Estimados hermanos que han sido llamados por Dios Padre: Les saludo yo, Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago. Dios los ama y Jesucristo los protege.
¡Que cada vez reciban más misericordia, amor y paz!
De verdad he querido escribirles acerca de la salvación que compartimos, pero ahora siento la necesidad de escribirles sobre otro asunto: les ruego que sigan luchando por la fe que Dios una vez le dio a su pueblo santo.