Pilato vio que ya no le hacían caso, y que aquello podía terminar en un alboroto muy peligroso. Entonces mandó que le llevaran agua, se lavó las manos delante de la gente y dijo: Yo no soy culpable de la muerte de este hombre. Los culpables son ustedes.
Y la gente le contestó: ¡Nosotros y nuestros hijos seremos responsables por la muerte de este hombre!
Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás, luego ordenó que golpearan a Jesús en la espalda con un látigo, y que después lo clavaran en una cruz.