Los números arábigos que nosotros, los occidentales modernos, manejamos no comenzaron a usarse fluidamente en Europa sino hasta la invención de la imprenta, algo así como 1500 años después de escrito el Apocalipsis.
La pregunta es ¿cómo se las arreglaban los antiguos para expresar cantidades sin números?
Muy sencillo: usaban letras.
Fueron los fenicios, los mayores comerciantes de la antigüedad, que ante la creciente necesidad de contabilizar sus enormes inventarios de mercancías hicieron un invento tan brillante, que revolucionó a la civilización para siempre:el alfabeto.
A cada una de las 22 letras de su alfabeto le asignaron también una cantidad para representar con un solo signo no solamente un sonido fonético, sino también una cantidad numérica. Ejemplo:
Del fenicio surgen también el hebreo y el griego, los cuales no solo poseen las mismas 22 letras, sino también iguales valores numéricos.
Como una reminiscencia de esta antigua práctica nos queda el alfabeto latino (basado también en el fenicio). De donde provienen los números romanos que todos conocemos:
Y es por eso que en la antigüedad cualquier nombre propio fenicio, griego, hebreo o latino poseía también un valor numérico, porque cada letra que lo componía tenía asignada una cantidad universalmente conocida.
Busqué una tabla de equivalencias hebreas y con esta información, procedí a contabilizar cientos de nombres de acuerdo a la numerología hebrea, griega y latina esperando que alguno me diera como resultado la suma de 6, pero no obtuve nada significativo.
Hasta que le tocó el turno al nombre más obvio de todos. El mismo nombre que había tenido todo el tiempo delante de mis narices y que siempre me resistí a analizar pasándolo por alto.
Sin nada que perder, y con un leve temor de encontrar lo que estaba buscando, decidí poner en mi mesa de trabajo el nombre del antiguo rey de Israel, famoso por su sabiduría sobrenatural y su riqueza sin igual. Y fue así como comencé a contabilizar las letras hebreas de S A L O M Ó N
Salomón en hebreo se escribe así:
Se lee de derecha a izquierda y su pronunciación es así: Shlomoh
Sus equivalentes numéricos son:
Según la numerología hebraica para obtener el número raíz de Salomón, (o de cualquier nombre) se sigue este sencillo procedimiento numérico:
S A L O M Ó N equivale a seis.
Por ello era que Salomón repetía el seis en todo su derredor, porque expresando el seis también expresaba su nombre.
El que tiene entendimiento cuente el número de la bestia, pues es número de hombre... Apocalipsis 13:18
Yo ya no tenía ninguna duda de que el pasaje de Apocalipsis 13:18 se refería al rey Salomón.
Pero quedaba todavía una interrogante más: la marca de la bestia.
Si Salomón es el nombre de la bestia, ¿cuál es la marca de la bestia?
Dada la información obtenida, la marca de la bestia debía ser un símbolo geométrico con los siguientes requisitos:
1.- Ser emanado de las cantidades numéricas obtenidas de la tabla de Crónicas y Reyes
2.- De todos sabido que fue usado por Salomón
3.- Ser de base seis, raíz numérica del nombre de Salomón
4.- Antiguo, pero al mismo tiempo actual.
5.- Usado por alguna institución importante, internacional, reconocida y respetada.
A continuación, expongo ante el lector el increíble descubrimiento con el que me encontré.