Nuestras relaciones con los demás

La mujer habla con voz aguda y es evidente que está perturbada. Habla en forma entrecortada, chasqueando las sílabas finales de las frases como si las masticara.
"¡Ese esposo mío no hace nada en la casa! Se podría venir abajo si fuera por él. Yo soy la que despejo la nieve del camino, corto el césped, arreglo los enchufes descompuestos, saco la basura, ¿y qué hace él? ¡Nada!"
De acuerdo a esta mujer, obviamente su esposo no está cumpliendo su parte en el contrato matrimonial. Sigue diciendo: "Cuando se descompone el automóvil, ¿quién llama al mecánico? Yo. Cuando se rompió el calentador de agua la primavera pasada, ¿quién se encargó de hacerlo arreglar? Yo. Yo hago todo en la casa; todo lo que hay que hacer".
Con esa colección de diatribas, ella se siente justificada. ¿En qué ley dice que el hombre debe cortar el pasto, limpiar los caminos y arreglar los aparatos?
"Pero yo también cocino, limpio, hago de chofer, disciplino a los niños, hago las compras. Todo. Mi esposo debiera hacer las tareas que le corresponden al hombre".
Esta pobre mujer cree firmemente que su esposo no cumple con las obligaciones que tiene como hombre de la casa.
"Los hombres tienen que hacer los arreglos y el trabajo pesado".
En otras palabras, su esposo tiene que cumplir las expectativas que ella tiene de él. Como no cumple con esas expectativas, está ofendiendo la Ley que ella ha creado sobre las Obligaciones del Hombre. En consecuencia, él está mal; es un sinvergüenza y no un hombre; vale decir, en su opinión.
Las esposas no son las únicas que tienen una lista de expectativas que pretenden que se cumplan. Piensa en el caso del hombre que se horroriza porque su esposa quiere salir a trabajar y dejar el lavado de la ropa y la limpieza de la casa en manos de una empleada doméstica.
"El lugar de la mujer es en la casa", protesta, sin comprender cómo ella puede cometer semejante insulto a sus expectativas. "¡Yo no lavo platos!", afirma categóricamente. "Esa es tarea de mujeres".
Le alarma la idea de que su esposa no sólo quiere salir a trabajar, sino que probablemente tenga el mismo salario, o mayor aún, que él. Su Ley sobre las Obligaciones de las Mujeres dice que ella está mal, que es injusta y que no es una verdadera mujer.
Poner a otros bajo la ley, es decir, bajo mis expectativas, implica decirme a mí mismo que los demás están obligados a cumplir mis expectativas, ya sean correctas o erradas. Este es uno de los mejores métodos que existen para forjarse una vida desdichada. También harás infelices a otros, y ni siquiera te darás cuenta por qué.
Cuando te armas una lista de obligaciones para otros, estás abriendo ampliamente una puerta para la desilusión. Estas obligaciones arbitrarias que atribuyes a los demás no forman parte de la Palabra de Dios.
Ninguna parte de la Biblia le dice al esposo: "Debes limpiar el camino, ahora cortar el césped y luego arreglar todos los artefactos descompuestos". Y en ninguna parte de la Biblia dice: "Esposa, no debes salir de tu casa, y jamás debes pedirle a tu esposo que lave los platos".
Tu vida se puede convertir en una escalofriante red de obligaciones, porque no sólo estará la Ley sobre las Obligaciones que tú impongas sobre los otros, sino también las obligaciones que los demás te impongan a ti.
Graciela es una mujer que siempre está atareada, de las que siempre responden al teléfono con la respiración entrecortada. Sientes que le estás haciendo perder el tiempo cuando la obligas a decir "Hola" por teléfono. Trabaja más que cualquier otra persona, pero si le solicitas un favor, siempre lo hará.
Un día, confesó con preocupación: "Me siento presionada, sobrecargada de trabajo, siempre corriendo de un lugar a otro para otras personas. Me siento como un juguete de cuerda. Basta apretar el botón y haré alguna cosa buena . . . ".
Graciela cumplía la mayoría de sus actividades con un falso sentido de obligación. Limpiaba su casa por obligación (debo tener una casa limpia). Cuidaba a sus hijos con mucho más despliegue del que realmente necesitaban, y lo hacía por obligación (después de todo, la madre de mi esposo siempre cosió la ropa de sus hijos, también lo tengo que hacer yo). Hacía diligencias para otros, ayudaba a sus propios padres en todo lo que podía, pertenecía a varias comisiones de la escuela y de la iglesia, se ocupaba de que una o dos veces a la semana tuvieran invitados, trabajaba de voluntaria en el hospital local y además, laboriosa y resueltamente sólo servía pastas caseras, pan casero, y dos veces a la semana hacía el planchado de las fundas y de las sábanas. Si hubiera tenido tiempo, seguramente hubiera hecho el lavado y el planchado de algún vecino.
Era esclava de la obligación. La mayor parte de sus actividades no se debían a un sentido de servicio, sino de un falso nivel de requerimientos que se había impuesto.
La vida social de Graciela era la respuesta a su lista de "debiéramos". "Debiéramos invitar a los Ricci, ellos nos invitaron el mes pasado". "Valeria me envió una tarjeta para mi cumpleaños, yo debiera mandarle una a ella". "Jaime le hizo un regalo costoso a mi Ernesto para el intercambio de Navidad, nosotros también debiéramos hacerle un regalo costoso".
Se molestaba en hacer cosas por otros porque pensaba que "debía hacerlo". Aceptaba invitaciones porque pensaba que "debía hacerlo". Ofrecía condolencias, felicitaciones, despedidas y bienvenidas porque pensaba que "debía hacerlo".
Graciela es sólo una de la corriente interminable de personas cuyas vidas son una confusión constante a causa de la creencia errónea de que las relaciones humanas son alianzas de obligación.
Pero hay sólo dos obligaciones básicas, dos cosas que debiéramos hacer: Amar al Señor Dios con todo el corazón y con toda el alma y con toda la mente . . . amar al prójimo como a sí mismo (Mat_22:37-39).
Dios está interesado en la calidad de nuestras relaciones. La calidad se logra con el verdadero amor. El amor dice: "Si tú eres tú, está bien. Si yo soy yo, también está bien. Eso significa que te dejo libre de expectativas y obligaciones que yo podría haber abrigado. Yo me libero también de tus obligaciones y expectativas irreales". Dios está profundamente interesado en tus relaciones con los demás, y quiere estar en el centro de ellas para convertirse en el foco de tus afectos y cuidados. Su motivación es el amor.

