Apo 20:11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo; y no fue hallado lugar para ellos.
Apo 20:12 Y vi los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos; y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.
Apo 20:13 Y el mar dio los muertos que estaban en él; y la muerte y el infierno dieron los muertos que estaban en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.
Apo 20:14 Y la muerte y el infierno fueron lanzados en el lago de fuego. Ésta es la muerte segunda.
Apo 20:15 Y el que no fue hallado escrito en el libro de la vida fue lanzado en el lago de fuego.
Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el hades fueron lanzados al lago de fuego.
Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
En este estudio veremos el tema solemne del juicio final de los perdidos. Aquí serán llamados a comparecer en juicio las personas de todas las épocas que murieron en su rebeldía contra Dios.
El Juez
Se nos presenta “un gran trono blanco”, alto, imponente, resplandeciente, hablando de la santidad del juicio que emanaría del aquel augusto lugar. Luego el pasaje enfoca nuestra atención en “al que estaba sentado en él” el ocupante del trono, el juez. Surge la pregunta, ¿Quién será el Juez? Cito dos versículos que nos dan la respuesta; son Jua_5:22 y 2Ti_4:1:
El Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo
Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino ...
Es evidente que el temible Juez será nadie menos que el mismo Señor Jesucristo, ahora en su calidad de juez. Podríamos preguntar por qué hay tanto pavor causado por su persona en este escenario. Dice “delante del cual huyeron la tierra y el cielo”, y me hace pensar en la descripción que hay en Apocalipsis 1:12-16 de la gloria de su persona, que actualmente ostenta en la presencia de Dios en el cielo:
Me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
El autor de este relato es el amado apóstol Juan, y aun él relata a continuación:
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. El Señor le reconforta, y asegura que nada le va a pasar a él.
Sin embargo, para una persona rebelde, que haya pasado su vida rehusando creer en Cristo como Señor y Salvador, este encuentro con Él como Juez va a ser espantoso. Uno ve la gloria tremenda de su rostro, refulgente como el sol cuando resplandece en su fuerza.
Nadie puede mirar al sol. Agrega que sus ojos eran como llama de fuego, escudriñadores, penetrantes, terribles en juicio, ya que descubren todo. Su voz como estruendo de muchas aguas, su lengua como espada aguda, y en su diestra siete estrellas simbolizando absoluta soberanía y autoridad para dispensar juicio y justicia. Su existencia es indiscutible. ¿Lo has tomado en cuenta?
Los procesados
Juan 5:28-29 llama este evento “la resurrección de condenación”. Vemos “todos los muertos ... de pie ante Dios”. “Los muertos” se refiere a todos los perdidos que han fallecido. Son resucitados a comparecer en juicio delante de Dios, sin ninguna diferencia de clase social etc. Las distinciones por educación, profesión, nivel de ingresos, religión o nacionalidad ya no existen. Comparten un gran factor común, él de haber rehusado creer en Cristo.
Cuando se habla del mar y la muerte entregando sus muertos, se trata de la entrega de los restos de los cuerpos sembrados allí; a la vez la mención del hades entregando sus muertos, tiene que ver con las almas que subirán del hades para volver a reunirse con los cuerpos en lo que constituye resurrección. Toda persona que fallece experimentará resurrección, sea de vida, para entrar en la gloria con Cristo, o en este caso solemne de los no creyentes, la resurrección de condenación, cuando son obligados a comparecer delante de Cristo para su eterna condenación.
¿Te das cuenta que con la muerte no se acaba todo?
La evidencia
Luego vemos la mención de los libros:
Los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras ... fueron juzgados cada uno según sus obras.
Seguramente estarán presentes diferentes clases de libros. Habrá libros de sus pecados, que forman la evidencia formal condenatoria. Habrá la Biblia. El Señor dice en Jua_12:46-48:
Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.
Tenemos la palabra de Cristo en la Biblia, y la presencia de la Biblia será evidencia de que Dios ha informado plenamente acerca de todas estas cosas. ¿Ves porque es tan importante prestar atención a la Biblia ahora?
El Libro de la Vida estará presente. Es un registro de los salvados, de los “nacidos de nuevo” como se describe a los creyentes en Cristo. Se buscará en vano por los nombres de los presentes en este juicio. No es un juicio general que incluye a todo ser humano. Más bien es un juicio solamente de los perdidos; por lo tanto, sus nombres no se hallarán en el Libro de la vida.
El procedimiento
“Los libros fueron abiertos”, y el juicio comienza.
Uno puede imaginar la escena. Todos los muertos, los perdidos, de pie ante el Juez. Toda la eternidad está por delante, no hay escasez de tiempo. Cada individuo experimentará el escuchar su nombre proclamado para comparecerse solo ante la temible autoridad suprema del universo. Una vez uno preguntó retóricamente: ¿qué será para los hombres que blasfemaron y levantaron sus manos para golpear al Señor Jesús, encontrarse en este escenario tan diferente: Él, ya no como el Cordero de Dios, manso, maniatado y humillado, sino exaltado en la blancura del trono y revestido en refulgente luz? ¡Cómo no se quedarán mudos de terror!
