Así que no se preocupe, pequeño rebaño. Pues al Padre le da mucha felicidad entregarles el reino. Vendan sus posesiones y den a los que pasan necesidad.
¡Eso almacenará tesoros para ustedes en el cielo! Y las bolsas celestiales nunca se ponen viejas ni se agujerean. El tesoro de ustedes estará seguro; ningún ladrón podrá robarlo y ninguna polilla, destruirlo. Donde esté su tesoro, allí estarán también los deseos de su corazón.