LA FALSA OBLIGACION                                        LA OBLIGACIÓN POR
DICE:                                                                        AMOR DICE:
"Tengo   que   hacerlo   porque debo; es mi deber".      "Lo hago porque elijo hacerlo".
"Debo hacerlo porque es lo que se espera de mí".         "Quiero hacerlo porque me in teresa".
 "Debo hacerlo porque se supone que lo haga".             "Lo hago porque quiero".             

Es una cuestión de esclavitud versus libertad; de ley versus espontaneidad; de letra y código versus Espíritu y vida.
Para algunos cristianos la palabra "elijo" es parte de un vocabulario extraño y desconocido. Están tan esclavizados a demandas legalistas que el único momento en que sienten alivio de la sensación de culpa es cuando dicen: "Debiera". Graciela confesó que se sentía más santa cuando estaba presionada y sobrecargada de trabajo, persiguiendo un batallón de "debieras".
La palabra debiera es preludio del sentimiento de culpa. Graciela se dice: "Debiera invitar a cenar a mi madre", y luego, como en realidad no quiere hacerlo, no la invita a cenar alegando falta de tiempo o un programa recargado. Se siente culpable: "Debiera haber invitado a mi madre a almorzar".
Si realmente hubiera querido invitarla, lo hubiera hecho. Si hubiera elegido hacerlo, probablemente hubiera cambiado su programa. O, como alternativa, hubiera llamado a su madre y la hubiera invitado para la semana siguiente, lo que implica una invitación adelantada para esperar con agrado, y se hubiera sentido bien.
Supongamos que Dios nos haya creado autómatas, programados rígidamente para hacer su voluntad. Supongamos que estuviéramos programados de tal modo que fuera imposible que pudiéramos hacer algo contrario a sus mandamientos. ¿Habría personas que obraran por amor? ¿Se puede decir que una máquina cuando funciona está amando?
El amor de Dios es un amor de elección libre. ¡Qué palabras maravillosas! La verdadera libertad es la oportunidad de elegir actuar y vivir como debemos. Tenemos la gloriosa oportunidad de descubrir la personalidad de Jesús, de elegir amar en lugar de la manipulación, la culpa y las falsas obligaciones.
¿Es feliz un matrimonio en que el esposo y la esposa llevan una vida que consiste en suplir las expectativas uno del otro? ("Tú debes traer las provisiones. Mi padre siempre lo hacía". "Debes doblar mis medias de tal forma ... Mi madre siempre lo hacía así".) Tú debes ... tú estás obligado ....
La respuesta no consiste en aprender a amar todo lo que hacemos el uno por el otro; la respuesta es aprender a dejar de lanzarnos demandas injustas y nada cariñosas. Si se nos permitiera el derecho de elegir nuestras acciones en amor, de vivir de acuerdo al evangelio de Cristo más bien que según el evangelio de Los Demás, haríamos algunos descubrimientos sorprendentes acerca de nosotros mismos y de nuestras relaciones.
Tus expectativas te hieren tanto a ti como a los demás. Cuando exiges que otros cumplan tus expectativas, te haces blanco de la derrota. ¿Qué te sucede a ti cuando los demás no hacen lo que esperas de ellos? ¿Qué te sucede a ti cuando los demás no te ayudan, no se preocupan por ti, no te tratan de la manera que piensas que deben hacerlo? ¿Qué te sucede cuando alguien hace o dice algo para arruinar tus expectativas acerca de él o de ella? Suponte que alguna persona cercana no cumple tus expectativas en cuanto a logros, éxito, educación, capacidades o felicidad personal, ¿qué sucede cuando esas expectativas que te has enseñado a tener, se quedan allí flotando, a merced del viento, sin fruto, vacías, insatisfechas?
Lo que sigue es una lista de exigencias y expectativas antibíblicas, y sus resultados cuando no se cumplen.