Pero no serán ellos solamente, sino todo ser humano que tuvo la osadía de rehusar a Cristo como Señor y Salvador. ¿Cuál es tu actitud para con Cristo? Si tú no recibes a Cristo, para el perdón de tus pecados, vas a figurar entre los comparecientes en este terrible juicio final. Piensa en Jua_3:36: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. De ti depende cuál mitad del versículo te describe.
Deseo aclarar otro punto. Cuando señala el pasaje que “fueron juzgados según sus obras”, uno podría pensar que es resultado del balance entre las obras buenas y malas que decide si uno va al cielo o al infierno. Tal concepto religioso es muy popular, pero equivocado.
Hay muchas razones porque es un concepto equivocado, y destacaré dos:
La salvación no es por obras, ya que ninguna obra buena es capaz de borrar delante de Dios siquiera un solo pecado (Efesios 2:8) De hecho, con un solo pecado uno evidencia que es pecador, y el pecado no se admite en el cielo. Es sólo por el sacrificio de Cristo que se expía el pecado.
El juicio del gran Trono Blanco no es un juicio general para toda la humanidad, sino solamente para los perdidos a quiénes el Señor Jesús describe como “condenados ya”.
Entonces, ¿de qué se trata el juicio, y por qué se juzgan las obras? Es sencillamente para demostrar la justicia de Dios en condenar, y para determinar la gravedad o intensidad del sufrimiento del condenado. Tal como vimos en cuanto a los creyentes en el tema del tribunal de Cristo, habrá diferencia en los galardones dados a los salvados según su servicio y fidelidad a Cristo; así habrá grados de sufrimiento eterno, según su responsabilidad y sus hechos en contra de Cristo, para los que se pierden.
No tienes que estar
¡Cuán solemnes son estas palabras! ¿Las crees realmente? La muerte segunda no es el fin de la existencia de los condenados, puesto que todo ser humano existirá en cuerpo para toda la eternidad, o con Cristo en consciente disfrute de su presencia y gloria, o en el lago de fuego en consciente sufrimiento. Se llama “la muerte segunda” puesto que es la separación irremediable del condenado de Dios, para nunca más tener llegada a su presencia en gracia.
Tales pasajes nos conmueven profundamente. Gracias a Dios, en este momento estamos todavía en el tiempo de gracia, cuando se puede extender la oferta de salvación y perdón de pecados en el mensaje de las buenas nuevas, el evangelio. Mira conmigo estas preciosas palabras en Rom_1:16:
No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree.
Juntos hemos estudiado este solemne pasaje de juicio, en que vemos que la suprema autoridad de Cristo, como Juez de los vivos y los muertos, garantizará la condenación eterna e inapelable a los que rehusaron creer el evangelio. Pero en Romanos 1:16 vemos la hermosa verdad que hoy día, antes de que termine el plazo de gracia, aquel mismo poder de Dios se activa en pro del que cree en Cristo para el perdón de sus pecados. En otras palabras, su poder garantiza tu salvación si crees en Cristo como tu Salvador.
El lago de fuego
En resumen, todos los comparecientes en el juicio del gran Trono Blanco, serán condenados, y según sus obras, a diferentes grados de sufrimiento eterno.
La muerte y el hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
“El que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. Así termina el pasaje. ¡Cuán gráfico es el lenguaje! “Lanzado al lago de fuego” como algo que ni se piensa recuperar. Es el acto de autoridad suprema de parte de Dios. Al final de todo su trato para con el hombre, Dios será Dios, y no puede quedar impune ningún acto de rebelión contra Él. El pecado o se trata ahora por medio de Cristo, y es perdonado, o en su defecto, será cargado contra el ofensor en la condenación eterna en el lago de fuego.
Dios así lo ha manifestado en su Palabra, la Biblia. Otras opiniones humanas religiosas abundan, pero ¿quién tendrá la última palabra? Indudablemente, Dios. ¿Qué vas a hacer hoy con Cristo?
Para terminar, deseo agregar el párrafo que sigue nuestra lectura: Apocalipsis 21:8 detalla quiénes estarán en el lago de fuego:
Los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
Hay muchos pecados escandalosos en el listado, pero fíjate bien en quiénes encabezan la lista: los cobardes e incrédulos. Los cobardes escuchan el evangelio, pero temen más el “qué dirán” que a Dios y las solemnes advertencias en la Biblia. Los “incrédulos” sencillamente rehúsan creer. Estos dos encabezan la lista de los ocupantes del Lago de Fuego.
En otras palabras, no es necesario ser homicida, o adúltero para ir a la perdición. Muchas me dicen; “No hago mal a nadie”, dando a entender que no son pecadores, pero la Biblia afirma que nadie es sin pecado, y todos necesitamos recibir a Cristo como Señor y Salvador para ser salvos.