
De acuerdo a la demanda, el jefe del turno nocturno del restaurante, Artur Zbozien, repetidamente expulsaba flatos o gases intenstinales ante Wiercinski, al tiempo que afirmaba que sus ventosidades o flatulencias eran el mismo gas Zyklón B con el que los fascistas eliminaban a sus víctimas en los campos de concentración.
“Eso era lo que sucedía”, contaba Wiercinski, de cincuenta y siete años, mi jefe “soplaba" de una forma bien evidente y todos se reían, después, me preguntaba “Y tú ¿qué?, ¿no sabes lo que es este gas?, pues huele, ¿lo sientes? es Zyklón B, ¡judío estúpido!
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