Jesús contestó: No pueden descubrir el reino de Dios por medio de señales visibles. Nunca podrán decir: “¡Aquí está!” o “¡Está por allí!”, porque el reino de Dios ya está entre ustedes.
Entonces dijo a sus discípulos: Se acerca el tiempo en que desearán ver el día que el Hijo del Hombre regrese, pero no lo verán. Algunos les dirán: “Miren, allí está el Hijo del Hombre” o “Aquí está”, pero no los sigan. Pues, así como el relámpago destella e ilumina el cielo de un extremo a otro, así será el día cuando venga el Hijo del Hombre. Pero primero el Hijo del Hombre tiene que sufrir terriblemente y ser rechazado por esta generación.
Cuando el Hijo del Hombre regrese, será como en los días de Noé. En esos días, la gente disfrutaba de banquetes, fiestas y casamientos, hasta el momento en que Noé entró en su barco y llegó el diluvio y destruyó a todos.
Y el mundo será como en los días de Lot, cuando las personas se ocupaban de sus quehaceres diarios —comían y bebían, compraban y vendían, cultivaban y edificaban — hasta la mañana en que Lot salió de Sodoma. Entonces llovió del cielo fuego y azufre ardiente, y destruyó a todos. Sí, será “todo como siempre” hasta el día en que se manifieste el Hijo del Hombre. Ese día, la persona que esté en la azotea no baje a la casa para empacar. La persona que esté en el campo no regrese a su casa. ¡Recuerden lo que le pasó a la esposa de Lot! Si se aferran a su vida, la perderán; pero, si dejan de aferrarse a su vida, la salvarán.
Esa noche, dos personas estarán durmiendo en una misma cama; una será llevada y la otra, dejada. Dos mujeres estarán moliendo harina juntas en un molino; una será llevada, la otra será dejada.
Los discípulos le preguntaron: ¿Dónde sucederá eso, Señor?
Jesús les contestó: Así como los buitres, cuando se juntan, indican que hay un cadáver cerca, de la misma manera, esas señales revelan que el fin está cerca.