Cierto día, Jesús contó una historia en forma de parábola a una gran multitud, proveniente de varias ciudades, que se había reunido para escucharlo:
Un agricultor salió a sembrar, a medida que esparcía las semillas por el campo, algunas cayeron sobre el camino, donde las pisotearon y los pájaros se las comieron, otras cayeron entre las rocas, comenzaron a crecer, pero la planta pronto se marchitó y murió por falta de humedad.
Otras semillas cayeron entre espinos, los cuales crecieron junto con ellas y ahogaron los brotes, pero otras semillas cayeron en tierra fértil, estas semillas crecieron, ¡y produjeron una cosecha que fue cien veces más numerosa de lo que se había sembrado!.
Después de haber dicho esto, exclamó: El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda.