Papas sembradas en el aire

A más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, Venezuela desarrolla una experiencia única en el mundo, a esa altitud, como parte de una apuesta estratégica para garantizar su soberanía alimentaria.
Se trata del primer núcleo de aeroponía instalado en el país en pleno páramo del estado Mérida, en la región andina. Allí, en abril pasado se obtuvo la primera cosecha de papa de alta calidad fitosanitaria que tuvo un rendimiento cuatro veces superior a los cultivos tradicionales, según informó en esa oportunidad la ministra de Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez.
Hace cuatro meses ese núcleo fue abierto en el Laboratorio de Biotecnología de Semillas Agámicas (Cebisa), perteneciente a la Asociación de Productores Integrales del Páramo (Proinpa), que cuenta con el apoyo del ese ministerio.
En entrevista con RT, el ingeniero agrónomo Rafael Romero, coordinador de planificación de Proinpa, afirmó que es la primera práctica comercial de producción de este tipo en Venezuela y, probablemente, en el mundo, debido a que sus instalaciones se ubican en la ciudad de Mucuchíes, a más de 3.400 metros sobre el nivel del mar.
"Hasta donde sabemos, no había una experiencia a esta altura y eso fue un desafío importante que logramos resolver", agregó.
Romero asevera que, según las referencias que manejan del Centro Internacional de la Papa (CIP), en Perú, y de otros países andinos, los productores no se arriesgan a desarrollar la aeroponía en alturas superiores a los 3.000 metros por temor al frío y a las temperaturas bajas.
Un grupo de medianos y pequeños productores del páramo merideño hace 24 años crearon Proinpa. Su objetivo era el mismo: mejorar sus procesos productivos a través de un "crecimiento tecnológico y una filosofía que persigue el desarrollo sustentable y la promoción de la agroecología", asevera el ingeniero agrónomo.
Esta organización considera que el manejo de las semillas es "un elemento neurálgico" para para el desarrollo del páramo. Por ello, desde 2003 impulsan un proyecto de producción de simientes, con el respaldo de la cartera de Ciencia y Tecnología, bajo un programa 'Alianza científico-campesina'.
"Nuestro proyecto ha alcanzado niveles nacionales y estamos en 18 estados del país. La papa aeropónica que estamos cosechando se va para los estados centrales buscando tener mayor disponibilidad de la semilla", dijo el entrevistado.
Desde hace 20 años, Proinpa produce su cultivo más importante: la semilla de papa de alta calidad fitosanitaria, estratégica desde el punto de vista socioproductivo para el país y que forma parte de la necesidad de romper la dependencia del simiente importado.
Para lograrlo, desarrollan tecnologías como el cultivo de tejidos in vitro en el Centro Biotecnológico para la Formación en la Producción de Semillas Agámicas (Cebisa), donde se producen plántulas bajo el esquema de propagación in vitro.
Pero no obtienen el tubérculo, también manejan treinta rubros distintos entre los que se encuentran fresa, ñame, batata, café, ajo, tomate de árbol y stevia.
En el banco de germoplasma o conjunto de genes en Cebisa hay ochenta variedades de papa entre las que se encuentran la subespecie tuberosa y andígena, que son las dos que existen en el mundo.
En la primera fase del ensayo aeropónico se utilizaron las cinco variedades tuberosas: Kennebec, Atlantic, Granola, Daisy y Sassy.
En 2015 incursionaron en la aeroponía, a través de la Corporación para el Desarrollo Científico y Tecnológico (Codecyt), adscrita a la cartera de Ciencia y Tecnología.
En ese momento, proyectaron construir un módulo experimental de papa aeropónica, un sistema novedoso, que tiene algunas variantes con respecto al convencional.
En la aeroponía, la parte aérea de la planta está sobre la mesa de un cubículo oscuro y cerrado, donde se encuentra la raíz suspendida en el aire. La diferencia con los cultivos tradicionales es que no se usa sustrato. 
Allí reciben continuamente agua de riego, a través de un sistema nebulizado, con una solución acuosa que contiene sales nutritivas para alimentarse y desarrollarse de manera óptima.
Las soluciones nutritivas "están estrictamente diseñadas y balanceadas para lo que la planta requiere exactamente, que es algo que no se controla en campo abierto ni en el invernadero", asevera el entrevistado.
Entre las ventajas del sistema aeropónico se encuentra el rendimiento. Como se realiza una nutrición especializada, habrá mayor multiplicación de las plantas.
Mientras que en un cantero pudieran lograrse 200 tubérculos por m2 cuadrado, en el sistema aeropónico se pueden conseguir entre 1.000 y 1.500 por m2. 
De igual manera, como no se vale de sustrato, se prescinde de materiales como arena, suelo negro, fibra de coco, concha de arroz, humus de lombriz y vapor de agua, que es el mecanismo de desinfección, y de agrotóxicos. Además, se evitan los costos de logística.
Otro elemento importante es la economía del agua. Como el sistema de riego es cerrado, el líquido que se nebuliza las raíces se recicla, por lo que no se pierde. 
Adicionalmente, como no hay suelo, no hay exposición ni riesgo de patógenos. Antes de preparar la solución nutritiva se aplican rayos ultravioleta al agua, lo que garantiza que no haya contaminación.
En cuanto a los limitantes, Romero apunta que es necesario que haya electricidad de forma continúa o, en su defecto, el funcionamiento de una planta eléctrica debido a que las interrupciones el suministro de energía puede afectar a las plantas, que incluso podrían morir.
Sobre los costos, afirmó que son más altos que en el sistema convencional, pero con su rendimiento se pueden pagar debido a que en poco espacio se puede producir una gran cantidad de tubérculos.