Los investigadores han concluido que los cambios genéticos provocados por el entorno y el clima fueron más importantes de los que se creía hasta ahora en la evolución humana.
Un equipo internacional y multidisciplinario de investigadores realizó análisis de genomas humanos antiguos y modernos, y concluyeron que el mestizaje del Holoceno (periodo posglacial) ha enmascarado más de 50 cambios históricos en los genomas de los europeos modernos. Estos resultados implican que este proceso clásico de selección y adaptación probablemente ha sido subestimado en los estudios de la evolución humana. Por lo que sugieren que las teorías actuales sobre del ritmo y el modo de selección en las poblaciones naturales pueden ser inexactas, comunicaron los autores este martes.
"Se creía ampliamente que las presiones climáticas no cambiaron tanto la genética de nuestros ancestros como en otros animales, debido a nuestras mejores habilidades de comunicación y capacidad para fabricar y usar herramientas", dijo el codirector del estudio, el doctor Yassine Souilmi, del Centro Australiano de ADN Antiguo de la Universidad de Adelaida. Esta idea de relativa estabilidad de nuestros genomas cambió a raíz de este estudio.
"Creíamos que los procesos históricos de mezcla entre grupos humanos podrían haber ocultado signos de cambios genéticos en los genomas humanos modernos", dijo el doctor Ray Tobler, de la Universidad de Adelaida. Para demostrar esto, los investigadores examinaron el ADN de más de 1.000 genomas antiguos, el más primitivo de los cuales tenía alrededor de 45.000 años. El objetivo era ver si ciertos tipos de adaptación genética habían sido más comunes en nuestra historia de lo que sugerían los estudios de genomas modernos.
"El uso de genomas antiguos fue crucial porque precedieron a importantes eventos históricos de mezcla que han remodelado radicalmente la ascendencia genética europea moderna. El estudio permitió hallar signos históricos de adaptación que son invisibles para el análisis estándar de los genomas modernos", subrayó el profesor Christian Huber, de la Universidad de Adelaida y autor principal del artículo de investigación, publicado este lunes en Nature Ecology and Evolution.