Por lo tanto, son tres los testigos —el Espíritu, el agua y la sangre —y los tres están de acuerdo.
Ya que creemos el testimonio humano, sin duda alguna podemos creer el testimonio de más valor que proviene de Dios; y Dios ha dado testimonio acerca de su Hijo.
Todo el que cree en el Hijo de Dios sabe en su corazón que este testimonio es verdadero. Los que no lo creen, en realidad llaman a Dios mentiroso porque no creen el testimonio que él ha dado acerca de su Hijo.
El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.