“Los rusos tienen el asiento permanente y no veo por el momento que haya cambios en eso, pero continuaremos en nuestros esfuerzos para aislarlos”, afirmó Linda Thomas-Greenfield, representante permanente de Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en una entrevista concedida al la prensa local PBS, recogida el sábado por medios de comunicación.
La titular norteamericana enfatizó que no se puede “revocar fácilmente” dicho estatus, a pesar de las demandas del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Los comentarios de Thomas-Greenfield se produjeron, mientras que, a principios de abril, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, afirmó que Washington comparte la “frustración” sobre el estatus de Rusia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU), pero no ve que cambie.
Zelenski exigió el 5 de abril ante las Naciones Unidas la expulsión de Rusia del CSNU, bajo acusaciones de “crímenes de guerra”, días después de la difusión de una serie de publicaciones gráficas de los cadáveres de civiles en las calles de la ciudad de Bucha.
El Gobierno ruso rechazó tales acusaciones y aseveró que dichas fotos son un “ataque de falsificaciones” que usa Kiev para culpar de esos crímenes a las fuerzas rusas.
Rusia, uno de los cinco miembros permanentes del máximo órgano de las Naciones Unidas, junto con Estados Unidos, China, Francia y el Reino Unido, ha utilizado su derecho a veto para evitar la aprobación de un proyecto de resolución del Consejo, que exigía detener la operación militar rusa en Ucrania, argumentando que el texto “no reflejaba el papel del Occidente, que dio carta blanca a Kiev”.
De hecho, el mismo EE.UU. sigue siendo famoso por abusar de su propio uso del poder de veto, a menudo para bloquear cualquier condena de las atrocidades del régimen israelí contra los palestinos locales en los territorios ocupados.
