Habacuc 2:3.
La paciencia no es indiferencia. La paciencia nos transmite la idea de una roca inmensamente fuerte y capaz de resistir todo ataque violento. La visión de Dios es la fuente de la paciencia porque nos da una inspiración verdadera y adecuada. Moisés se mantuvo firme, no por sus ideales acerca del deber y lo que es correcto, sino porque tuvo una visión de Dios. "Se sostuvo como viendo al Invisible", Heb_11:27. Una persona con esta visión de Dios no se consagra a una causa o a un asunto en particular, sino al Señor mismo. Tú siempre sabes que la visión es de Dios por la inspiración que trae consigo. Las cosas te llegan con liberalidad y le dan fuerza a tu vida porque todo está vigorizado por Dios. Él te puede dar un tiempo espiritual en el que no tengas ninguna palabra suya en absoluto, como su Hijo lo experimentó durante la tentación en el desierto. Si Dios lo hace, mantente firme y el poder para sostenerte estará allí porque tú lo ves a Él.
Aunque tarde, espérala. La prueba de que tenemos la visión es que nos esforzamos por lograr más de lo que hemos alcanzado. No es bueno estar satisfechos espiritualmente. El salmista dijo: "¿Qué pagaré a Jehová...? Tomaré la copa de la salvación", Sal_116:12-13. Somos propensos a buscar satisfacción en nosotros mismos, y decimos: "¡Ya lo conseguí! Ahora estoy completamente santificado. Ahora puedo mantenerme firme". Cuando esto sucede, de inmediato vamos camino a la rutina. Siempre debemos tratar de obtener más de lo que hemos alcanzado. Pablo dijo: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo", Flp_3:12. Si lo único que tenemos es lo que hemos experimentado, entonces no tenemos nada. Pero si contamos con la inspiración de la visión de Dios, tenemos más de lo que podemos experimentar. Cuídate del peligro del relajamiento espiritual.