Les escribo, yo, el apóstol Pablo. No fui nombrado apóstol por ningún grupo de personas ni por ninguna autoridad humana, sino por Jesucristo mismo y por Dios Padre, quien levantó a Jesús de los muertos.
Todos los hermanos de este lugar se unen a mí para enviar esta carta que escribo, a las iglesias de Galacia.
Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.
Tal como Dios nuestro Padre lo planeó, Jesús entregó su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo de maldad en el que vivimos.
¡A Dios sea toda la gloria por siempre y para siempre! Amén.