La senda limpia

Pro 14:12  Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte. 
Pro 16:25  Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte. 
Hay camino que al hombre le parece derecho, mas su fin es camino de muerte. 
Hemos visto que hay solamente dos caminos, el angosto que lleva al cielo, y el ancho que lleva a la perdición. 
Una vereda engañosa
En el gráfico parece una especie de vereda, LA SENDA LIMPIA, que está dentro de los deslindes del camino espacioso. Nos habla de la senda de aquellos, que, teniendo (o por lo menos aparentando) una vida de mayor moralidad y religiosidad, no consideran que sean del mismo grupo como los enviciados, violentos o inmorales. Creen no merecer ir al infierno. 
Pero, el diagrama manifiesta lo que las Escrituras mismas indican que, a sorpresa de ellos, en realidad éstos se encuentran lo más lejos de la puerta y el camino Angosto; los más lejos de la salvación. Y están lejos justamente porque rehúsan aceptar la verdad de las Escrituras que declaran que todos somos pecadores, necesitados de la salvación. Su orgullo y amor propio se ven afectados, y reaccionando para defenderse, no se prestan para escuchar el mensaje que Dios les tiene, el Evangelio.
Los judíos en gran parte estaban en esa condición. En Rom_10:1-3 dice el apóstol:
Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;
“Tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia”. “Ciencia” significa conocimiento correcto. Eran religiosos pero su concepto de Dios no era adecuado, y realmente no lo conocían. Pensaba que Él se contentaba con la práctica mecánica, rutinaria, de ritos y rezos, y no consideraban la realidad de su personalidad y deseo de comunión.
“Ignorando la justicia de Dios” ¿Ignorancia voluntariosa, o por lo menos por información religiosa inadecuada? “Procurando establecer la suya propia” Habiendo perdida de vista las alturas de la justicia de Dios, se auto engañan pensando que la justicia propia sería suficiente.
“No se han sujetado a la justicia de Dios”; El fruto de su proceder egoísta y autosuficiente es de quedar en la posición de franca rebelión contra Dios.
Una parábola aleccionadora
Luc 18:9  Y también dijo esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros: 
Luc 18:10  Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro publicano. 
Luc 18:11  El fariseo, puesto en pie, oró consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 
Luc 18:12  ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que poseo. 
Luc 18:13  Mas el publicano estando lejos no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que golpeaba su pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 
Luc 18:14  Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido. 
A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
El apunte de la parábola iría hacia las personas de la senda limpia.
Note el contraste con lo que dicen las Escrituras; por ejemplo Romanos 3:10: “No hay justo ni aun uno”. Es un asunto de con quién se compara uno. La comparación personas con personas es válida para muchos aspectos de la vida; pero en cuanto a merecer el cielo, Dios exige que uno se compare con su persona, ¡con Dios! Por eso, en la predicación del evangelio, dedicamos tanto tiempo a manifestar la justicia de Dios y el hecho afín de que todos somos pecadores, y destituidos de su gloria.
¿En qué se diferencian los dos personajes?
“El fariseo ... (vea también Luc_11:37-40; Luc_12:1-3) “oraba consigo mismo... no soy como los otros hombres ... injustos” Vemos su juicio muy artificial, y falta de humildad y arrepentimiento.
Pero “el publicano ... no quería ni aun alzar los ojos al cielo”. Apreciamos su actitud de arrepentimiento y humildad. “Dios se propicio a mi Pecador”. “Dios ten misericordia de mi”
Pero, ¿sobre qué base podía él solicitar misericordia? Al pedir misericordia, está a la vez implícitamente reconociendo su culpa, y mérito de ser condenado. Pero la palabra que emplea también señala algo más: según la práctica del culto a Dios en el templo, siempre había un sacrificio sobre el altar. Había un sacrificio por la mañana, y otro por la tarde, además de otros sacrificios que se ofrecían. El publicano apela en virtud del sacrificio ardiendo en el altar, cuyo valor espiritual él reclama como cobertura por sus pecados. El sacrificio, siendo según la ordenanza y mandamiento de Dios mismo, era de su provisión, y el hombre hacia muy bien en apropiarse de aquel valor para su necesidad de perdón.
¡ES EXACTAMENTE LO QUE TIENE QUE HACER EL PECADOR DE HOY DIA!
En fe y sin profesar mérito alguno, ha de valerse del sacrificio de Cristo como expiación por sus pecados, y como base judicial sobre la cual Dios puede mostrarle misericordia al culpable, y justificar al injusto.
“Este descendió a su casa justificado antes que el otro”. Con estas palabras escuetas, el Señor resume el resultado para los dos. El despreciado publicano, que se reconoció injusto, fue justificado por Dios, y sus pecados perdonados. En cambio, el que se justificaba a sí mismo, es considerado por Dios como injusto todavía.
Estimado lector, ¿te has sentido identificado con estos hombres? ¿Con cuál de los dos? ¿Tú has confesado ser pecador, y has tomado para ti el valor del sacrificio de Cristo? ¿Tú puedes “volver a tu casa” justificado?