En ese tiempo, algunos fariseos le dijeron: ¡Sal de aquí si quieres vivir! ¡Herodes Antipas quiere matarte!
Jesús respondió: Vayan y díganle a ese zorro que seguiré expulsando demonios y sanando a la gente hoy y mañana; y al tercer día cumpliré mi propósito. Sí, hoy, mañana y pasado mañana debo seguir mi camino.
Pues, después de todo, ¡no se debe matar a un profeta de Dios en un lugar que no sea Jerusalén! ¡Oh, Jerusalén, Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas y apedrea a los mensajeros de Dios! Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina protege a sus pollitos debajo de sus alas, pero no me dejaste. Y ahora, mira, tu casa está abandonada. Y no volverás a verme hasta que digas: “Bendiciones al que viene en el nombre del SEÑOR”.