Apo 19:1-9 Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella. Otra vez dijeron: ¡Aleluya!
Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya! Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes.
Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.
La ocasión
Los primeros versículos de la cita hablan del regocijo en los cielos por la destrucción de la cristiandad falsa y apóstata, “la gran ramera”, que es el gran sistema ecuménico. Esto, encabezado por Roma, había ocasionado la muerte de miles de cristianos en diferentes épocas de la historia.
La bestia, que levantándose no sólo como dictador sino ahora como dios, reclamará para sí la exclusiva adoración de los habitantes de la tierra, e intentará destruir toda y cualquier otra fe.
Estas menciones nos ayudan a ubicar en el tiempo el tema de las bodas del Cordero. Al parecer tendrá lugar en la segunda mitad de los siete años de tribulación. Al parecer, las bodas del Cordero será una fiesta celestial de tres años y medio de duración, seguida por la “luna de miel” de mil años del reino milenario de Cristo sobre la tierra.
El Cordero y la Esposa
El Cordero es Jesús. Recordamos las palabras de Juan Bautista en Jua_1:29: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Así Juan, que proclamaba su venida, describió la misión salvadora de Jesús. Éste efectivamente cumplió su misión, y sufrió la muerte por el pecado en la cruz. Aquí vemos el mismo Cristo, el crucificado, pero ahora resucitado, y sentado en triunfo y gloria.
La Esposa es la Iglesia. Efe 5:25-27: Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
“Cristo amó a la iglesia y se entrego a sí mismo por ella” y apreciamos su amor sacrificial por los creyentes. Ahora ha de celebrar las bodas con su amada, comprada a tan alto precio.
Lo hizo “para santificarla ... por el lavamiento del agua por la palabra”. La santificación es un proceso de separación de uno de su pecado, y comienza antes de la conversión.
Describe el efecto que se produce en un lector u oyente, cuando el Espíritu de Dios aplica la Palabra de Dios, las palabras de la Biblia, a la conciencia. De esto leemos en 2Ts 2:13-14: Debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Este pasaje menciona la “santificación por el Espíritu y la fe en la verdad” que describe lo que pasa en el oyente al escuchar el evangelio. Aprende acerca de Dios en su santidad, se da cuenta de su pecado y las consecuencias en castigo y el juicio eterno. Esa persona comienza a perder su gusto por el pecado, y a dejar atrás prácticas pecaminosas, y los viejos amigos.
La separación del pecado y hacia Dios ha comenzado.
Rom 1:17 agrega: “En el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe”, y muestra otra faceta de esta verdad.
“Por fe y para fe” apunta al mismo proceso de ir dándose cuenta de las verdades del evangelio. Tú lees con fe, aceptando la verdad y sometiéndote, en lugar de rechazar o discutir con Dios. Eso es “por fe”. Aquel aprendizaje te lleva al punto de comprender que para tu situación de pecador condenado, Jesús crucificado, y creído como Señor y Salvador es la única salvación. Si en este momento crítico de tu acercamiento a Dios, crees, y le aceptas como tu Salvador, entonces has experimentado el “para fe”, que es el objeto del creer en el evangelio: es la salvación de tu alma.
Volviendo a Efe 5:27, “a fin de presentársela así mismo, una iglesia gloriosa, santa y sin mancha”, encontramos que Él desea más que solamente nuestra salvación del pecado. Su propósito es vernos perfeccionados, y compartiendo su gloria en el cielo.
¿Quién es la Iglesia?
Primero, lo que no es. No es una denominación o grupo religioso de organización humana de la tierra, ni tampoco es la gran cristiandad (como en contraste con el Islam, el budismo etc.)
La Iglesia es la suma total de todas las personas que sean creyentes genuinos en el Señor Jesucristo como su Salvador personal; o sea, todos los que han entrado por “la puerta”. Acuérdate de las palabras del texto lema para esta serie de estudios: Mat_7:13-14. Son los que entran por la puerta que pasarán a formar parte de la Iglesia, la esposa de Cristo.
De ella hemos leído ya como vestida de lino fino, o una blancura resplandeciente. Es su vestido de novia, de gala, para acompañarle al Señor. El lino fino es “las acciones justas de los santos” revisadas y aprobadas como tal en el anterior tribunal de Cristo, tema que ya vimos.
“Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del cordero”.
Entre otros, los llamados son los que le esperan a Cristo, Heb_9:28. Los que entrarán a sentarse con Él serán los que primeramente respondieron a su llamado en el evangelio, y habiéndose arrepentido, han creído en Él como su Salvador. ¿Tú estarás?