“Los convoyes de alimentos que deberían dirigirse particularmente al norte, donde el 70 por ciento de la gente enfrenta condiciones de hambruna, tienen [...] tres veces más probabilidades de ser rechazados que cualquier otro convoy humanitario con otro tipo de material”, se quejó el martes el portavoz de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), Jens Laerke.
Detalló que, en marzo, era mucho más difícil obtener autorización de las autoridades israelíes para entregar alimentos que otro tipo de ayuda en el asediado enclave Mediterráneo.
En esta línea, Laerke dijo que Israel denegó el permiso a “la mitad de las caravanas de alimentos” que la OCHA intentó enviar al norte de Gaza en marzo, y responsabilizó a la entidad sionista, “como potencia ocupante de Gaza” de las consecuencias.
Ante la creciente presión internacional, la pérdida del apoyo de la mayor parte de sus aliados y acusaciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Unión Europea (UE) sobre el “uso de hambre como arma de guerra en Gaza”, Israel ha afirmado que ha levantado algunas restricciones a la entrada de camiones de ayuda al enclave, pero las Naciones Unidas asegura que la asistencia sigue siendo muy inferior al mínimo necesario para cubrir las necesidades humanitarias.
El lunes, las autoridades israelíes aseguraron que entraron 419 camiones, la cifra más alta desde que comenzó el conflicto a principios de octubre, aunque la Media Luna Roja y la ONU dieron cifras mucho más bajas. El organismo mundial criticó a Israel por ofrecer falsas cifras y agregó que muchos de los camiones solo iban medio llenos debido a las estrictas normas de inspección israelíes.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) estima que se necesitan al menos 300 camiones para entrar a Gaza todos los días y distribuir alimentos para satisfacer solo las necesidades básicas de la gente. La OCHA, sin embargo, dijo que únicamente ha logrado llevar nueve convoyes al norte de Gaza desde principios de año.
Los seis meses de bombardeos indiscriminados israelíes contra la Franja han matado a más de 33 200 civiles palestinos y causado una verdadera catástrofe humanitaria. El devastado enclave palestino se enfrenta ahora a una hambruna y una enfermedad generalizada, y casi todos sus habitantes se han quedado sin hogar y no tienen suficiente comida para comer.