La crisis de los contenedores amenaza con hacer colapsar el comercio mundial. En este sentido, el analista internacional Juan Aguilar, advierte que "ha habido una pandemia, todo se paralizó, y cuando todo se ha reactivado, todo el mundo ha ido a la vez a intentar poner en marcha todo su proceso productivo". Ese es el diagnóstico que hace sobre esta situación.
Como consecuencia, advierte que ahora son muchos los demandantes de contendores, de barcos y demás, para distribuir los productos "y claro, no hay para todos", avisa. "Hay un problema de distribución de todo tipo, estamos hablando desde electrónica, hasta medicamentos, alimentos, cualquier cosa".
El también periodista incide en que "el problema no es un bloqueo, es de escasez de materias primas: si los puertos están listos para descargar materias primas y productos, resulta que los camioneros no están disponibles a recogerlos porque algunos están en ERTES [Expediente de Regulación Temporal de Empleo], o han sido despedidos o lo que sea".
En esta caída de fichas de dominó, Aguilar observa que cuando hay camioneros disponibles, los puertos no pueden procesar los fletes por la misma razón. Y además nos encontramos con un problema de escasez de energía y de combustible.
"Todo esto ha llevado a que, en medio de un entorno de gran competencia, donde lógicamente los primeros que han salido de la pandemia y han puesto su maquinaria a producir, que han sido fundamentalmente China y algunos países de extremo oriente, han monopolizado un poco la existencia que había de mecanismos de distribución. Entonces se está produciendo un auténtico problema de escasez de todo, que se ve en los EEUU, en el Reino Unido, pero que puede extenderse a más países. Lo que hay detrás de todo esto en gran parte, es que la escasez de energía hace que el sistema productivo no pueda ponerse al 100%, y dentro de ese sistema productivo está todo el sistema de distribución logístico que sufre las mismas carencias", reflexiona Aguilar.
Todo esto conduce a una situación realmente muy complicada "porque no tenemos que verlo a esto como 'hoy no hay tal producto en el supermercado', sino que es un proceso mucho más complejo y que se extiende más en el tiempo. Por ejemplo, si no llegan los productos y no se puede poner en funcionamiento la fabricación de fertilizantes, estos fertilizantes no van a llegar a tiempo para los procesos agrícolas y ganaderos. Si no llegan a tiempo para estos procesos, van a caer las cosechas, esto implicará menos producción y un aumento de los precios, y por lo tanto cuando ese producto llegue a los supermercados, va a estar a un precio mucho más elevado. Esto provocará un empobrecimiento general".
"La realidad de lo que está pasando en Europa –que es parecido a lo que pasa en EEUU, pero aquí tiene además un aspecto más político– es que ideológicamente los prebostes de Bruselas han establecido un 'Plan verde' de cero emisiones de CO2 para el año 2050, y eso tiene cuatro consecuencias", subraya Aguilar, y comienza a enumerar.
"Luego han sacado lo del Bono verde, esto de pagar por derecho de emisión de CO2. El Bono verde en 2016 costaba 8,8 euros por tonelada de CO2, en 2019 pasó a ser de 22,2 euros, en 2020 de 40 euros, y este año se está pagando a 60 euros. El Bono verde se ha convertido en un instrumento de especulación bursátil, no tiene nada que ver con la economía real, pero esto interesa mucho a los burócratas de la Unión Europea [UE] porque el 25% de los impuestos del carbono van a pasar a las arcas de la UE, que ya no dependerá de los presupuestos de los Estados miembro. Y de este total, un 2,5% va para la burocracia de Bruselas, para sus bolsillos. Esto es un latrocinio a escala continental de una pandilla de burócratas que se ha instalado ahí", denuncia el experto.
Remarca que la tercera consecuencia es la liberalización del mercado de la energía, la supresión de los contratos a largo plazo [como los que Europa tenía con Rusia], lo que implica una subida de precios.
"Y por último, el desmantelamiento de las centrales de carbón, de las centrales nucleares, etc. Esto ha dado lugar a una serie de consecuencias que son muy sencillas. Primero, cierre de plantas y caída de la producción. Segundo, en esa caída de la producción –no se pueden producir fertilizantes, ni chips, ni demás– afecta también, entre otras cosas, a la agricultura, que es una cosa importante porque va a provocar desabastecimiento", afirma.
También va a provocar que pueda haber apagones, déficits de calefacción en el invierno, que eso puede ser muy duro, y en última instancia, un aumento importantísimo del coste de la vida, lo que significa precios más altos para todos, caída del PIB, y en consecuencia paro [desempleo], y en definitiva, una economía en estanflación, que significa una inflación alta sin desarrollo. Hay que tener en cuenta que la media de inflación para la UE en septiembre pasado ha sido el 3,4%: esto no se veía desde hacía décadas. Al final provoca una crisis económica en un entorno como la UE que ya sufre una grave crisis política, social, de desafección, y de valores.
"¿Quién está detrás de todo esto?", se pregunta de forma retórica Aguilar, e inmediatamente se responde: "Lo que está sucediendo no es por la locura de los políticos [europeos], sino por intereses de grupos oligárquicos muy específicos. Detrás de todo esto están los mismos fondos de inversión, los mismos cenáculos de oligarcas económicos que lo que esperan es enriquecerse como siempre a costa de la crisis que significa la pobreza de la gente", sentencia el analista.
Respecta a cuál es y seguirá siendo el relato de los políticos en toda esta situación, Aguilar lo ve claro: "van a decir que es la pandemia, que la subida del precio del gas es porque Putin tiene cerrado el grifo, y que claro, la transición energética tiene sus sacrificios, '¡pero que ya verás qué mundo más verde, más limpio y más bonito, inclusivo, sostenible y de género vamos a tener dentro de 20 'x' años!", culmina con ironía Juan Aguilar.
El experto abunda que "en Suiza, en Austria, en Alemania, están editando manuales para que la gente intente ahorrar energía, calentarse con formas alternativas, incluso con leña. Esto está ocurriendo también en Ucrania donde hay regiones donde prevén un invierno de pasar mucho frío porque no van a tener calefacción, o la tendrán muy pocas horas al día".
"Al final, o se crea una desafección social con el riesgo de que pueda existir una explosión social, o tendrán que pagar el gas, comprárselo a Rusia, comprar el petróleo a Irán, abrir las minas de carbón, volver a poner en funcionamiento las centrales de carbón, porque si no, esto va a acabar muy mal", concluye Juan Aguilar.