   EXPECTATIVAS                                                 RESULTADOS
   ANTIBIBLICAS
Exigencias de los esposos y es-                               Heridas, sensación de no ser 
posas entre sí.                                                           querido, de rechazo, de irritación,
                                                                                  de insatisfacción, depresión.
Exigencias de los amigos                                          Hostilidad, sensación de ser despre-
entre sí.                                                                     ciado, de ser desaprobado, de fracaso, 
                                                                                  de rechazo, de inutilidad.
Las exigencias de los hijos                                       Sensación de no ser amado ni
hacia los padres y de los padres                                querido, de inutilidad, de fracaso,
hacia los hijos.                                                            de  irritación,  falta  de identidad.

Figúrate a ti mismo libre de las obligaciones hacia los demás que están basadas en premisas falsas. Figúrate a ti mismo libre para actuar por amor y por elección. Eres libre de:
Lo que otra gente pueda decir o pensar de ti.
Lo que otra gente espera que seas y hagas.
Las expectativas con las que tratas de atar a los demás y que sólo te dejan frustrado y desgraciado porque ellos raramente cumplen tus demandas.
Eres libre para:
Elegir ser y hacer todo lo que Dios ha planeado para ti.
Amar a tu prójimo (esposo, esposa, hijos, amigos) como a ti mismo.
Imagínate a ti mismo siendo movido por el Espíritu Santo que está en tu interior, así como un árbol es empujado desde el interior a producir hojas o fruto. ¡Es algo natural! Tú eres una persona que ama, por la nueva creación en Jesús y porque el Espíritu Santo mora en ti. Mírate a ti mismo como lo hace Dios. Se te ha dado la posibilidad de elegir amar a otras personas y amarte a ti mismo sin temor, sin manipuleo, sin culpa, ni obligación.
La Biblia nos dice que el cumplimiento de la ley es el amor (Rom_13:10), no es el deber, ni la responsabilidad, ni la obligación. "El que ama al prójimo, ha cumplido la ley" (Rom_13:8).
¿ES MALO EL "YO QUIERO"?
Muchos cristianos tienen profundas sospechas acerca de sus propios deseos. Evitan decir: "yo quiero", y están más dispuestos a decir algo así como: "Pienso que debiera . . .", o: "Siento que corresponde . . .", o: "Me siento guiado a . . .". Estas frases que suenan tan correctas, están muy bien, pero estarán de acuerdo con la gloria de elegir solamente si admitimos que queremos. ¿Cuál de las siguientes frases preferirías que se te dijera?
"Siento que debo visitarte".
O bien: "Quiero ir a visitarte".
¿Y cuál de estas expresiones prefieres?
"Siento que debo invitarte a cenar".
O bien: "Realmente estaría muy contento si vinieras a cenar a casa. Quiero que vengas, ¿lo harás?"
"Me siento guiado a casarme contigo".
O bien: "Te quiero y quiero que te cases conmigo".
No hay nada malo en tus deseos cuando están a la par de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios dice que Dios te da los deseos de tu corazón.
Deleítate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón (Sal_37:4).
Fíjate que primero dice que te deleites en el Señor. Cuando tu deleite está en él y en sus caminos, tus deseos se convierten en sus deseos. Son puros y lo honran a él. Los caprichos de la carne son pecado cuando no son los caminos de Dios. Los deseos egoístas y malvados tienen que ser depositados al pie de la cruz.
Al hacerte creyente eres una persona nueva. Cuando el Espíritu Santo de Dios, que está en tu interior, te guía y te motiva, eres una persona completamente diferente del pecador egocéntrico que eras antes.
Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2Co_5:17).
La pregunta es: ¿Crees realmente que eres una nueva persona? "Conforme a vuestra fe os sea hecho" (Mat_9:29). ¿Sigues dándole vuelta a tus pecados y falsas expectativas y problemas? ¿O estás siendo liberado de ellos?
