Los demonios abditi u ocultos son los que se esconden en el interior del poseso sin manifestarse de ningún modo. La persona nota un cambio en su vida, siente cosas extrañas que le hacen sospechar que hay una fuerza externa que ha entrado en ella, incluso hasta puede experimentar fenómenos preternaturales. Pero para su desgracia cuando el sacerdote ora, el demonio resiste y no da ningún signo de estar allí.
En esos casos el que tiene ese tipo de demonio lo que ha de hacer es orar mucho, el mismo poseso, durante semanas o meses. Oración en general, no hace falta ninguna en concreto, ni tampoco es necesaria una oración específica contra el demonio. Basta con que cada día rece el rosario, vaya a misa, y hable con Dios un rato. A esos demonios ocultos la oración es lo que les hace salir cada vez más hacia afuera del poseso. Pues es como si al principio estuvieran muy en el interior de la persona, y poco a poco fueran siendo sacados hacia fuera. Por eso cualquier persona a la que se le haya dicho por parte de un exorcista que no tiene nada demoníaco, tiene el derecho a que se le examine de nuevo pasado un mes. E incluso, con brevedad, a que se ore por ella más de tres y cuatro veces, dejando un mes entre oración y oración.
En este sentido ha habido posesos cuyos demonios se han ocultado de forma tan absoluta que ningún exorcista hubiera detectado su presencia por mucha ciencia y experiencia que tuviera. Casos, sin embargo, en los que había sucedido algo preternatural con presencia de varios testigos. Y que tras mucha insistencia, el demonio no pudo más y se manifestó con toda su rabia, con todo el despliegue de signos que se puede dar en un poseso.
Incluso ha habido casos de demonios abditi que han podido resistir más de dos horas de exorcismo sin dar el más leve signo de estar allí. Y así he conocido casos en los que durante la sesión de exorcismo, la persona no se notaba ni si quiera ligeramente mal. Pero el exorcista y familiares estaban seguros de que el demonio estaba por las cosas de las que habían sido testigos en ocasiones precedentes. Sin embargo, por más que se resista, cuando un demonio abditus no puede más y revela su presencia, lo hace como todos los demonios en los posesos. No obstante, un exorcista no debe insistir tanto tiempo exorcizando a una persona sin signos salvo que no haya la menor duda por algo que se ha visto de que se trata de un caso de posesión.
En este sentido el exorcista puede afirmar sin la menor duda que alguien está poseso. Pero afirmar lo contrario no es igual de fácil. En cierto modo lo que se puede aseverar es que la persona no da signos de posesión. Sin embargo, como norma general, a la gente hay que dejarla tranquila y conviene ser rotundo al decir: usted no tiene nada. Obrar de otra manera sería dejar en una continua intranquilidad psicológica a todas las personas que vienen a vernos. Pero la rotundidad al decir a alguien que no tiene nada, no está reñida con aceptar volver a ver a alguien si éste lo pide.
Recuerdo un caso de una persona que afirmaba que había visto unas luces entrar en su casa por la ventana. Yo le examiné y no vi signo de posesión alguno. El problema era que toda la familia había visto aquel fenómeno, incluida una niña pequeña. Todos los integrantes de la familia estaban presentes delante de mí y confirmaron la historia. Así que mi respuesta fue:
1. Si no hubiera habido más testigos de lo que usted me dice estaría seguro de que lo suyo es meramente psicológico.
2. Pero dado que hay más personas que abalan su historia, tengo mis dudas.
3. Por otro lado usted no da signos de posesión.
4. Así que haga lo siguiente.
A. Tome la medicación que le ha dado el psiquiatra y siga todas sus indicaciones.
B. Al mismo tiempo ore, rece el rosario, vaya a misa.
Si lo suyo es un problema psiquiátrico, ya está poniendo el remedio.
Si lo suyo es un problema que tiene que ver con el demonio, la oración Dios la escuchará y le ayudará.
Y por supuesto puede volverme a ver dentro de un mes o dos o medio año.
He segmentado todos los elementos de la respuesta porque esta respuesta valdrá para todos los casos en los que el dictamen no está claro, y cada punto de la respuesta tiene su razón de ser.
Al cabo de un tiempo volvió y se vio claro que era un problema de posesión. Casos como estos desafortunadamente se dan. Y digo desafortunadamente porque ojalá que todo estuviera más claro, que todo fuera más sencillo. Pero este tema tiene el nivel de complejidad que Dios ha querido. Ni más, ni menos.
Por tanto, hay demonios abditi que pueden resistir diez minutos, veinte, una hora, dos... Y los hay que están tan dentro de la persona que necesitarán meses para que la por fin la oración del sacerdote no la puedan resistir y tengan que manifestarse. Reconozco que este tipo de demonios abditi introducen un nivel de indeterminación en nuestros diagnósticos que para mí, personalmente, me resulta muy desagradable. Pero las cosas son como son. Y este tipo de demonios, lamentablemente, existen. La demonología es como es, no se trata de una cuadrícula que haya creado un teólogo y en la que todo sea tan fácilmente delimitable que nos movamos con la más perfecta de las seguridades a la hora de dar un dictamen.