Dramática sequía azota la Amazonía

El delfín rosado es para los indígenas de la Amazonía un animal sagrado, guardián del mundo marino. Por eso, el hallazgo de los cadáveres de 120 delfines –rosados y tucuxis– flotando en el lago Tefé, en el interior del estado Amazonas (noroeste de Brasil), supuso un durísimo golpe para las comunidades.
Aunque todavía se analiza la causa de la tragedia, lo que sí saben los investigadores es que hubo una bajada de nivel del agua y que esta traspasó los 39 º C en lago Tefé, más de 10 grados por encima de la media para esta época del año.

Pero los especialistas creen que tiene que haber algo más, como la posibilidad de la presencia de alguna toxina en el curso de agua, e intentan encontrar respuestas a preguntas que se les escapan. Por ejemplo, ¿por qué los delfines no pudieron escapar hacia otras zonas menos calientes?

La situación se vuelve más dramática si se miran las cifras. En la región quedan 900 delfines rosados –una de las pocas especies de delfines de agua dulce que quedan en el mundo–, y unos 500 tucuxis.
Ambos animales, que forman parte de la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, se reproducen muy lentamente. Así que, si el problema persiste, se podría llegar a un punto de no retorno. 
Los especialistas han puesto en marcha un plan de rescate con el que se pretende capturar a algunos de los delfines vivos para analizarlos y entender qué está sucediendo.
"Es algo sin precedentes, nunca hubo una muerte de delfines como esta relacionada con la temperatura", aseguró Miriam Marmontel, investigadora del Instituto De Desarrollo Sostenible Mamirauá.
Pero no solo los delfines preocupan a los especialistas, las imágenes de toneladas de peces muertos flotando en el agua generan un gran desasosiego. Además, Marmontel alerta de que si el agua no es apta para los animales, tampoco lo es para las personas.
La sequía –considerada la peor desde 2010– afecta a 60 de los 62 municipios de Amazonas, cuya capital, Manaos, alcanzó el lunes la mayor temperatura jamás registrada, 39,7º C.
Los estragos ambientales son evidentes. Los especialistas hablan de situación "crítica" e "inusual", visible en los grandes ríos como el Negro, el Solimoes o el Madeira, claves, entre otras cosas, para el transporte entre comunidades.
Según el Servicio Geológico de Brasil, el caudal del río Negro llega a bajar hasta 20 centímetros por día, mientras el curso del propio rio Amazonas está seis metros por debajo de lo habitual.
El gobernador de Amazonas, Wilson Lima, decretó la situación de emergencia en el estado, que es el mayor de Brasil y ocupa una superficie un poco mayor a la de Perú, y ya está severamente golpeado por la deforestación, la minería ilegal y otros crímenes ambientales.
En algunas zonas de Manaos, los barcos han encallado, lo que perturba la vida de los pueblos ribereños, algunos de los cuales ya sufren la falta de suministros de agua, comida y medicamentos.
El gobierno federal anunció un plan de emergencia de 20 millones de dólares para aliviar las penurias de los habitantes, que incluye el envío de ayuda de emergencia, como cestas básicas y agua, y la intensificación de las operaciones de combate a incendios, entre otras cosas.
Defensa Civil de Amazonas calcula que unas 500.000 personas se verán afectadas y, según estimaciones oficiales, la capacidad del transporte fluvial podría reducirse hasta en un 40 %.
Las tragedias se suceden. El pasado pasado fin de semana, un deslizamiento de tierra 'borró del mapa' una pequeña localidad del municipio de Beruri, a unos 173 kilómetros de Manaos. Dos hermanos, de seis y 16 años, fallecieron. El fenómeno, denominado "tierras caídas", se produce principalmente durante la época seca de los ríos.
Además, la cuarta mayor central hidroeléctrica del país, la central de Santo Antonio, en Rondonia, interrumpió la generación de energía debido a los bajos niveles de caudal en el río Madeira. 
Según los expertos, la sequía está relacionada con una combinación de dos factores que inhiben la formación de nubes y lluvias: El Niño (que es el calentamiento del Océano Pacífico) y la distribución del calor en el Océano Atlántico Norte.
Mientras que El Niño aumenta la temperatura de las aguas del Océano Pacífico Ecuatorial y altera los patrones de viento, humedad, temperatura y precipitaciones, particularmente en las regiones tropicales, el calentamiento del Atlántico norte tropical inhibe la formación de nubes, reduciendo el volumen de lluvia en el Amazonía.
La expectativa es que la situación empeore en octubre, mes en que se pronostica la caída abrupta del nivel de los ríos amazónicos, como 2010. Los científicos ya vaticinan que podría ser la mayor sequía de la historia del pulmón del planeta.