Esta es la maravillosa posibilidad para todo cristiano:
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí (Gal_2:20). 
Esta nueva persona está tan identificada con el Jesús que vive en tu interior, que tiene los mismos deseos que él. Y como los deseos de Jesús son puros y amantes, los deseos de tu nuevo ser también pueden ser puros y amantes.
Si ocasionalmente no aciertas al blanco y sigues los deseos de la carne o las sugerencias de Satanás, confiésalo inmediatamente a Dios y recibe su perdón y su limpieza. Es por eso que necesitamos examinarlo todo, someterlo todo a prueba. (1Te_5:21). La comunión con otros cristianos nos ayudará a probar y discernir cuando estamos inseguros acerca de alguna elección. Son ellos quienes pueden hacer sonar la alarma cuando estamos errados. La Biblia y nuestra propia conciencia también servirán como sistemas de advertencia, y nos ayudarán en la tarea de poner a prueba nuestros deseos.
 LA MANIPULACION POR MEDIO DE LA CULPA
¿Cómo haces conocer tus deseos a los que te rodean? Cuando no especificas tus deseos y hablas acerca de ellos con claridad, corres el riesgo de hacer que la gente se sienta culpable para que tú te salgas con la tuya.
En lugar de hacer conocer tus deseos honesta y claramente, manipulas a la gente haciéndola sentirse culpable, para obtener lo que quieres. La manipulación es un comportamiento nocivo, y la culpa es un sentimiento nocivo. ¿Has escuchado alguna vez decir a alguien lo fantástico que es el sentimiento de culpa? Tal vez no.
Hablar la verdad es una virtud que se puede aprender, al decidir dejar de lado las acusaciones, las amenazas y la hostilidad. He aquí algunos ejemplos de manipulación por culpa y la comparación con el hablar la verdad. ¿Cuál de ellos preferirías que alguien te dijera a ti?
     MANIPULACION POR                                       AFIRMACION HONESTA
   CULPA
Estoy exhausto, gastado, harto de tra-                      Estoy muy cansado esta noche. 
bajar todo el día y también fuera de ho-                    ¿Por favor, podrías llevar a Alberto
ra. No me importan las horas extras                          a su reunión del club esta noche?
(mentira) porque sé que estás deseosa 
de comprar ese automóvil nuevo. No 
me molesta trabajar horas extras (men-
tira) para poder comprártelo. Pero estoy
muy cansado (verdad). Trabajar tanto
me funde. No sé de dónde sacaré fuerzas 
para llevar a Alberto a la reunión del club 
esta noche.
El amor no manipula. El amor se atreve a decir la verdad.
A veces una persona puede estar tan acostumbrada al manipuleo, haciendo sentir culpa a los demás, que no puede reconocer el amor cuando lo ve.
        LA MANIPULACION DICE:                                      EL AMOR DICE:
Nadie me llama por teléfono.                                           No tienes ninguna obligación hacia  
El teléfono no suena casi nunca. Por                               mí. Te quiero, sin atarte a mí.
supuesto, yo siempre te llamo a ti. En rea-
lidad, te llamé dos veces la semana pasada. 

¿Sabías que el esposo de Julia                                         Querido, me encantaría que me com-
le trae flores todos los viernes?                                         praras flores. Me gustaría que me
El debe quererla realmente. Claro,                                 trajeras un ramo de flores, ¿lo harías?
a mí nadie me trae flores.

No tengo cómo ir a la iglesia. Camino                           ¿Podrías pasar a buscarme para ir a la
12 cuadras en la nieve y el frío, pero                               iglesia? ¿No? Bueno, está bien. No te
está bien. No me importa.                                                 preocupes.
                                                                                                                                                                                  
