de conflicto entre EE.UU. y el gigante asiático

Esta semana el ministro de Defensa de Taiwán, Chiu Kuo-cheng, declaró que las tensiones de la isla con China están en su peor momento en 40 años, advirtiendo del riesgo de un ataque accidental entre las dos partes. Los comentarios se produjeron después de que China enviara un número récord de aviones militares a la zona de defensa aérea de Taiwán.
Paralelamente, las autoridades estadounidenses decidieron ampliar la cooperación militar con la región autogobernada, enviando una poderosa agrupación naval encabezada por un portaviones. Además, se reveló que la unidad de operaciones especiales de la Infantería de Marina de EE.UU. ha estado operando en secreto en Taiwán para entrenar a las fuerzas militares desde hace un año. Ante estos desarrollos, surgen preocupaciones de un posible conflicto en torno a la isla, que podría implicar la confrontación directa entre tropas estadounidenses y chinas. 
La isla de Taiwán se autogobierna con una administración propia desde 1949, cuando el general Chiang Kai-shek (1887-1975) se refugió allí tras ser derrotado en la guerra civil con los comunistas de Mao Zedong. 
En la década de 1980, para la unificación del país, Deng Xiaoping, el entonces presidente de la República Popular China, propuso una política de "Un país, dos sistemas", que comprendió la coexistencia de los modelos políticos y económicos de la de China continental y ciertas regiones, incluida la taiwanesa.
Sin embargo, ya bajo el liderazgo de Xi Jinping, el gigante asiático se inclinó hacia la necesidad de asegurar el principio de 'Una China', a fin de prevenir los intentos de las fuerzas extranjeras de apoyar las aspiraciones independentistas de las regiones autogobernadas. El nuevo enfoque, que, entre otros, comprendió la erosión de la independencia de Hong Kong, fue rechazado por las autoridades de Taiwán, que en los últimos años optaron por una posición más beligerante hacia la China continental. 
La reciente agudización de las tensiones en torno a Taiwán se debe al aumento de las discrepancias geopolíticas entre China y EE.UU. A medida que esta confrontación se intensifica, el equilibrio de poder alrededor de Taiwán está cambiando drásticamente hacia una nueva fase peligrosa.
Para contrarrestar la nueva política de China hacia sus territorios con estatus especial, las autoridades estadounidenses decidieron aumentar la presión internacional contra el país asiático, creando a mediados de septiembre AUKUS, una nueva alianza de seguridad para el Indo-Pacífico junto con Australia y el Reino Unido. El nuevo plan que, entre otros acuerdos, armará a Australia con submarinos nucleares, fue recibido en China con gran preocupación por "socavar a la estabilidad regional e intensificar la carrera armamentista". Además, EE.UU. protagonizó la fundación del grupo Quad, integrado, además, por Japón, Australia y la India, a fin de analizar el "desafío" planteado por China en la región. 
La estrategia de involucrar a otros países en la confrontación entorno a Taiwán sirve a los intereses de EE.UU., que no está interesado en un conflicto directo con China, pero aspira a influir en las acciones del país asiático indirectamente. Este enfoque ya empezó a dar los primeros frutos. Por ejemplo, este lunes el ministro de Relaciones Exteriores de Taiwán, Joseph Wu, instó a Australia a intensificar el intercambio de inteligencia y la cooperación en seguridad.
No obstante, cabe recordar que los intereses de las naciones que se unen a la coalición anti-China podrían verse afectados por el empeoramiento de las relaciones con el gigante asiático. La propia Australia, que sufrió del embargo de China contra su industria de carbón, constituye un ejemplo representativo. 
Refiriéndose al problema de Taiwán, el presidente de EE.UU., Joe Biden, aseguró este martes haber llegado a un compromiso con su homólogo chino, Xi Jinping. "He hablado con Xi sobre Taiwán. Estamos de acuerdo, cumpliremos con el acuerdo de Taiwán. […] Dejamos en claro que no creo que deba hacer otra cosa que no sea cumplir con el acuerdo", dijo el mandatario.
De acuerdo a Reuters, Biden parecía estar refiriéndose a la política de Washington de reconocer a China en lugar de Taiwán, al mismo tiempo disfrutando de la posibilidad de mantener una relación "robusta y no oficial" con Taiwán.
A su vez, el presidente de China, Xi Jinping, declaró este sábado que la intromisión extranjera en los asuntos de Taiwán es inadmisible, ya que se trata de una prerrogativa exclusiva de Pekín. "Taiwán [...] es un asunto completamente interno de China y no se puede tolerar ninguna interferencia externa", recalcó. "Nadie debería subestimar la determinación y poderosa capacidad del pueblo chino para defender la soberanía nacional e integridad territorial. La tarea histórica de la reunificación completa de la patria debe ser cumplida y definitivamente será cumplida", puntualizó el líder chino. 
"El asunto de Taiwán ha dejado de ser un tema regional y exclusivo, y se ha convertido en un teatro central, en el drama central de la competencia estratégica entre EE.UU. y China", señaló al periódico The New York Times Evan Medeiros, miembro el Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. durante la presidencia de Barack Obama.
Según Emma Ashford, de Atlantic Council, centro analítico estadounidense, "la importancia estratégica de Taiwán para EE.UU. no es ni siquiera suficiente para arriesgarse a una guerra con China". La analista explicó que "será extremadamente difícil para el Gobierno de EE.UU. librar una guerra que no sea particularmente popular o estratégicamente importante para EE.UU. contra un país donde sí es popular e importante".
"Queda muy poco aislante en el cableado de las relaciones [entre China y EE.UU.]", dijo Danny Russel, exsecretario de Estado adjunto de EE.UU., además de sostener que "no es difícil imaginar que se crucen algunos cables y que se inicie un incendio".
"Las tres partes han visto sus interacciones atrapadas en una espiral viciosa", resaltó Jia Qingguo, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Pekín, que asesora al Gobierno chino. "El proceso de interacciones viciosas entre Taipéi, Pekín y Washington se asemeja a la formación de una tormenta perfecta", concluyó.