No dejen que nadie los critique por lo que comen o beben, o porque no celebran ciertas fiestas ni respetan los días de luna nueva o de descanso. Todo eso no era más que la sombra engañosa de lo que estaba por de venir. Lo real y verdadero es Cristo. Así que no dejen que nadie los condene, y menos esa gente que adora a los ángeles y que aparenta ser humilde. Dicen que ven visiones, pero mienten. Sus pensamientos los llenan de orgullo, pero solo piensan cosas malas.
Esa gente no está unida a Cristo, que es
quien gobierna la iglesia y quien le da más y más fuerzas. Cristo le da a la
iglesia todo lo que necesita, y une a todos sus miembros de acuerdo con el plan
de Dios.
Ustedes están unidos a Cristo por medio
de su muerte en la cruz, y ya no están sometidos a los espíritus que gobiernan
este mundo.
Entonces, ¿por qué se comportan como si
todavía estuvieran bajo su dominio? ¿Por qué obedecen a quienes les dicen No
toquen esto, No coman eso, No prueben aquello?
Esas reglas no son más que enseñanzas
humanas, que con el tiempo van perdiendo su valor. No se puede negar que son
útiles, porque enseñan acerca de la conducta religiosa, la humildad y el
dominio del cuerpo. Pero lo cierto es que no ayudan a combatir los malos deseos
de nuestra naturaleza humana.