    Dejarás de manipular cuando sin dar rodeos afirmes directamente lo que quieres. La manipulación juega con la culpa. Si puedes conseguir que alguien se sienta culpable, podrás lo-grar que haga lo que quieres. No es ése el camino del Señor. El señor y la señora L. estaban desesperados por la conducta de su hija de 16 años. Salía todas las noches, bebía y fumaba, andaba con su pandilla y tenía relaciones íntimas con muchachos. Sus padres sentían que le habían fallado terriblemente. La habían criado con la idea de que estaban en deuda con ella por haberla traído al mundo. La señora L. había quedado embarazada antes de casarse con el señor L. y ambos se habían sentido muy culpables. Trataron de darle a su hija todo lo que podían para que su vida valiera la pena, y en cierto sentido, era una actitud expiatoria. Se sacrificaron y ahorraron de su pequeño sueldo y la enviaron a las mejores escuelas privadas, le compraron ropa costosa, le hicieron tomar clases privadas de piano, ballet, violín, equitación y patinaje artístico. La llenaron de juguetes, juegos, muebles hermosos, le hacían fiestas, la sacaban a pasear, la llevaban de vacaciones, asistía a campamentos, todo lo que ella quería o deseaba. Amaban entrañablemente a su hija, pero era un amor teñido de obligación y de culpa.
Para cuando buscaron consejo, la señora L. se había enseñado a sí misma una sarta de conductas manipuladoras ineficaces. Estaba confundida y frustrada porque su hija no se sometía a sus demandas y leyes de obligación. También el señor L. carecía de respuestas, a pesar de sus amenazas, advertencias, explosiones, lágrimas, exigencias y acusaciones destinadas a producirle culpa por lo mucho que habían hecho por ella, y nada funcionaba. Su hija andaba por ahí haciendo lo que le venía en gana, y desafiando directamente sus deseos.
El señor y la señora L. tenían que aprender a librarse de su propia lista de exigencias y expectativas, y ponerlos al pie de la cruz. En lugar de usar la manipulación mediante conductas provocadoras de culpa, tenían que aprender a hablar con la verdad y con amor.
MANIPULACION                                                        VERDAD Y AMOR
Susana, últimamente casi nunca estás en                      Queremos que esta noche te quedes
casa, y nosotros estamos aquí preocupándonos            en casa con nosotros. Jugaremos 
por ti noche tras noche.                                                     algunos juegos y lo pasaremos muy 
                                                                                              bien.

¿Qué quieres decir con eso de que no quieres                Entendemos que te gustaría salir con 
estar con nosotros, tus propios padres? ¿No te              tus amigos esta noche, pero tendrás
das cuenta de todo lo que hemos sacrificado por            que suspenderlo. Queremos pasarlo
ti y ahora no quieres pasar ni siquiera una noche           juntos, como familia, esta noche.
con nosotros, las únicas personas en todo este
mundo que realmente te quieren?                                                                                                

Pensar en los años que nos hemos dedicado                    Tú eres alguien especial. Por eso te
a ti, de todas las privaciones, y de todo lo que te              amamos....
dimos ....
La conversación con Susana no terminó allí. Le llevó tiempo a ella también ajustarse a conductas no manipulativas y hacer algunos cambios en sus propias actitudes y acciones.
El Señor Jesús está siempre listo para conducirnos a toda verdad por el poder del Espíritu Santo. Nos ha dado libertad de la ley del pecado y de la muerte. La ley de las obligaciones, de las exigencias y de las expectativas ya no tiene que gobernarnos. Estamos bajo la ley de la gracia. Somos libres.
Graciela buscó ayuda profesional para sus problemas porque pensaba que estaba perdiendo el control de su vida. Sus relaciones consistían en un enredo de obligaciones y de desilusiones. Se decía a sí misma que estaba obligada hacia todo el mundo, y raramente hacía algo sin antes convencerse que debía hacerlo. Sus profundos resentimientos y sus sentimientos de culpa no resueltos se habían acumulado hasta producir un cuadro de neurosis depresiva.
Tuvo que aprender que la obra expiatoria perfecta de Jesús había roto, literalmente, las cadenas del legalismo en sus relaciones con los demás. Necesitaba ver que no precisaba cadenas como ésas para hacerla una buena persona. El ser persona dependía de lo que Jesús había hecho en la cruz, no de lo que las otras personas pensaban de ella.
Finalmente, una libertad nueva llena de amor reemplazó a las obligaciones autoforjadas en sus relaciones con los demás. Le escribió una carta a su terapeuta algunos meses después que terminó la terapia. Nos gustaría compartirla:
    . . . Ahora puedo experimentar el amor de Jesús fluyendo a través de mí hacia otras personas, por primera vez en mi vida. Ahora me levanto por la mañana y vivo cada día, no porque debo hacerlo para devolver o satisfacer las exigencias de alguien, sino porque quiero servir ... Es maravilloso. Creo que el día más feliz de mi vida fue aquel en que expulsé de mis pensamientos la palabra obligación . . . ¡Gracias!
Tus relaciones con otros merecen tu veracidad y tu amor. Tú mereces el respeto y la felicidad que producen esas relaciones.