Después, Jesús fue con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo: Quédense aquí, mientras yo voy allí a orar.
Jesús invitó a Pedro, a Santiago y a Juan para que lo acompañaran. Luego empezó a sentir una tristeza muy profunda, y les dijo: Estoy muy triste. Siento que me voy a morir. Quédense aquí conmigo y no se duerman.
Jesús se alejó un poco de ellos, se arrodilló hasta tocar el suelo con la frente, y oró a Dios: Padre, ¡cómo deseo que me libres de este sufrimiento! Pero no será lo que yo quiera, sino lo que quieras tú.
Jesús regresó a donde estaban los tres discípulos, y los encontró durmiendo. Entonces le dijo a Pedro: ¿No han podido quedarse despiertos conmigo, ni siquiera una hora? No se duerman; oren para que puedan resistir la prueba que se acerca. Ustedes están dispuestos a hacer lo bueno, pero no pueden hacerlo con sus propias fuerzas.
Jesús se fue a orar otra vez, y en su oración decía: Padre, si tengo que pasar por este sufrimiento, estoy dispuesto a obedecerte.
Jesús regresó de nuevo a donde estaban los tres discípulos, y otra vez los encontró completamente dormidos, pues estaban muy cansados.
Nuevamente se apartó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras con que había orado antes. Luego volvió Jesús a donde estaban los tres discípulos y les dijo: ¿Todavía están durmiendo? Ya vienen los malvados para apresarme a mí, el Hijo del hombre. ¡Levántense y vengan conmigo, que allí viene el que me va a entregar!