Rápidamente -no “paso a paso”- se va revelando que la histérica ola de sanciones sin precedentes contra Rusia constituyen un “autosuicido” de las potencias occidentales, que han abierto una caja de Pandora de consecuencias imposibles de medir en esta etapa.
La guerra se acerca a su fin, y el resultado será la satisfacción de las demandas de Rusia, sea vía negociación o capitulación total. En eso coinciden los analistas militares no involucrados en la campaña.
Pero las sanciones quedan. Y son las sanciones, no la guerra, las que han cambiado en pocos días el orden mundial, o más bien, han develado la nueva realidad: la reconfiguración capitalista que tiene a Eurasia como la más pujante fuerza económica del planeta.
“Un sector de los gobiernos del mundo occidental, los gobiernos que conforman a la Unión Europea y la OTAN, quienes representan de manera relativa a un poco más del 11% de la población mundial, han decidido coaccionar, y someter a sus designios, a mucho más del 89% de los habitantes, de los seres humanos que viven en este planeta”, sentenció esta semana el presidente Putin.
“Lo que tiene que quedar claro para todos es la evidencia de que estos últimos acontecimientos ponen fin al dominio global de los países occidentales en la política y en la economía mundial”, agregó.
La alianza ruso-china conforma el núcleo de este nuevo orden. Con su vasta geografía, sus recursos naturales, y sobre todo con su capacidad científico-técnica, es posible aseverar que Rusia, en este preciso momento crítico, es la Meca de los negocios del futuro.
Occidente (o sea EEUU, la UE y la OTAN), con sus sanciones, se automarginó de este futuro, y los condenó a todos los de su órbita a un infierno de crisis, inflación y decadencia.
Una excepción es Venezuela. Washington, obligado por sus propias acciones, se vio obligado a tirar a la basura a Juan Guaidó y reconocer al Gobierno de Nicolás Maduro que disfruta hoy de la perseverancia y heroísmo de su pueblo. Podrá vender petróleo a EE.UU., pero la alianza con Rusia, China e Irán es una realidad económica y política floreciente.
En palabras de Putin: “Rusia tiene todos los recursos, tanto naturales, materiales y humanos que estas naciones emergentes necesitan, Occidente no tiene ya nada que dar, nada que ofrecer, que no sea robo, todo lo han malgastado o agotado, solo tienen la codicia y la necesidad de cortar el crecimiento de estas naciones emergentes, es por ello, que ya es inevitablemente el arranque pujante del nuevo sistema económico comercial que emerge, sistema donde el mundo tendrá la garantía de que sus riquezas no serán expoliadas arbitrariamente, y en donde se pueda comerciar e intercambiar de manera floreciente, natural y segura”.