Mediante su divino poder, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para llevar una vida de rectitud. Todo esto lo recibimos al llegar a conocer a aquel que nos llamó por medio de su maravillosa gloria y excelencia. Y, debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas.
Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos. En vista de todo esto, esfuércense al máximo por responder a las promesas de Dios complementando su fe con una abundante provisión de excelencia moral; la excelencia moral, con conocimiento; el conocimiento, con control propio; el control propio, con perseverancia; la perseverancia, con sumisión a Dios; la sumisión a Dios, con afecto fraternal, y el afecto fraternal, con amor por todos.
Cuanto más crezcan de esta manera, más productivos y útiles serán en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero los que no llegan a desarrollarse de esta forma son cortos de vista o ciegos y olvidan que fueron limpiados de sus pecados pasados. Así que, amados hermanos, esfuércense por comprobar si realmente forman parte de los que Dios ha llamado y elegido.
Hagan estas cosas y nunca caerán. Entonces Dios les dará un gran recibimiento en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Por lo tanto, siempre les recordaré todas estas cosas, aun cuando ya las saben y están firmes en la verdad que se les enseñó. Y es justo que deba seguir recordándoselas mientras viva. Pues nuestro Señor Jesucristo me ha mostrado que pronto tendré que partir de esta vida terrenal, así que me esforzaré por asegurarme de que siempre recuerden estas cosas después de que me haya ido.