El 92% de todos los delegados, y algo menos del 82% de los obispos, votaron a favor del documento, que formula una clara petición al Papa Francisco para que examine las correspondientes ideas de reforma a nivel mundial del sacramento del orden. La votación fue seguida por un largo aplauso de pie, ya que se temía que un nuevo rechazo de una minoría cualificada de obispos provocara la estampida de los seglares de la asamblea.
Según relata Katolisch, antes de la votación se produjo un largo, serio y reflexivo debate. Posteriormente, los obispos se retiraron para realizar una consulta interna y presentaron una enmienda. Esta enmienda añadía un pasaje a la introducción del documento, en el que se afirmaba que se debía pedir al Papa que reexaminara el documento magisterial «Ordinatio sacerdotalis» de 1994, que sentencia que el sacramento del orden sacerdotal está reservado solo a los hombres, para ver si se podían hacer cambios. Sin embargo, la carta apostólica del papa Juan Pablo II dejó bien claro que su dictamen era definitivo.