“Quieto estuvo Moab desde su juventud, y sobre su sedimento ha estado reposado, y no fue vaciado de vasija en vasija, nunca estuvo en cautiverio; por tanto, quedó su sabor en él y su olor no se ha cambiado”
Jeremías 48:11.
Jeremías ilustra su dicho valiéndose del arte de hacer vinos para enseñarnos que una vida de comodidad no produce fortaleza de carácter.
Siempre que el vino se fermenta en toneles o tinajas, los posos o restos se van al fondo. Si el vino se deja tranquilo, se vuelve desagradable al gusto. El vinatero debe vaciar el vino de vasija en vasija para eliminar los restos y las impurezas. Sólo así el vino desarrolla fuerza, aroma, color y sabor.
Moab había vivido siempre en la tranquilidad. Jamás había sufrido las incomodidades de la cautividad. Se había aislado de los problemas, las penas y las privaciones. El resultado fue que su vida era monótona e insípida. Carecía de fragancia y sazón.
Lo que se dice del vino también se puede decir de nosotros. Necesitamos los obstáculos, la oposición, las dificultades y las molestias para deshacernos de las impurezas y desarrollar las virtudes de una vida llena de Cristo.
Nuestra tendencia natural es protegernos incesantemente de cualquier cosa que nos perturba.
Pero la voluntad de Dios para nosotros es que vivamos en medio de una crisis continua que nos lleve a depender de él. Nuestro Señor siempre estará agitando el nido.
En la biografía de Hudson Taylor, la señora de Howard Taylor escribió: “Esta vida que estaba destinada a ser una bendición para todo el mundo debía pasar a través de un proceso muy variado (esto es, nunca se le permitió estancarse en sus impurezas), que incluyó mucho de ese vaciar y volver a vaciar ‘de vasija en vasija’, tan doloroso para nuestra naturaleza más baja, de la que estamos siendo refinados”.
Cuando nos percatamos de lo que el Divino Vinatero está buscando realizar en nuestra vida, dejamos nuestra rebelión y aprendemos a someternos y a depender de él. Entonces podemos decir:
Deja a su soberano dominio
Escoger y disponer;
Así te asombrarás de Su camino,
Qué sabia, qué fuerte es Su mano.
Muy lejos de tu pensamiento
Su consejo aparecerá,
Cuando veas la obra que forja
Tu temor se disipará