Organizado por el Centro de Formación Espiritual de Cracovia, el retiro forma parte de las celebraciones del 25 aniversario de la institución salvatoriana. Están dirigido por el Cardenal Robert Sarah - Secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos de 2001 a 2010, Presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum» de 2010 a 2014, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de 2014 a 2021.
El cardenalsubrayó que «Dios se entrega para ser encontrado por quien lo busca», pero que el «hombre posmoderno» no sólo no lo busca, sino que lo rechaza y lo tacha. «Como dijo Juan Pablo II, vivimos en una cultura cuyas características y contenidos son a menudo contrarios al Evangelio y a la dignidad humana. Llamó la atención sobre las consecuencias del rechazo a Dios en las sociedades modernas, que también afectan a la Iglesia. Entre ellas, enumeró una crisis de valores humanos y morales fundamentales, así como la confusión en la Iglesia respecto a la verdad revelada por Dios. - La confusión nace de la pérdida de sacralidad dentro de la liturgia, y su consecuencia es el debilitamiento de la identidad sacerdotal. Se debilita la fe en la presencia real de Cristo entre nosotros en la Eucaristía».
El cardenal africano advierte de que el orgullo y la autosuficiencia conducen al «oscurecimiento de la inteligencia, al cierre del corazón y a la exclusión de Dios». - Para aceptar la revelación que trae Jesús, necesito reconocer que soy pequeño, que soy un mendigo ante Dios. Necesito la salvación que sólo Dios puede dar». Y aseguró que Dios no tiene entrada en nuestras vidas si somos adoradores de nuestro ego.
«Dejemos de adorarnos a nosotros mismos. Reconozcamos que somos pequeños para aprender de Aquel que es un Dios humilde y de corazón bondadoso, apeló. Añadió que en cada Eucaristía, Dios »viene a nosotros manso, humilde, pequeño, como nada.
Jesús es un Dios todopoderoso, pero humilde y amable. No se impone, no viene como un vencedor, sino como un amante de su novia, que somos nosotros. Dejemos que Él entre y habite en nosotros».