La tentación debería ser para probar, a nosotros mismos, lo que hemos aprendido, con dolor, de la maldad. Nuestras nuevas actitudes positivas, ante las malas costumbres que teníamos, en el día a día, con el carácter, la personalidad. Nuestra forma de comportarnos ante situaciones extremas. Las cosas que hacíamos en lo oculto, pensando que nadie nos veía: Perversidades, pensamientos oscuros, venganzas, amarguras, iras, mentiras, robos, alcoholismo, lujuria, drogadicción, pornografía, juegos de azar, prostitucion, homosexualismo, avaricia, y todo aquello que forma parte de los mas bajos instintos humanos.
Si pudiéramos ver lo que ocurre en el mundo espiritual cuando todo esto ocurre, nunca caeríamos en la tentación, que como tinieblas borrascosas, asechan nuestras Almas: Se cierran puertas de nuevas oportunidades. Los milagros se hacen inalcanzables. Se oscurece el entorno familiar. Aparecen las viejas enfermedades. Las finanzas decaen, y un sentimiento de culpabilidad te agobia constantemente. Porque de lo que siembras, eso mismo cosechas.
Cuantas personas que se congregan en diferentes cultos, ya sean cristianos, católicos, en mezquitas: judíos, musulmanes, orientales, yoguis, maoístas, etc., etc., lo hicimos un día por el cúmulo de necesidades que teníamos: Deudas, hogares destruidos, enfermedades, vicios. Hicimos promesas para que todas esas cargas insoportables fueran quitadas de nuestras vidas, para que ocurriera un milagro. En los que creímos fervientemente y tuvimos fe, así ocurrió. Pero que aconteció después?
Se nos olvido, que el verdadero culto que Dios quiere, no es otro acto religioso, sino que nos presentemos nosotros mismos, nuestra mente, nuestro corazòn, nuestra Alma, como ofrenda viva santa y agradable a él. Que a través de la renovación de nuestra mente, su Espíritu Santo vuelva a fluir por todo nuestro ser, trayendo y acercando su Reino Celestial a nuestras vidas y familias. No vivamos ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambiemos nuestra pasada manera de pensar, para que así cambie nuestra manera de vivir, y lleguemos a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es Bueno. Lo que le es Grato. Lo que es Perfecto.
Si conseguimos cambiar la pasada manera de pensar y actuar, aquellas que nunca nos dieron resultados, que nunca nos condujeron a nada bueno, lograremos por fin encontrar el verdadero propósito para nuestras vidas. Lograremos entender que cada uno de nosotros fue creado para el bien común de toda la humanidad. Que tendremos dones y talentos desperdiciados, hasta que nos demos cuenta, que somos parte vital de toda la creación, del plan divino de Dios, que no solo es comida, ni bebida, ni trabajar y estudiar, sino también, la plenitud del Amor, Justicia, Paz y Alegría en nuestros corazones, llenos del Poder del Espíritu Santo.
Que será mejor? Estar rodeados de penas, dificultades. Angustias acerca del pasado, presente y futuro. Llenos de inconformidades. Tribulaciones, luchas y más pruebas. Depresiones, soledad, celos, temores, manipulados, engañados. Alejados de la vida de Dios, de su plan perfecto para nosotros. O llenos del Poder del Espíritu Santo.
Hagamos un esfuerzo diario por cambiar lo incorrecto, hasta que se vuelva un h?bito en nuestras vidas: Amémonos como hermanos en Cristo, como hijos de Dios, respetándonos mutuamente, siendo sinceros y esforzados en ayudarnos unos a otros. Diligentes con todos nuestros asuntos, no perezosos. Aborreciendo lo malo y apegándonos a lo bueno.
Así viviremos siempre alegres, por la esperanza que ahora tenemos del Amor, Justicia, Paz, Alegría, Gracia y Misericordia de Dios sobre nuestra vidas, para soportar con valor los sufrimientos; No dejando nunca de orar. Sirviendo al Señor con un corazón ferviente en su propósito Universal. Bendiciendo y no maldiciendo a quienes nos persiguen. Alegrándonos con los que est?n alegres y llorando con los que lloran. Vivamos en armonía unos con otros. No siendo orgullosos, sino, poniéndonos al mismo nivel de los humildes. No presumamos de sabios.
No paguemos a nadie mal por mal. Procuremos hacer lo bueno delante de todos, hasta donde dependa de nosotros. Hagamos cuanto podamos por vivir en paz con todos. Queridos hermanos, no tomen venganza ustedes mismos, sino, dejen que Dios sea quien castigue; porque la Escritura dice: "A mí me corresponde hacer justicia; yo pagaré, dice el Señor." Y también: "Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; así harás que le arda la cara de vergüenza?.
Si cambiamos nuestras problemáticas y amargas actitudes del pasado, ya no te dejaras vencer por el mal. Por el contrario, vencerás con el bien el mal, porque tendrás la Protección Divina. Ya no imitaras tus pasadas costumbres para sobresalir haciendo lo malo, sino que sobresaldrás por hacer el bien. Y Cuando te sientas débil por las tentaciones y dificultades dirás: !Fuerte Soy! porque el Espíritu Santo de Dios está conmigo.