Mensajeros de Juan el Bautista 7:18-35

Los discípulos de Juan el Bautista le contaron todo lo que Jesús hacía. Entonces Juan llamó a dos de sus discípulos y los envió al Señor para que le preguntaran: ¿Eres tú el Mesías a quien hemos esperado o debemos seguir buscando a otro?
Los dos discípulos de Juan encontraron a Jesús y le dijeron: Juan el Bautista nos envió a preguntarte: ¿Eres tú el Mesías a quien hemos esperado o debemos seguir buscando a otro?
En ese preciso momento Jesús sanó a muchas personas de enfermedades, dolencias, y expulsó espíritus malignos y le devolvió la vista a muchos ciegos. Luego les dijo a los discípulos de Juan: Regresen a Juan y cuéntenle lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos caminan bien, los leprosos son curados, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les predica la Buena Noticia. Y díganle: “Dios bendice a los que no se apartan por causa de mí”. 
Después de que los discípulos de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar acerca de él a las multitudes. ¿A qué clase de hombre fueron a ver al desierto? ¿Acaso era una caña débil sacudida por la más leve brisa? ¿O esperaban ver a un hombre vestido con ropa costosa? No, la gente que usa ropa elegante y vive rodeada de lujos se encuentra en los palacios. ¿Buscaban a un profeta? Así es, y él es más que un profeta. Juan es el hombre al que se refieren las Escrituras cuando dicen: Mira, envío a mi mensajero por anticipado, y él preparará el camino delante de ti. 
Les digo que de todos los hombres que han vivido, nadie es superior a Juan. Sin embargo, hasta la persona más insignificante en el reino de Dios es superior a él. 
Cuando oyeron esto, todos —hasta los cobradores de impuestos —coincidieron en que el camino de Dios era el correcto, porque fueron bautizados por Juan. Pero los fariseos y los expertos en la ley religiosa no aceptaron el plan de Dios para ellos, porque rechazaron el bautismo de Juan. ¿Con qué puedo comparar a la gente de esta generación? —preguntó Jesús —. ¿Cómo los puedo describir? Se parecen a los niños que juegan en la plaza. Se quejan ante sus amigos: Tocamos canciones de bodas, y no bailaron; entonces tocamos canciones fúnebres, y no lloraron. 
Pues Juan el Bautista no pasaba el tiempo comiendo pan y bebiendo vino, y ustedes dicen: “Está poseído por un demonio”. 
El Hijo del Hombre, por su parte, festeja y bebe, y ustedes dicen: “Es un glotón y un borracho, ¡y es amigo de cobradores de impuestos y de otros pecadores!”. Pero la sabiduría demuestra estar en lo cierto por la vida de quienes la siguen.