Nacido del Espíritu Santo

Este pasaje nos dice que Jesús nació por la acción del Espíritu Santo. Nos habla de lo que llamamos el Nacimiento Virginal. De momento lo único que nos concierne es descubrir lo que quiere decir para nosotros.
Si miramos este pasaje con naturalidad y lo leemos como si fuera la primera vez encontramos que lo que subraya no es tanto que Jesús naciera de una mujer virgen como que el nacimiento de Jesús fue la obra del Espíritu Santo. «Se supo que María estaba embarazada del Espíritu Santo.» «Lo que ella ha concebido es del Espíritu Santo.» Es como si estas frases estuvieran subrayadas o impresas en tipo grande. Eso es lo que Mateo quiere decirnos en este pasaje. Entonces, ¿qué quiere decir que en el nacimiento de Jesús el Espíritu Santo de Dios estuvo especialmente operativo? Dejemos las cuestiones dudosas o debatibles, y concentrémonos en esa gran verdad, como Mateo querría que hiciéramos.
En el pensamiento judío el Espíritu Santo tenía ciertas funciones muy definidas. No podemos traer a este pasaje la idea cristiana del Espíritu Santo en toda su plenitud, porque José no sabría nada de eso. Debemos interpretarlo a la luz de la idea judía del Espíritu Santo, porque esa sería la interpretación que José le daría inevitablemente a este pasaje, porque era la única que conocía.
(i) Según la idea judía, el Espíritu Santo era la Persona Que traía a los hombres la verdad de Dios. Era el Espíritu Santo el Que enseñaba a los profetas lo que habían de decir; era el Espíritu Santo el Que enseñaba a los hombres lo que debían hacer; era el Espíritu Santo Quien a lo largo de edades y generaciones traía la verdad de Dios a la humanidad. Así que Jesús es la única Persona que trae la verdad de Dios a la humanidad.
Para decirlo de otra manera: Jesús es la única Persona que nos puede decir cómo es Dios y lo que Dios quiere que seamos. Solamente en Él podemos ver cómo es Dios y cómo debemos ser nosotros. Antes de que Jesús viniera, la humanidad no tenía más que unas ideas vagas e imprecisas, y a menudo erróneas, acerca de Dios; lo único que podía era suponer y andar a tientas; pero Jesús pudo decir: «El que Me ha visto ha visto al Padre» (Juan 14:9). En Jesús vemos el amor, la compasión, la misericordia, el corazón buscador, la pureza de Dios, como no los podemos ver en ningún otro lugar del mundo. Con la venida de Jesús, el tiempo de las suposiciones ha terminado, y ha llegado el de las certezas. Antes de que Jesús viniera no sabíamos realmente lo que era la bondad. Solamente en Jesús podemos ver lo que son la verdadera humanidad, la verdadera bondad, la verdadera obediencia a la voluntad de Dios. Jesús vino al mundo a decirnos la verdad acerca de Dios y acerca de nosotros mismos.
(ii) Los judíos creían que el Espíritu Santo no sólo traía la verdad de Dios a los hombres, sino también capacitaba a los hombres para reconocer esa verdad cuando la vieran. Así es que Jesús nos abre los ojos a la verdad. Los hombres son cegados por su propia ignorancia; son descarriados por sus propios prejuicios; tienen la mente y los ojos oscurecidos por su propio pecado y por sus pasiones. Jesús puede abrir nuestros ojos para que podamos ver la verdad.
En una de las novelas de William J. Locke hay una descripción de una mujer que tenía más dinero del que podía contar, y que había pasado la mitad de su vida visitando los museos de pintura del mundo. Estaba cansada y aburrida. Entonces conoció a un francés que tenía muy poco de las cosas de este mundo, pero que tenía un conocimiento amplio y un amor profundo por la belleza. Fue con ella, y en su compañía las cosas aparecieron totalmente diferentes. « Yo nunca supe cómo eran las cosas -le dijo ella- hasta que tú me enseñaste a mirarlas.»
La vida se convierte en algo totalmente diferente cuando Jesús nos enseña a mirar las cosas. CuandoJesús viene a nuestro corazón, nos abre los ojos para que veamos las cosas tal como son de veras.
(iii) Especialmente, los judíos conectaban al Espíritu de Dios con la obra de la creación. Fue por medio de Su Espíritu como Dios realizo Su obra creadora. En el principio, el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas y el caos llegó a ser un mundo (Génesis 1:2). «Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos -dijo el salmista-; y todo el ejército de ellos por el aliento de Su boca» (Salmo 33:6). (Tanto en hebreo, rúaj, como en griego, pneuma, la palabra para aliento y espíritu es la misma). «Envías Tu Espíritu, son creados y renuevas la faz de la tierra» (Salmo 104:30). « El Espíritu de Dios me hizo -decía Job- y el soplo del Omnipotente me dio vida» (Job 33:4).
El Espíritu es el Creador del mundo y el Dador de la vida. Así que en Jesús vino al mundo el poder vivificador y creador de Dios. Ese poder, que convirtió en orden el caos primigenio, ha venido a traer orden a nuestra desordenada vida. Ese poder, que alentó vida donde antes no la había, ha venido a alentar vida en nuestra debilidad y frustración. Podríamos decir realmente que no estamos vivos de veras hasta que Jesús entra en nuestras vidas.
(iv) Los judíos conectaban al Espíritu especialmente, no sólo con la obra de la creación, sino también con la obra de la re-creación. Ezequiel traza un cuadro sombrío del valle de los huesos secos. Pasa luego a contar cómo los huesos secos volvieron a la vida; y entonces oye decir a Dios: « Yo hago entrar espíritu en vosotros y viviréis» (Ezequiel 37:1-14). Los rabinos tenían un dicho: «Dios dijo a Israel: "En este mundo Mi Espíritu ha puesto sabiduría en vosotros, pero en el futuro Mi Espíritu os hará vivir de nuevo."» Cuando los hombres están muertos en pecado y en letargo, es el Espíritu de Dios el Que puede despertarlos a una vida nueva.
Así pues, en Jesús vino a este mundo el poder que puede re-crear la vida. Puede traer otra vez a la vida al alma que está muerta en pecado; puede reavivar otra vez los ideales que han muerto; puede hacer fuerte otra vez la voluntad de la bondad que ha perecido. Puede renovar la vida, cuando las personas han perdido todo lo que la vida representa.
Hay mucho más en este capítulo que el hecho escueto de que Jesucristo nació de una madre virgen. La esencia de la historia de Mateo es que, en el nacimiento de Jesús, el Espíritu de Dios estuvo operativo como nunca antes en este mundo. Es el Espíritu el Que trae a la humanidad la verdad de Dios; el Que capacita a las personas a reconocer esa verdad cuando la ven; el Que fue el Agente de Dios en la creación del mundo; el único Que puede re-crear el alma humana que ha perdido la vida que debería tener.
Jesús nos capacita para ver cómo es Dios y cómo debemos ser nosotros; nos abre los ojos de la mente para que podamos ver la verdad de Dios para nosotros; es el poder creador venido entre los hombres; es el poder re-creador que puede liberar las almas humanas de la muerte del pecado