¿Cuántos demonios se condenaron?

Nadie puede responder a esta pregunta. Sabemos que existen miles de millones de ángeles puesto que en el libro de Daniel se dice, refiriéndose a los ángeles, que miles de millares le servían, miríadas de miríadas estaban en pie delante de Él (Daniel 7,10). Sería razonable pensar que los condenados sean un número muy inferior al número de los que se salvaron, puede que incluso que los condenados formen un número exiguo. La condenación eterna es algo tan terrible que muy pocos son los que perseveran en el mal a pesar de la invitación de la gracia al arrepentimiento. Aquí en la tierra existe mucho pecado porque en nosotros los humanos existe la debilidad de la carne. Entre las filas de los ángeles hubo menos pecados pues en ellos no existe la concupiscencia. Por contra, aunque entre los ángeles existió un número menor de pecados, los pecados que hubo fueron más intensos y más culpables, pues no existía el aliciente de las pasiones corporales.
Podríamos decir que entre los ángeles los pecados fueron menos abundantes, pero más demoníacos. Mientras que en este mundo, los pecados son más abundantes pero menos intensos pues proceden en su mayor parte de la debilidad.
A pesar de esta diferencia, los paralelismos entre el mundo humano y angélico son evidentes. La evolución de la santidad o de la iniquidad son similares, aunque no idénticas. Podemos comprender como es la psicología de un demonio pues algunos hombres entre nosotros llegan a ser como demonios. Un SS como Menguele, un mafioso que asesina por dinero, un terrorista que busca hacer el mayor mal posible, son como demonios con cuerpo. Y aunque mientras tengan vida pueden arrepentirse, cada vez más se van asemejando a auténticos y verdaderos demonios ya en vida. Por el contrario también entre nosotros hay hombres que llegan a tal grado de bondad que son verdaderamente como ángeles con cuerpo.
Como se ve, la iniquidad como la santidad llega en algunos hombres a un grado tan alto, que tanto la condenación como la beatitud ya comienzan en vida. Pues ya hay hombres que viven en un verdadero odio y rabia continua, así como otros ya viven inmersos en un verdadero abismo de amor. En cierto modo, la eternidad no es otra cosa que la continuación en ese estado en el que cada uno se puso. Para los santos la eternidad será ese amor que ya tienen más Dios. Para los condenados, la condenación será dejarles por la eternidad en ese estado que ya tienen en la tierra. Cielo e infierno ya comienzan en la tierra.
Muchos, muchísimos, escritores eclesiásticos a lo largo de la historia han querido ver una respuesta a la pregunta de cuántos ángeles se condenaron en el versículo de Ap 12,4 donde se dice: [el Dragón] barrió con su cola la tercera parte de las estrellas del cielo y las lanzó a tierra. Yo interpretaría este versículo como que en un primer momento, se dejaron seducir por las razones de Satán una tercera parte de los ángeles. Pero después, en mi opinión, muchos volvieron gracias a la gran batalla que hubo en los cielos.