1 Reyes 19:5
En este pasaje el ángel no le dio una visión a Elías, ni le explicó las Escrituras, ni realizó un acto extraordinario. Tan sólo le dijo que hiciera algo muy corriente: levantarse y comer. Si nunca nos sintiéramos deprimidos, no estaríamos vivos; solamente los objetos inanimados nunca se deprimen. Los
seres humanos somos susceptibles a la depresión, pues de lo contrario, tampoco poseeríamos la capacidad para la felicidad y el júbilo. Hay circunstancias en la vida que están proyectadas para deprimirnos, entre ellas las que se encuentran asociadas con la muerte. Al examinarte a ti mismo siempre ten en cuenta la capacidad que tienes para deprimirte.
Cuando el Espíritu de Dios viene a nosotros, no nos da visiones gloriosas sino que nos ordena hacer las tareas más comunes que nos podamos imaginar. La depresión tiende a alejarnos de lo que es usual y corriente en la creación de Dios. Pero siempre que El viene, su inspiración es que realicemos las cosas más sencillas, aquellas en las que nunca nos hubiéramos imaginado que Dios estuviera. Y cuando las hacemos, allí lo encontramos a Él. La inspiración que nos llega de esta manera es una iniciativa contra la depresión, pero tenemos que dar el primer paso y darlo bajo la inspiración divina. Si efectuamos algo por nuestra cuenta con el fin de vencer la depresión, entonces la vamos a agravar. Pero si el Espíritu de Dios
nos guía de manera intuitiva a hacerlo y lo hacemos, la depresión desaparece. Tan pronto nosotros nos
levantamos y obedecemos, entramos en un nivel de vida superior.