¿Osa alguno de vosotros, teniendo algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?
Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar las cosas más pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?
Por tanto, si tuviereis juicios de cosas de esta vida, poned para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia. Para vuestra vergüenza lo digo. ¿Será así, que no haya entre vosotros sabio, ni siquiera uno que pueda juzgar entre sus hermanos?
Sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos. Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados? Mas vosotros hacéis la injuria, y defraudáis, y esto a vuestros hermanos. ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?
No os engañéis: Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos de vosotros; mas ya sois lavados, ya sois santificados, ya sois justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.