Escribe también al ángel de la iglesia de Tiatira: Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llamas de fuego y los pies como bronce bruñido: Yo sé todo lo que haces; conozco tu amor, tu fe, tu servicio y tu constancia, y sé que ahora estás haciendo más que al principio.
Pero tengo una cosa contra ti: toleras a esa mujer, Jezabel, que dice hablar de parte de Dios pero engaña con su enseñanza a mis siervos, incitándolos a entregarse a la prostitución y a comer alimentos ofrecidos en sacrificio a los ídolos.
Yo le he dado tiempo para que se vuelva a Dios, pero no ha querido hacerlo ni ha abandonado su prostitución. Por eso, voy a hacerla caer en cama y mataré a sus hijos. Y a los que con ella cometen adulterio, si no dejan de portarse como ella, les enviaré grandes sufrimientos. Así todas las iglesias se darán cuenta de que yo conozco hasta el fondo la mente y el corazón, y a cada uno de vosotros le daré según sus hechos.
En cuanto a vosotros, los que vivís en Tiatira pero no habéis seguido esa enseñanza ni habéis llegado a conocer lo que ellos llaman los secretos profundos de Satanás, os digo que no os impongo otra carga. Pero conservad lo que tenéis, hasta que yo venga. A los vencedores y a los que hasta el fin sigan haciendo lo que yo quiero que se haga, les daré autoridad sobre las naciones, así como mi Padre me ha dado autoridad a mí. Gobernarán a las naciones con cetro de hierro y las harán pedazos como a ollas de barro. También les daré la estrella de la mañana. ¡Quien tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias!’