"La cuestión más importante se resolvió de forma favorable para nosotros: no habrá sanciones que se apliquen sobre el gas o el petróleo, por lo que el suministro energético de Hungría está asegurado para el próximo periodo", añadió el mandatario.
La semana pasada, Orbán rechazó la política de sanciones de Occidente, porque considera que se trata de un arma de doble filo. Según el político, la unidad es importante, pero las medidas punitivas tienen un precio y "lo pagaremos en el corto plazo". Las consecuencias se verán en un "aumento repentino de los precios de la energía" y un drástico incremento de la inflación, vaticinó.
"A mediano plazo, existe el peligro de que el rendimiento de toda la economía europea sea inferior, por lo que habrá que recalcularlo todo. Cuanto antes termine la guerra, menos daños habrá", concluyó.
