Después de que aquellos hombres salieron de la casa, unas personas le trajeron a Jesús un hombre que no podía hablar porque tenía un demonio.
Cuando Jesús expulsó al demonio, el hombre pudo hablar. La gente que estaba allí se quedó asombrada, y decía: ¡Nunca se había visto algo así en Israel!
Pero los fariseos decían: Si Jesús expulsa a los demonios, es porque el jefe mismo de todos los demonios le da ese poder.