Investigadores de EE.UU. y Reino Unido revelaron que el cerebro humano no posee capacidad de reconfigurarse para compensar las funciones perdidas tras sufrir lesiones neurológicas, como amputaciones y derrames cerebrales, lo que contradice el criterio general comúnmente aceptado por la comunidad científica, informó el pasado martes la Universidad de Cambridge.
En algunas ocasiones, se recurre al término reorganización cortical para referirse a la nueva función cognitiva que desempeña el tejido cerebral conservado después un accidente. Uno de los ejemplos más habituales para ilustrar esta condición remite al hecho de que cuando una persona pierde la visión, su corteza visual se reorganiza para procesar sonidos, permitiéndole desplazarse por una habitación.
No obstante, en un nuevo estudio, recientemente publicado en la revista eLife, se planteó que lo que realmente experimenta el individuo es que su cerebro usa capacidades latentes que, si bien antes existían, eran infrautilizadas.
"La idea de que nuestro cerebro tiene una capacidad asombrosa para reconectarse y reorganizarse es atractiva", indicó el profesor y coautor de la investigación John Krakauer, quien explicó que este enfoque "va más allá de la simple adaptación o plasticidad" cerebral, puesto que "implica una reutilización total de las regiones" cerebrales.
Para Krakauer aunque las historias de personas que recuperan "milagrosamente" habilidades supuestamente perdidas luego de una lesión "pueden ser ciertas", la explicación provista por sus colegas es "errónea".
Tras analizar diez investigaciones que buscaban demostrar la capacidad del cerebro para reorganizarse, los expertos propusieron que probablemente se produzca una reasignación en lugar de una reorganización. Esto se debe a la arquitectura prexistente del cerebro, que cuenta con capacidad para procesar las señales que envían los movimientos de los miembros del cuerpo antes de una lesión.
Asimismo, explicaron que, en vez de utilizar completamente regiones del cerebro para generar nuevas tareas, este se somete a un proceso que va modificando su arquitectura preexistente mediante la repetición y el aprendizaje. "La idea de desbloquear rápidamente potenciales cerebrales ocultos o aprovechar enormes reservas no usadas es más una ilusión que una realidad", aseguró Tamar Makin, profesora y coautora de la publicación, y aseveró que este es un proceso "lento y gradual que exige un esfuerzo y una práctica persistentes".
"Muchas veces, la capacidad del cerebro para reconectarse se ha descrito como 'milagrosa', pero somos científicos, no creemos en la magia", expuso Makin, concluyendo que los "sorprendentes comportamientos" observados "tienen su origen en el trabajo duro, la repetición y el entrenamiento, no en la reasignación mágica de los recursos del cerebro".